Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto
Ésa, dicen los cercanos, es la mayor virtud que tiene a Ernesto Cordero Arroyo tan cerca del ánimo de Felipe Calderón. Que si bien el Presidente nunca encontró a un sustituto de Juan Camilo Mouriño, su prospecto presidencial fallecido intempestivamente en aquel misterioso accidente aéreo, el que más se acercaba a la confianza y a las expectativas que Calderón puso desde el principio en su secretario de Gobernación era Cordero.
Por eso, junto al ex secretario de Hacienda, ahora ya precandidato en campaña, se mueve el primer círculo del calderonismo conformado por los amigos más cercanos de Mouriño. Por eso están ahí Maximiliano Cortázar, César Nava, Jordy Herrera, Alejandra Sota, Ulises Ramírez, Salvador Vega Casillas, Abraham Cherem, Héctor Muñoz, Moisés Alcalde, todos parte del equipo que coordinara Juan Camilo en la campaña presidencial del 2006 y todos, alguna vez, parte del proyecto presidencial que llegó a acariciar el secretario de Gobernación antes de su repentina muerte. Es el mismo equipo que, durante la campaña de Calderón, se enfrentó a Josefina Vázquez Mota y a Florencio Salazar Adame, y cercó a la diputada para tratar de alejarla del ánimo del candidato Calderón.
Son los mismos que frenaron a Vázquez Mota cuando ésta, después del cuestionado triunfo calderonista, comenzó a moverse en busca de la Secretaría de Gobernación, posición que ya pretendía Juan Camilo, lo que ahondó las diferencias entre el grupo mouriñista con Josefina. Los vínculos entre Felipe Calderón, Juan Camilo Mouriño y Ernesto Cordero Arroyo provienen de la Cámara de Diputados, en la 58 Legislatura, cuando el hoy presidente encabezaba la fracción panista y el joven diputado campechano la Comisión de Energía. Cordero presidía entonces la Fundación Rafael Preciado, del PAN. A partir de ahí formaron un equipo y conforme Calderón ascendió, los dos jóvenes se volvieron sus brazos derecho e izquierdo; en Banobras, ambos acompañaron a Felipe. En la Secretaría de Energía, Mouriño fue subsecretario de Electricidad y Cordero subsecretario de Planeación Energética, y en la campaña uno llevaba la operación política y el otro la financiera. “Han sido dos pilares a lo largo de la carrera política del Presidente del 2000 a la fecha. Al fallecer Juan Camilo, ¿quién crees que le quedó a Calderón? Si viviera Mouriño, Ernesto Cordero no sería candidato”, comenta un panista de la cúpula.
Cordero había estrechado desde antes de la legislatura su relación con Calderón, cuando cursaron juntos la maestría en Políticas Públicas del ITAM. Si bien los dos, Mouriño y Cordero, son vistos como hijos políticos del Presidente, cada uno tuvo sus propias virtudes en el ánimo presidencial. Juan Camilo era el operador político, el que le resolvía problemas al Presidente, el creativo. Cordero, por su parte, es algo así como “el hijo obediente” de Calderón, no se aparta, cumple instrucciones, hace siempre su tarea y no da problemas. Por eso la campaña de Cordero es vista como la que hubiera sido la campaña de Juan Camilo y la que será la segunda versión de la campaña de Calderón.
Porque todos los operadores que ahora están con el ex secretario de Hacienda estuvieron en la campaña del actual presidente y habrían estado en la de Mouriño. La diferencia quizá es que todos esos operadores, primero calderonistas, luego mouriñistas y ahora corderistas, tienen mucha más experiencia política que en el 2006. Felipe Calderón perdió un hijo político en condiciones extrañas y dolorosas para él, pero al que le quedó tratará con todo de hacerlo candidato.
NOTAS INDISCRETAS… Los movimientos de Beatriz Paredes en torno de la candidatura priísta al GDF ya le costaron un distanciamiento con su amiga de toda la vida, María de los Ángeles Moreno. La senadora tenía también aspiraciones a gobernar la ciudad, pero ante la fuerza de Beatriz nada tiene que hacer, y parece que las amigas se distanciaron… ¿A quién conviene más un eventual debate entre el ex presidente Carlos Salinas y Andrés Manuel López Obrador? Sin duda que al tabasqueño, que aprovecharía el inédito debate para su campaña de contraste con el “viejo PRI”. En el PRI no les cayó nada bien el reto que hiciera el ex presidente y que aceptara de inmediato AMLO, ¿veremos el duelo de los innombrables...? Corren los dados. Otra Escalera.
Ésa, dicen los cercanos, es la mayor virtud que tiene a Ernesto Cordero Arroyo tan cerca del ánimo de Felipe Calderón. Que si bien el Presidente nunca encontró a un sustituto de Juan Camilo Mouriño, su prospecto presidencial fallecido intempestivamente en aquel misterioso accidente aéreo, el que más se acercaba a la confianza y a las expectativas que Calderón puso desde el principio en su secretario de Gobernación era Cordero.
Por eso, junto al ex secretario de Hacienda, ahora ya precandidato en campaña, se mueve el primer círculo del calderonismo conformado por los amigos más cercanos de Mouriño. Por eso están ahí Maximiliano Cortázar, César Nava, Jordy Herrera, Alejandra Sota, Ulises Ramírez, Salvador Vega Casillas, Abraham Cherem, Héctor Muñoz, Moisés Alcalde, todos parte del equipo que coordinara Juan Camilo en la campaña presidencial del 2006 y todos, alguna vez, parte del proyecto presidencial que llegó a acariciar el secretario de Gobernación antes de su repentina muerte. Es el mismo equipo que, durante la campaña de Calderón, se enfrentó a Josefina Vázquez Mota y a Florencio Salazar Adame, y cercó a la diputada para tratar de alejarla del ánimo del candidato Calderón.
Son los mismos que frenaron a Vázquez Mota cuando ésta, después del cuestionado triunfo calderonista, comenzó a moverse en busca de la Secretaría de Gobernación, posición que ya pretendía Juan Camilo, lo que ahondó las diferencias entre el grupo mouriñista con Josefina. Los vínculos entre Felipe Calderón, Juan Camilo Mouriño y Ernesto Cordero Arroyo provienen de la Cámara de Diputados, en la 58 Legislatura, cuando el hoy presidente encabezaba la fracción panista y el joven diputado campechano la Comisión de Energía. Cordero presidía entonces la Fundación Rafael Preciado, del PAN. A partir de ahí formaron un equipo y conforme Calderón ascendió, los dos jóvenes se volvieron sus brazos derecho e izquierdo; en Banobras, ambos acompañaron a Felipe. En la Secretaría de Energía, Mouriño fue subsecretario de Electricidad y Cordero subsecretario de Planeación Energética, y en la campaña uno llevaba la operación política y el otro la financiera. “Han sido dos pilares a lo largo de la carrera política del Presidente del 2000 a la fecha. Al fallecer Juan Camilo, ¿quién crees que le quedó a Calderón? Si viviera Mouriño, Ernesto Cordero no sería candidato”, comenta un panista de la cúpula.
Cordero había estrechado desde antes de la legislatura su relación con Calderón, cuando cursaron juntos la maestría en Políticas Públicas del ITAM. Si bien los dos, Mouriño y Cordero, son vistos como hijos políticos del Presidente, cada uno tuvo sus propias virtudes en el ánimo presidencial. Juan Camilo era el operador político, el que le resolvía problemas al Presidente, el creativo. Cordero, por su parte, es algo así como “el hijo obediente” de Calderón, no se aparta, cumple instrucciones, hace siempre su tarea y no da problemas. Por eso la campaña de Cordero es vista como la que hubiera sido la campaña de Juan Camilo y la que será la segunda versión de la campaña de Calderón.
Porque todos los operadores que ahora están con el ex secretario de Hacienda estuvieron en la campaña del actual presidente y habrían estado en la de Mouriño. La diferencia quizá es que todos esos operadores, primero calderonistas, luego mouriñistas y ahora corderistas, tienen mucha más experiencia política que en el 2006. Felipe Calderón perdió un hijo político en condiciones extrañas y dolorosas para él, pero al que le quedó tratará con todo de hacerlo candidato.
NOTAS INDISCRETAS… Los movimientos de Beatriz Paredes en torno de la candidatura priísta al GDF ya le costaron un distanciamiento con su amiga de toda la vida, María de los Ángeles Moreno. La senadora tenía también aspiraciones a gobernar la ciudad, pero ante la fuerza de Beatriz nada tiene que hacer, y parece que las amigas se distanciaron… ¿A quién conviene más un eventual debate entre el ex presidente Carlos Salinas y Andrés Manuel López Obrador? Sin duda que al tabasqueño, que aprovecharía el inédito debate para su campaña de contraste con el “viejo PRI”. En el PRI no les cayó nada bien el reto que hiciera el ex presidente y que aceptara de inmediato AMLO, ¿veremos el duelo de los innombrables...? Corren los dados. Otra Escalera.
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