NACIONAL
Cobertura de combate al crimen, “peor que en zonas de guerra”
CIMACFoto: Gabriela Mendoza Vázquez
Por: Anayeli García Martínez
Cimacnoticias | México, DF.-La estrategia de seguridad contra el narcotráfico que México emprendió durante el sexenio de Felipe Calderón convirtió al gremio periodístico en víctima, ya que las y los informadores fueron censurados, secuestrados, desaparecidos, asesinados, o fueron víctimas secundarias al reportar los saldos de los crímenes y dar voz a las denuncias y quejas ciudadanas.
En el foro “El impacto de la violencia atribuida a la delincuencia organizada”, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, los periodistas Elia Baltazar y Rogelio Flores Morales afirmaron que muchos ataques y agresiones al gremio siguen impunes, y las y los comunicadores ahora viven con las secuelas de la estrategia contra el crimen organizado.
Flores Morales, coordinador del Centro de Documentación de la revista Proceso y quien realizó en 2012 una investigación doctoral al respecto, afirmó que las y los reporteros sufrieron un impacto emocional luego de trabajar en medio del combate al narco, un contexto que definió como “peor que reportear en zonas de guerra”.
A través de una investigación académica y una encuesta que el periodista aplicó a 140 reporteras y reporteros de 22 estados del país, todos asignados a la fuente policiaca o de Derechos Humanos (DH), encontró que muchos colegas presentaban signos de estrés postraumático, depresión, irritabilidad, miedo y tristeza, y que algunos habían recurrido al alcohol para hacer frente a las experiencias vividas.
Los resultados arrojaron que 45.5 por ciento de las y los entrevistados se vieron en riesgo al realizar su trabajo informativo; 59.1 por ciento cubrió algún hecho relacionado con la amputación o fragmentación del cuerpo de una persona, y 96 por ciento observó casos de personas heridas, es decir estuvieron en contacto con hechos traumáticos.
Asimismo los resultados indicaron que 93 por ciento de las y los periodistas consultados tuvo contacto con familiares de víctimas; 41 por ciento de quienes cubrían la fuente de DH o policiaca presentó estrés postraumático, y en comparación con los corresponsales que en 2002 estuvieron en guerras, ellos tenían más consecuencias emocionales.
Del total de personas entrevistadas, 77 por ciento presentó síntomas de ansiedad, es decir uno de cada cuatro, además 42 por ciento tenía depresión. Flores Morales explicó que esto se manifestó en síntomas como irritabilidad o enojo, y otro 26 por ciento bebió alcohol como respuesta evasiva a lo que vivió.
Para ilustrar estas consecuencias, mencionó el caso de una reportera de Guasave, Sinaloa, madre de familia de 43 años, que cubría la fuente de seguridad y crimen organizado. La mujer, con 20 años de experiencia como reportera y profesora universitaria, presentó sintomatología de estrés postraumático y entró en crisis luego de cubrir una noticia.
La reportera recibió la primicia de que en las instalaciones de un periódico dejaron una caja, acudió al lugar y cuando abrieron el paquete encontró una cabeza humana forrada con un balón de futbol. A pesar de que ya había observado otros eventos violentos, a partir de este hecho entró en crisis.
Después de tantas coberturas sangrientas, la mujer enfermó, no podía asimilar tanta crueldad, tuvo pesadillas, no podía salir de su casa, la imagen no se apartó de su mente, tenía ataques de llanto, no podía comer, vivía angustiada, con miedo y con rabia de sentirse amenazada. “Se necesitaría no ser humano para que todo esto no te afecte”, declaró.
Un caso más que demuestra cómo reporteros son víctimas de guerra es el caso de un fotógrafo de Cuernavaca de 31 años. El hombre cubría seguridad y crimen organizado; con 11 años de experiencia fue marcado cuando en 2010 le tocó fotografiar a unos hombres que fueron colgados de un puente en esa ciudad; desde entonces las imágenes en su mente no lo abandonan.
Un caso más fue el de una reportera del DF, de 33 años, que al cubrir la fuente de DH siguió las Caravanas por la Paz que se realizaron por el país, para documentar los estragos del combate al crimen organizado. Desde entonces tuvo una crisis, no para de llorar al recordar las historias o crímenes como los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.
El también investigador aseguró que ante las consecuencias emocionales, es necesario hacer cambios institucionales, dar mayor presupuesto a la salud mental, y lograr el compromiso de los medios para que apoyen a sus reporteros y trabajadores con mejores condiciones laborales y servicios de salud.
Por otra parte, Rogelio Flores aseguró que en el gremio impera la cultura del silencio y el “machismo”, entendido como la idea de que las y los informadores deben enfrentar todo y ser invulnerables, por lo que aseguró que es hora de que acepten que hay límites.
En tanto, la periodista Elia Baltazar explicó que ante los crímenes contra la libertad de expresión, que son ajenos para autoridades y sociedad, muchas reporteras han aprendido a asumirse como defensoras de DH y a solidarizarse, hacer redes, y levantar la voz para exigir la liberación o localización de sus compañeros o exigir justicia a los asesinados.
La también fundadora de la Red Periodistas de a Pie indicó que a pesar de ello se topan con la omisión gubernamental que arguye la creación de un inservible Mecanismo de Protección y de una fiscalía especializada que no da resultados, además leyes inaplicables, que dejan en el limbo las investigaciones y en el olvido los nombres de las y los compañeros agredidos.
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