Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
De un total de 3 mil 816 palabras pronunciadas por Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo capitalino y sus alrededores atiborrados de asistentes en la primera concentración –a la que para no variar Televisa regateó tomas aéreas y privilegió momentos en que ya la Plaza de la Constitución se encontraba semivacía–, desde el cierre de la campaña presidencial, son 262 palabras las que están en el centro de la información, el debate y la manipulación.
Dijo el de Macuspana, Tabasco: “En lo que a mí corresponde, en esta nueva etapa de mi vida, voy a dedicar toda mi imaginación y trabajo a la causa de la transformación de México. Lo haré desde el espacio que representa Morena (Movimiento Regeneración Nacional), por esta razón me separaré de los partidos del Movimiento Progresista. No se trata de una ruptura, me despido en los mejores términos. Me separo de los partidos progresistas con mi más profundo agradecimiento a sus dirigentes y militantes.”
Detalló: “Agradezco todo el apoyo que recibí de militantes y dirigentes del partido Movimiento Ciudadano, antes Convergencia. Estoy obligado a decir que en los momentos más difíciles, siempre contamos con el respaldo decidido de militantes y dirigentes del Partido del Trabajo, del PT, en particular, de su dirigente, Alberto Anaya. Agradezco, en especial, a los militantes y dirigentes del PRD, partido en el que me tocó participar desde su fundación, del cual fui dirigente nacional, y en el que milité durante estos últimos 23 años. Tengo en el PRD muchos amigos, que en todo momento me dieron su confianza y respaldo y, en correspondencia, considero que les di lo mejor de mí y los representé con entrega y dignidad. Estamos a mano y en paz.”
Pero lo más importante y a la vez menos valorado con rigor fue lo siguiente: “Estoy seguro que esta decisión ayudará a renovar y a fortalecer al movimiento progresista. Además, siempre que se trate de la defensa del pueblo, siempre que se trate de defender el patrimonio nacional y de luchar por la transformación del país, por estas causas superiores, estaremos dispuestos a caminar juntos y llegaremos a acuerdos para actuar como una sola organización.”
Si lo que AMLO dijo ante tantos partidarios tiene algún valor, mismo que omiten los intelectuales orgánicos y los conductores del duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio, donde en efecto, “el control que ejercen los potentados a través de los medios de comunicación es, cada vez, menos determinante”, la apuesta política para renovar al movimiento progresista parece más que explícita.
No están claros los caminos que transitarán dirigencias y militantes de las cuatro formaciones con incidencia en gobiernos estatales y municipales, así como en el Legislativo.
Mas tampoco parece pertinente y menos recomendable obviar el compromiso del líder de Morena, consistente en que en aras de defender el patrimonio de México y de pujar por la transformación nacional, concertará esfuerzos, “estaremos dispuestos a caminar juntos y llegaremos a acuerdos para actuar como una sola organización.” ¿Habla del partido-frente? No lo aclara.
Las definiciones por tomar –más allá de los interesados desplantes televisivos de Jorge Castañeda –¿Quién se queda con La Jornada, Proceso, #YoSoy132 y la CNTE?– tienen por delante un largo camino que las reformas estructurales de la mancuerna Felipe Calderón-Enrique Peña podrían abreviar sensiblemente. Allí se corroborará o no la pertinencia de este deslinde que sólo en términos legislativos le quita presión al presidente electo, pero no en términos sociales, en las plazas y calles del país, como lo reconfirmó en Saltillo, Coahuila, el movimiento estudiantil.
Acuse de recibo
“Gabriel Zaid señala que la idea del ‘estallido social’ es una ‘fantasía universitaria’ en su obra El progreso improductivo, de 1980 y con varias reediciones, pero también ha reiterado la afirmación en varios artículos periodísticos. Lorenzo Meyer afirmó que ‘la APPO y el movimiento de Atenco’ son (o serán) equivalentes a los movimientos de Independencia de 1810 y de la Revolución de 1910 (…) en un artículo en el diario Reforma en 2006 y lamento no precisar fecha, porque no guardé el recorte, pero me someto a cualquier comprobación hemerográfica y con una apuesta monetaria de por medio de que el artículo y la afirmación existen, en los dos casos. No acostumbro inventar citas, aunque puedo fallar en fechas, obviamente (...) ¿Qué plazo te gusta suficiente para que se genere el ‘estallido social’ que en severo tono admonitorio pronosticaron los caballeros Zambrano y Anaya? Si el caldero estaba presto para un estallido terrible, ¿cuántos días más? Según cálculos de física elemental, el caldero o estalla o se enfría. ¿Te parece en cualquier momento de aquí al último día de septiembre? Más allá de esa fecha, el caldero estaría más frío que una paleta de la marca Holanda”... Todo lo anterior, resumido, lo escribe Gustavo Cortés Campa sólo porque pedí: “Lo conducente es brindar las fuentes de las citas que utiliza”.
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