Tomás Mojarro
A la advocación del Alucinado de laTriste figura me acojo, vale decir: caballo tordo, armadura, lanza en astillero, venablo, lanzón y la espada, naturalmente, esa que, como la Excalibur del adulterino amador de Ginebra, es el arma de combate de todos los adalides de los tiempos idos que la blanden contra sus propios molinos de viento.
Siglos más tarde, la del Magno de Macedonia, la Tizona del De Vivar y demás legendarios aceros de hazañosos legendarios que cabalgan en olor de leyenda en los bajíos del mito, la fantasía y la realidad, nefastos algunos de ellos, como el Rodrigo violador de la Cava, que por ello perdió el reino y que, cuando roto y deshecho tras la derrota, se arrima a la confesión, los monjes le dan como penitencia convivir en tumba abierta con bichos y ofidios. “Ya me comen, ya me comen por do más pecado había”.
La tizona, símbolo supremo del poderío, la hidalguía, la nobleza, la justicia y el honor, pronta a socorrer viudas, huérfanos y demás desvalidos; la de los poderes mágicos, conquistadora de mundos en la diestra del torvo Cortés, con la que impondría esclavitud, mestizaje y religión, o casi, según se practica hoy día. Esa espada que, tinta en sangre de sus víctimas, víctima caería en estertores a los estridentes fogonazos de la bombarda, el mosquete y la culebrina, y así hasta hoy que, caída en desuso la espada de mi Dn. Quijote (casi tanto como el propio visionario del ideal, el vuelo, la alucinación, el espíritu), ambos renacen de sus cenizas y se rehabilitan en nuestro país y con nuestra gente. El Quijote no tanto, y mucho su acero, redivivo en las manos de esos esforzados que se confrontan a estas horas con la ralea de los rapaces proyanquis. ¡Helos, helos por do vienen del Angel al zócalo, adarga y espada al frente, redivivos quijotes de la triste figura! Heroico.
¿Heroico? ¿Con la exigencia y la mega-marchita como estrategia para lograr la utopía? ¿Con la espada en la diestra, cuando su enemigo histórico maneja el de alto poder? ¿Qué resultados benéficos para sus intereses arrojan el “exigir” y la toma de la vía pública? ¿No escucharon la burleta de Salinas? “Ni los veo, ni los oigo, y háganle como quieran”.
Ahí, el antídoto contra la marcha que un medio ha de ser, no un fin en sí mismo. A estos modernos quijotes que con la espada de la “movilización” intentaban conseguir el patrón sustituto, ¿qué les dicen los resultados, que son los que cuentan? ¿Qué cuentas benéficas les reportan exigencia y toma de espacios públicos? A los quijotes de espada que intentan la justicia con métodos obsoletos les falta el atributo principal del revolucionario, o no lo es: la autocrítica, que de tenerla se detendrían a analizar un hecho fehaciente: para sus “movilizaciones” el Sistema sintetizó el antídoto: “Ni los veo ni los etc.”, y ahí derrotó a los marchantes. Aquí digo a los compañeros electricistas:
- Su meta es muy justa. ¿Cómo planean conseguirla? ¿Con una espada contra el sardo de alto poder?
- Pero con una mejor. El la reciente asamblea decidimos dar la pelea con una espada más grande, de un acero mejor. ¡Miles de marchantes, calcúlale!
¿Espada contra rifle, compañeros? ¿Así intentar recobrar su fuente de empleo? ¿Exigir a Peña? ¿Con qué poder le exigen más allá del poder de enloquecer el tránsito y hacerse detestar de los automovilistas? ¿Leyes, justicia, soberanía popular? ¿Va a lograrlas la espada de una muchedumbre de átomos en movimiento espontáneo? Al enemigo no se le “exige; se le vence, sin más. ¿Con una espada? (Bah.)
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