8/27/2010

Bicentenario, el Rating a Cambio de Historia

Como si fuera Raúl Velasco en una emisión de Siempre en Domingo o de México, Magia y Encuentro, el titular de la Secretaría de Educación Pública, Alonso Lujambio se ha convertido en el conductor, animador y presentador de los festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana que tienen más similitud con un gran circo y una superproducción televisiva que con un evento histórico que merece un tratamiento distinto por parte del responsable de la instrucción pública en el país.

Para Lujambio, los festejos serán una gran pachanga. Bastante cara, por cierto, ya que tan sólo para el 2010, los costos del “monumental desfile” del 15 de septiembre y del “brillante y majestuoso” espectáculo de pirotecnia, conciertos y coreografías ascenderán a 2,900 millones de pesos. Eso sin contar con los recursos del Fideicomiso Bicentenario, un organismo dependiente de la Secretaría de Hacienda, con 600 millones de pesos de presupuesto, manejados por Banjército, y cuya principal obra será la construcción del Parque Bicentenario, en la ex refinería 18 de Marzo, en la delegación Azcapotzalco de la Ciudad de México.

Desde el 4 de agosto, Lujambio ofreció varias conferencias de prensa para anunciar el gran despliegue de eventos del 15 y 16 de septiembre. En su calidad de coordinador ejecutivo de los Festejos del Bicentenario y del Centenario, el ex consejero electora y ex comisionado presidente del IFAI se ha transmutado en una especie de productor televisivo que confunde la conmemoración con la celebración y privilegia el espectáculo, sujeto a los criterios de la dinámica del rating.

De esta manera, para Lujambio lo más majestuoso no será repensar el futuro o el proyecto de una nación que surgió hace dos siglos sino las 5 horas de transmisión televisiva y el despliegue de 45 pantallas entre el Zócalo capitalino y el Castillo de Chapultepec para disfrutar un espectáculo producido y dirigido por un australiano, Ric Birch. Y no por malinchismo sino por elemental sentido común, el titular de la SEP no ha aclarado por qué se contrató a un australiano y no a un mexicano para dirigir el desfile de 27 carros alegóricos, los tres conciertos simultáneos (flamas, proyección de imágenes en La Catedral y los espectáculos “El Arbol de la Vida”, “El Coloso” y Vuela México”).

Las críticas a Lujambio no han sido menores. El 18 de agosto presentó ante los medios de comunicación la melodía “El Futuro Milenario”, con letra del roquero Jaime López e interpretada por Aleks Syntek, cantautor de la fábrica de estrellas efímeras de Televisa.

No pasó ni un día de la presentación cuando Jorge Torres, jurado del concurso de composiciones para el bicentenario, afirmó: “No lo puedo creer. ¿El tema de Syntek es el que defiende el secretario Lujambio? ¿Es en serio? Pues díganle que me parece ofensivo” (Milenio Diario, 22 de agosto 2010).

Lujambio desplazó el propio resultado del concurso Tema Musical 2010, convocado por la propia SEP y Conaculta, y cuyo ganador fue José Miguel Delgado Anzón. Para enmendar la plana, la directora del Fonca, Martha Cantú, afirmó que éste es un tema de la sinfónica y el otro será la canción del evento entre el 15 y 16 de septiembre de este año.

A la defensiva, el titular de la SEP declaró el domingo 22 de agosto que las críticas a los festejos del Bicentenario le parecían “mezquinas”. Y afirmó que si no se celebran sería “un desperdicio imperdonable”.

El problema no es la pachanga o el circo que se prepara para el Día del Grito. Las críticas han sido generalizadas por la frivolidad, la excesiva mediatización y la ausencia de una labor realmente educativa e histórica para conmemorar el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución.

La Comisión de los Festejos, la Grilla sin Historia

Las declaraciones del titular de la SEP son tan sólo el reflejo de la crisis de origen: la ausencia de un proyecto serio, incluyente y de Estado por parte de los dos últimos gobiernos panistas para encabezar los festejos de las dos gestas más importantes de la historia mexicana.
En el último tramo de su gobierno, Vicente Fox nombró a Cuauhtémoc Cárdenas como primer coordinador de los festejos del Bicentenario. La idea de que un opositor al panismo, ex priista, el primer candidato presidencial que puso en jaque al PRI e hijo de Lázaro Cárdenas, el presidente más alabado del régimen revolucionario, encabezara las celebraciones no era tan descabellada. Sólo que Fox nunca le dio recursos a esta comisión y Cárdenas acabó renunciando después de severas críticas de sus propios colaboradores a la presunta utilización de la figura del ingeniero, en un contexto de tensión electoral en 2006.

Desde la efímera participación de Cárdenas la Comisión de Festejos del Bicentenario y del Centenario se convirtió en una papa caliente. El gobierno de Calderón no pudo nombrar a una figura con la suficiente autoridad y capacidad para convocar a unas celebraciones dignas de un mejor trato. Primero se le dejó a Fernando Landeros, personaje cercano a Televisa, la realización de un anteproyecto que se parecía más a un teletón que a un festejo histórico. Se generaron problemas entre la SEP, Conaculta y la Oficina de la Presidencia para encargar a un responsable. Finalmente, se designó a Juan Manuel Villalpando, un historiador cuyo mérito principal para el cargo es su añeja amistad con Calderón, desde los tiempos de la Escuela Libre de Derecho.

Villalpando organizó una serie de eventos más parecidos a la actual Iniciativa México de Televisa que a una celebración histórica. En su página web, la Comisión de Villalpando presume que existen “más de 500 iniciativas” que se desplegarán en el marco de los festejos del Bicentenario. Entre esas iniciativas se encuentran lo mismo obras de infraestructura carretera, que fiestas populares, espectáculos masivos, exposiciones de artesanías, actividades académicas no muy precisas.

En la comisión han predominado más las ocurrencias. Por ejemplo, se presumió el Fuego Bicentenario, al estilo de la antorcha de los Juegos Olímpicos, que inició su recorrido sin pena ni gloria en septiembre de 2009. Se incorporó como actividades del Bicentenario una serie de 150 programas titulados Discutamos México que han tenido escasa o nula repercusión en las audiencias, por su hermético formato. También se organizó la regata Copa México, en la Riviera de Nayarit.

Las “obras monumentales” son más similares a un parque de diversiones. Es el caso del Parque Bicentenario que se construirá en un predio de 500 hectáreas en lo que fue la ex refinería 18 de Marzo de Pemex. Como si fuera un Six Flags histórico, la Comisión anuncia en su página electrónica que el Parque tendrá cinco grandes jardines: Natura, Viento, Tierra, Sol y Agua, con espacios para juegos y diversiones.

El “monumento emblemático” será un espectáculo de rayos láser: la Estela de Luz, formada por dos columnas paralelas de 104 metros que estarán en el Paseo de la Reforma.

La Comisión patrocinó un “espectáculo multidisciplinario” titulado “Orgullosamente Mexicanos” que se asemeja a una feria itinerante con rayos láser, efectos especiales y proyección de pantallas en ciclorama.

Sólo se ha distribuido el libro Viaje por la Historia de México, una selección de estampas históricas redactadas por el maestro Luis González. El libro es una colección de las viejas estampitas de la escuela primaria. No hay narrativa ni contexto histórico. Son bosquejos biográficos que no ayudan a entender ninguna continuidad histórica.

La ocurrencia más polémica y reciente de la Comisión fue la exhumación de los restos de 14 cadáveres, correspondientes presuntamente a héroes de la guerra de 1810-1821, que fueron trasladados del Monumento de la Independencia, donde se encuentra El Angel, al Castillo de Chapultepec y de ahí a Palacio Nacional.
Se organizó un desfile necrofílico el 15 de agosto a lo largo de la avenida Reforma. Fue la metáfora más clara de la momificación de la historia. El titular del INAH, Alfonso de Maria y Campos declaró que esto simboliza “la muerte para muchos mexicanos”. Bastaba con que se difundieran las calaveras de Posadas.

Falta de Transparencia

A las ocurrencias y frivolidades se suman las sospechas de un manejo muy discrecional del gasto público para las celebraciones. Hay costos irracionales como los 300 millones de pesos para la Expo Bicentenario “Visión Panorámica de México. 200 Años la Patria en Construcción” o los 500 millones de pesos para el Parque Bicentenario.
La Secretaría de Hacienda no ha aclarado por qué los recursos del Fideicomiso Bicentenario, de 600 millones de pesos, que originalmente estaban en el Bancomext acabaron en Banjército. El diputado federal Pablo Escudero Morales denunció este movimiento y preguntó: “¿por qué se decidió involucrar en un tema administrativo al ejército?”.
Tampoco resulta claro por qué el Turissste manejó millonarios fondos destinados a los festejos sin que fuera un organismo relacionado con esta celebración.

¿Cómo se gastarán los 2,900 millones de pesos? ¿Cuánto costará la transmisión televisiva en las celebraciones del 15 y 16 de septiembre?

¿Cuánto se le ha pagado a productores y agencias publicitarias para convertir al Bicentenario en un largo teletón?

El señor Lujambio no ha respondido a muchas de estas dudas.

http://jenarovillamil.wordpress.com

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