11/04/2011

Gobierno de unidad nacional





El país esta fracturado y estamos al borde de cismas mayores, no hay acuerdos en ningún plano, ni entre los poderes federales, mucho menos entre los estados y la federación y hasta adentro de los partidos políticos hay una animosidad que anuncia tempestades; la reciente camorra entre un diputado panista sin talento y con conductas dudosas (todavía debe explicar porque una televisora le quitó judicialmente una casa por no pagar deudas de campaña) y un diputado personero del autoritarismo rancio, muestra como el debate parlamentario se ha rebajado a injurias entre los que no se puede decir que sean representantes del pueblo, porque son diputados plurinominales, o sea, impuestos por las burocracias de sus respectivos partidos.

Tenemos un presidente que no controla ni a su gabinete, pero va por el mundo dando consejos. Las instancias de gestión que aseguran la armonía entre la sociedad parecen derrumbarse como si estuvieran hechas de terrones de azúcar.

La debilidad institucional ha llegado a generar enormes vacios de poder, de los que se ha apoderado el hampa y como todos los factores que paladean el poder ellos tampoco lo soltaran con facilidad o voluntariamente y esa batalla será muy costosa.

Las instituciones han perdido credibilidad, tal vez las que más sufren de esta deficiencia sean las relacionadas con la impartición de justicia. Uno ve a un policía y lo menos que se le ocurre es pedir ayuda, es dramático el caso del joven que estaba desnudo en la calle huyendo de un sexoservidor que se presentó como mujer, la policía intento abusar del joven y terminó asesinándolo de un balazo. O el caso de la policía corrupta que arremete contra ciudadanos que protestan pero no encuentran criminales, como sucedió hace unos días en Ciudad Juárez cuándo arremetieron contra los indignados y los encarcelaron, porque según el jefe de la policía le faltaron el respeto al uniforme. Los jueces también tienen un serio problema de credibilidad y la sociedad se hartó y ha empezado a hacerse justicia por su propia mano cada vez con mayor frecuencia. El problema de los linchamientos es que despojan a los delincuentes de sus derechos y a la sociedad entera de las normas jurídicas.

Hace unas semanas sugerí que se contratara a una mesa directiva que controle al país, ya que si lo vemos como una corporación, podremos hacer de lado a los políticos que han hundido al país porque han impuesto su egoísmo y apetitos. Muchos amigos me llamaron diciéndome que era una gran idea, sin embargo, los políticos no reaccionan, tal vez porque propongo desplazarlos para limitar el daño que hacen.

Si los políticos no se harán a un lado para que alguien ponga orden, entonces sugiero que se forme un gobierno de unidad nacional, que servirá para balancear a los políticos y tratar de equilibrar sus abusos, este gobierno tendrán que evitar entre otras cosas:

1) Elección de estado en el 2012, esta es una tentación al parecer irrefrenable, una de las muestras la vemos en la elección en Michoacán como hace Calderón para elegir a su hermana. Una manipulación electoral en el 2012 acarrea el peligro de tensar demasiado la cuerda política con la subsecuente irritación y turbulencia.

2) Enfocar a la administración del país para evitar el hundimiento en la previsible tempestad económica y social que se avecina, el movimiento de los indignados se extiende y la inestabilidad financiera se aproxima.

3) Frenar la corrupción, especialmente evitar el saqueo típico de fin de sexenio que ahora por desgracia ya se alarga 11 años. Si los priistas cínicamente decían que el último año era el de Hidalgo (ay de aquel que deje algo), los panistas lo denominan el de Carranza (el de Hidalgo ya no alcanza).

4) Si se logran los elementos anteriores, un gobierno de unidad nacional permitirá manejar una transición suave y sin sobresaltos, lo que le dará seguridad a los inversionistas y tranquilidad a la sociedad, que verá que el barco no se hunde.

5) Por último aunque debería estar en primerísimo lugar, es fundamental salvaguardar a la enclenque democracia mexicana, porque aunque no lo parezca, estamos atorados en la transición y no contamos con las energías necesarias para consolidar un régimen de libertad y justicia.

Muchos países han intentado este tipo de gobierno, en Israel el primer ministro es de derecha y el de defensa es laborista; para los escépticos que le encuentran las fallas a todas las propuestas resumo esto con una sola idea: Un gobierno equilibrado, controlado y mesurado nos da mayores garantías que el actual cuyos déficit se extienden a muchas áreas. Y si de defender a la democracia se trata, tenemos muy poco que perder.

Samuel Schmidt
schmitd@mexico.com

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