1/25/2014

Entrevista a la activista brasileña Kelli Mafort, integrante y coordinadora de género del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST)


“Desde el feminismo campesino proponemos una combinación de feminismo y lucha contra el capital”

Berta Malv�rez Diez , Vera-Cruz Montoto

Madrid 23 ene. 14. AmecoPress/Diagonal.- Con motivo de la celebración del VI Congreso Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), que tendrá lugar en febrero de 2014 en Brasilia, Kelli Mafort ha viajado a los estados español y francés para reunirse con diferentes colectivos sociales, sindicatos y partidos políticos. Mafort, miembro de la Dirección Nacional del MST y coordinadora nacional del sector de género, nos habla sobre la reforma agraria, el feminismo en el MST o las últimas protestas en su país.

El VI Congreso del MST lleva por lema “Luchar, reforma agraria popular!” ¿Cómo ha cambiado la situación del campo los últimos años y cómo lo aborda el MST?

Bien, cuando el MST comenzó la lucha por la tierra, teníamos un mensaje claro de ocupar tierras improductivas para ponerlas a producir. En los últimos quince años, se ha dado un proceso de cambio por el cual Brasil se incorpora al proceso neoliberal, las tierras pasan a formar parte del agronegocio y la producción de mercancías para exportación se convierte en elemento básico de la economía brasileña.

Al no existir ya ese contingente de áreas improductivas, el Gobierno e incluso intelectuales de izquierda, sostienen que la reforma agraria es una demanda atrasada y ya superada. Al mismo tiempo, la población rural en Brasil es sólo un 14% del total, un campo sin gente. De modo que debemos conseguir que las personas urbanas se involucren también en la defensa de la tierra. Desde el MST fomentamos que las personas trabajen en la agricultura familiar pero, en los lugares donde no es posible, ponemos en marcha puntos de venta directo en los asentamientos para que las personas de las ciudades cercanas puedan abastecerse. Y que esto nos permita, además, repensar las relaciones urbano-rurales en la lucha por la reforma agraria.

Continuando con la defensa de la tierra, no se si has oído hablar de la conocida como “Ley Montoro” que va a eliminar entidades locales menores y traerá como consecuencia que bienes comunes puedan ponerse a la venta.

Me parece algo terrible, de lo que no, no había oído hablar. Sin embargo, esa situación me recuerda al proceso de consolidación/emancipación de asentamientos, que el Gobierno Dilma está acelerando. Muy resumidamente, consiste en cambiar la figura legal de las tierras, de modo que puedan ponerse a la venta, algo hasta ahora no permitido. En un Brasil con casi pleno empleo, con incentivos muy escasos para el campo, que las tierras de las personas asentadas por el MST pasen a ser propiedades y puedan venderse, puede suponer una nueva concentración de tierras en manos de las grandes empresas transnacionales.

¿Cuál es el papel de las mujeres del MST en la lucha por la reforma agraria y contra esas transnacionales?

Al comienzo del Movimiento, eran los hombres los que estaban vinculados a las cuestiones productivas y dominaba la idea de constituir grandes cooperativas agrarias que compitieran contra los grandes latifundistas y la industria agroalimentaria. Pero este modelo trajo endeudamiento para las familias, alta dependencia de insumos y, en fin, la inviabilidad de la vida en el campo. Es ahí cuando las mujeres del MST hablan de las contradicciones de esa matriz productiva masculinizada y afirman que es el momento de una agricultura diversificada que luche por la soberanía alimentaria de los pueblos. Para conseguirlo, es necesario luchar contra el agronegocio, y eso es lo que proponemos desde el “feminismo campesino popular” de la Vía Campesina, una combinación de feminismo y lucha contra el capital. Para visibilizar todo esto, desde el 2006, las acciones del 8 de marzo del MST se centran en la lucha contra las transnacionales.

¿Cuáles son los factores concretos dentro del MST que hacen necesaria la organización de las mujeres (más allá de los factores que hacen necesaria esa lucha en cualquier ámbito de la sociedad)?

Las mujeres del MST trabajamos en organizaciones de mujeres desde el comienzo del movimiento. Lo que vemos es que, durante la conquista por la tierra, en los campamentos, vivimos en condiciones bastante equitativas con los hombres; mientras el objetivo es conseguir la tierra, es la comunidad la que está en el centro de la organización.

Sin embargo, cuando las personas pasan a estar asentadas, es la familia heteropatriarcal la que sustituye a la comunidad y, paradójicamente, la consecución de las tierras implica un empeoramiento de las condiciones de vida y de los derechos de las mujeres. A partir del año 2000, vemos que es necesario constituir el sector de género, no para sustituir a las organizaciones de mujeres, sino como espacio de empoderamiento, incluso para conspirar, y llevar después los debates sobre género a los espacios mixtos del MST.

Hasta ahora, hemos conseguido que la paridad sea un hecho en todos los órganos de decisión y, en el VI Congreso, el debate sobre género tendrá un lugar dentro de los debates sobre el Movimiento y no sólo como una cuestión específica de las mujeres. No obstante, esa participación no es efectiva porque las condiciones para que las mujeres participen no son equitativas. De manera que podemos decir que ha habido muchas conquistas, pero que las mujeres tenemos aún mucho que luchar dentro del MST.

¿Cómo valora el MST las últimas protestas en Brasil?

La verdad es que las protestas fueron una sorpresa, nadie esperaba movilizaciones una vez comenzada la Copa Confederaciones y, menos aún, que estuviesen protagonizadas por gente joven. Muchas organizaciones de izquierda, en un tono soberbio, despreciaron las protestas calificándolas de despolitizadas. El MST se pregunta cómo estas organizaciones, que han abandonado el proceso de formación política de la población, pueden pretender después que las protestas las protagonicen personas muy formadas políticamente.

En cualquier caso, para el MST fue y es un motivo de alegría. Han sido movilizaciones importantísimas no sólo en las grandes ciudades, sino en el interior del país, donde hacía años que no se producía un fenómeno como éste. Para el MST es positivo también porque, cuando disminuyó la intensidad de las protestas, la gente buscó cómo continuar luchando en proyectos concretos y muchas personas se acercaron a nuestros campamentos y asentamientos para participar y apoyarnos.
Foto: Kelli Mafort.

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