“Desde el feminismo campesino proponemos una combinación de feminismo y lucha contra el capital”
Berta Malv�rez Diez , Vera-Cruz Montoto
Madrid
23 ene. 14. AmecoPress/Diagonal.- Con motivo de la celebración del VI
Congreso Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra
(MST), que tendrá lugar en febrero de 2014 en Brasilia, Kelli Mafort ha
viajado a los estados español y francés para reunirse con diferentes
colectivos sociales, sindicatos y partidos políticos. Mafort, miembro
de la Dirección Nacional del MST y coordinadora nacional del sector de
género, nos habla sobre la reforma agraria, el feminismo en el MST o
las últimas protestas en su país.
El VI Congreso del MST lleva por lema “Luchar, reforma agraria popular!” ¿Cómo ha cambiado la situación del campo los últimos años y cómo lo aborda el MST?
Bien, cuando
el MST comenzó la lucha por la tierra, teníamos un mensaje claro de
ocupar tierras improductivas para ponerlas a producir. En los últimos
quince años, se ha dado un proceso de cambio por el cual Brasil se
incorpora al proceso neoliberal, las tierras pasan a formar parte del
agronegocio y la producción de mercancías para exportación se convierte
en elemento básico de la economía brasileña.
Al no existir
ya ese contingente de áreas improductivas, el Gobierno e incluso
intelectuales de izquierda, sostienen que la reforma agraria es una
demanda atrasada y ya superada. Al mismo tiempo, la población rural en
Brasil es sólo un 14% del total, un campo sin gente. De modo que
debemos conseguir que las personas urbanas se involucren también en la
defensa de la tierra. Desde el MST fomentamos que las personas trabajen
en la agricultura familiar pero, en los lugares donde no es posible,
ponemos en marcha puntos de venta directo en los asentamientos para que
las personas de las ciudades cercanas puedan abastecerse. Y que esto
nos permita, además, repensar las relaciones urbano-rurales en la lucha
por la reforma agraria.
Continuando
con la defensa de la tierra, no se si has oído hablar de la conocida
como “Ley Montoro” que va a eliminar entidades locales menores y traerá
como consecuencia que bienes comunes puedan ponerse a la venta.
Me parece algo
terrible, de lo que no, no había oído hablar. Sin embargo, esa
situación me recuerda al proceso de consolidación/emancipación de
asentamientos, que el Gobierno Dilma está acelerando. Muy
resumidamente, consiste en cambiar la figura legal de las tierras, de
modo que puedan ponerse a la venta, algo hasta ahora no permitido. En
un Brasil con casi pleno empleo, con incentivos muy escasos para el
campo, que las tierras de las personas asentadas por el MST pasen a ser
propiedades y puedan venderse, puede suponer una nueva concentración de
tierras en manos de las grandes empresas transnacionales.
¿Cuál es el papel de las mujeres del MST en la lucha por la reforma agraria y contra esas transnacionales?
Al comienzo
del Movimiento, eran los hombres los que estaban vinculados a las
cuestiones productivas y dominaba la idea de constituir grandes
cooperativas agrarias que compitieran contra los grandes latifundistas
y la industria agroalimentaria. Pero este modelo trajo endeudamiento
para las familias, alta dependencia de insumos y, en fin, la
inviabilidad de la vida en el campo. Es ahí cuando las mujeres del MST
hablan de las contradicciones de esa matriz productiva masculinizada y
afirman que es el momento de una agricultura diversificada que luche
por la soberanía alimentaria de los pueblos. Para conseguirlo, es
necesario luchar contra el agronegocio, y eso es lo que proponemos
desde el “feminismo campesino popular” de la Vía Campesina, una
combinación de feminismo y lucha contra el capital. Para visibilizar
todo esto, desde el 2006, las acciones del 8 de marzo del MST se
centran en la lucha contra las transnacionales.
¿Cuáles
son los factores concretos dentro del MST que hacen necesaria la
organización de las mujeres (más allá de los factores que hacen
necesaria esa lucha en cualquier ámbito de la sociedad)?
Las mujeres
del MST trabajamos en organizaciones de mujeres desde el comienzo del
movimiento. Lo que vemos es que, durante la conquista por la tierra, en
los campamentos, vivimos en condiciones bastante equitativas con los
hombres; mientras el objetivo es conseguir la tierra, es la comunidad
la que está en el centro de la organización.
Sin embargo,
cuando las personas pasan a estar asentadas, es la familia
heteropatriarcal la que sustituye a la comunidad y, paradójicamente, la
consecución de las tierras implica un empeoramiento de las condiciones
de vida y de los derechos de las mujeres. A partir del año 2000, vemos
que es necesario constituir el sector de género, no para sustituir a
las organizaciones de mujeres, sino como espacio de empoderamiento,
incluso para conspirar, y llevar después los debates sobre género a los
espacios mixtos del MST.
Hasta ahora,
hemos conseguido que la paridad sea un hecho en todos los órganos de
decisión y, en el VI Congreso, el debate sobre género tendrá un lugar
dentro de los debates sobre el Movimiento y no sólo como una cuestión
específica de las mujeres. No obstante, esa participación no es
efectiva porque las condiciones para que las mujeres participen no son
equitativas. De manera que podemos decir que ha habido muchas
conquistas, pero que las mujeres tenemos aún mucho que luchar dentro
del MST.
¿Cómo valora el MST las últimas protestas en Brasil?
La verdad es
que las protestas fueron una sorpresa, nadie esperaba movilizaciones
una vez comenzada la Copa Confederaciones y, menos aún, que estuviesen
protagonizadas por gente joven. Muchas organizaciones de izquierda, en
un tono soberbio, despreciaron las protestas calificándolas de
despolitizadas. El MST se pregunta cómo estas organizaciones, que han
abandonado el proceso de formación política de la población, pueden
pretender después que las protestas las protagonicen personas muy
formadas políticamente.
En cualquier
caso, para el MST fue y es un motivo de alegría. Han sido
movilizaciones importantísimas no sólo en las grandes ciudades, sino en
el interior del país, donde hacía años que no se producía un fenómeno
como éste. Para el MST es positivo también porque, cuando disminuyó la
intensidad de las protestas, la gente buscó cómo continuar luchando en
proyectos concretos y muchas personas se acercaron a nuestros
campamentos y asentamientos para participar y apoyarnos.
Foto: Kelli Mafort.
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