La sociedad les exige muchas más condiciones que a los hombres, afirma la profesora de la UCM
Pese a su supuesta igualdad, el poder académico es insospechadamente androgénico: García de León
Lunes 23 de agosto de 2010, p. 41
Para llegar a las elites profesionales, las mujeres pasan una especie de darwinismo social
donde la sociedad les exige muchas más condiciones que a los hombres, aseguró Antonieta García de León Álvarez, profesora emérita de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y estudiosa de temas de género desde hace más de 30 años.
En entrevista, la investigadora sostuvo que pese a los avances y transformaciones que el papel de las mujeres ha tenido en las sociedades modernas, llegar a las elites profesionales todavía sigue siendo un camino muy complejo para ellas.
–¿Qué tanto las mujeres están llegando a las elites profesionales?
–Depende de los países y de las áreas. Por ejemplo, en el campo de la política en Europa y en otros muchos países, con la ley de cuotas de género, los porcentajes de la participación política de las mujeres se han incrementado mucho. El campo más difícil es el empresarial, porque éste es el mundo del libre mercado, de la libre competencia, y ahí las mujeres tienen muchos años de desventaja respecto a los hombres. Un terreno engañosamente igualitario es el universitario. En España, por ejemplo, más de 60 por ciento de los egresados son mujeres y sólo 15 por ciento son catedráticas. La universidad, que siempre aparece como espacio liberal y progresista, en el poder académico es insospechadamente androgénico.
–En varios países, como en México, vemos que la aparente mayor participación de las mujeres en la vida política y el cumplimiento de las cuotas de género en las listas electorales se enturbia con las trampas que hacen los partidos políticos para colocar a las candidatas en posiciones de bajo nivel o sin posibilidades de éxito. ¿Realmente es tan destacado el avance de las mujeres en la vida política?
–Ésas son trampas patriarcales de los hombres de la política que no quieren soltar el poder. En España, cuando se inició la democracia, también ponían esas trampas y colocaban a las mujeres en los últimos lugares de las listas. Ahora, que es uno de los países más vanguardistas en leyes de igualdad de género, esas zancadillas se siguen haciendo pero ya mucho menos. Porque cierto es que todavía las mujeres no están en los verdaderos engranajes del poder político. Hay excepciones, como Beatriz Paredes, pero difícilmente las mujeres están en las dirigencias de los partidos. Tienen un poder más auxiliar y subsidiario.
–¿La carga del trabajo doméstico sigue siendo un obstáculo para el acceso de las mujeres a las elites profesionales?
–Afecta, pero no es determinante, porque las altas profesionales son mujeres de clase media y media alta y, casi en todos los países, cuentan con servicio doméstico. Sin embargo, algo donde la mujer invierte muchas horas es en la cuestión estética. Hoy existe una violencia estética de género que exige a las mujeres, de forma discriminatoria respecto a los hombres, estar guapas y jóvenes, y para ello deben invertir muchísimo tiempo.
–¿Qué diferencia hay entre los hombres y las mujeres en las elites profesionales?
–Los hombres llevan siglos en esos lugares y son unidimensionales, es decir, el eje de su vida es el trabajo. El eje de las mujeres siempre ha sido la familia, por lo que se han vuelto multidimensionales y compatibilizan la familia con el trabajo. Pero estamos en un proceso de cambio de identidades que debe apuntar hacia una transformación social donde el hombre deje de ser tan monolítico y se vuelva, como la mujer y como la vida, más multidimensional.
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