4/23/2014

Todo por una propina


Manuel Fuentes Muñiz


Se ha hecho costumbre en restaurantes, bares, gasolineras, estacionamientos, hoteles, entre otros, contratar a trabajadores sin pago de salario alguno a cambio de una propina que otorgan voluntariamente los propios consumidores.
Compartir Imprimir E-mail

Los empresarios hacen este tipo de contrataciones con el mayor cinismo, a plena luz del día, en lugares públicos, sin necesidad de ocultarse, porque saben que no habrá sanción para ellos. Se han percatado que las autoridades locales, (léase gobernadores, jefe del gobierno del Distrito Federal, e incluso organismos como el Instituto Mexicano del Seguro Social) solapan este tipo de violaciones a los derechos laborales en abierta complicidad con ellos.

Los propios funcionarios son consumidores en este tipo de establecimientos y hasta dejan la propina sin interesarles que estos trabajadores carezcan de salario y prestaciones, sean obligados a comprar sus propios uniformes y hasta sus instrumentos de trabajo, a riesgo de no permitirles realizar su labor.

Hay lugares donde los empresarios retienen la propina de sus trabajadores una quincena y hasta un mes, y aprovechando la ocasión de ser ellos quienes las reciben, a través de los pagos bancarios que hacen los clientes, se quedan con parte de ella. No permiten que sus ingresos sean supervisados por nadie, mucho menos por los trabajadores, que ni siquiera, en la mayor parte de los casos tienen un contrato de trabajo por escrito, ni cuentan con sindicato que los defienda.

Si sufren algún riesgo de trabajo es problema de los trabajadores.  El cargar viandas pesadas y estar muchas horas de pie pronto les trae consecuencias en su salud, sin que haya manera de obligar al patrón a responder por ello. Todo es a su cuenta y riesgo del “propinero”.

Cuidado que se rompa un plato o se tropiecen con la vianda porque se van a la calle y son ellos quienes tienen que pagar la cuenta completa.

Las jornadas de trabajo, con frecuencia exceden de los máximos legales. Hay ocasiones que grupos de meseros son contratados, por esas compañías de fiestas y comidas para atender diversos eventos, uno tras otro, rebasando las 24 horas de jornada continua. ¡Todo por una propina!, que no se les paga ni oportuna ni de manera completa.

Este tipo de empresas hasta negocian con sus clientes, en caso de bodas o comidas masivas, el pago de propinas adelantadas en la cuenta total, que luego esquilman a sus trabajadores.

El ser mesero o mesera es un verdadero arte. Con apenas tres dedos, a manera de tenaza, con una sola mano, levantan las charolas de varios kilos, con gran estilo y maestría.  Una especialidad que pocos reconocen.

Por supuesto que no gozan de prestaciones de ninguna especie como aguinaldo, vacaciones, prima de vacaciones y prima dominical, mucho menos cotizaciones en el Seguro Social.

Las autoridades saben de estas irregularidades y nada hacen por corregir esta situación porque temen la inconformidad de ese grupo de comerciantes que siempre chantajean con el cierre de sus negocios.

Son a los gobernadores de los estados y al jefe de gobierno del Distrito Federal a quienes corresponde vigilar a través de sus áreas de inspección del trabajo que las personas que laboran en estos centros de trabajo reciban los beneficios de la Ley Federal del Trabajo, pero no hay constancia de que ello ocurra.

Recientemente el Primer Tribunal Colegiado de Circuito en materia de trabajo, en un pleito laboral de cerca de 5 años, reconoció que quienes reciben propinas también son trabajadores.  Esto no tiene nada de extraordinario porque es obvio que quien está sujeto a un lugar de trabajo, a un horario y recibe órdenes para realizar determinada actividad es un trabajador.

El problema en un juicio ante las Juntas de Conciliación y Arbitraje es demostrar la subordinación laboral.  Los llamados “propineros” no cuentan con ningún tipo de constancia escrita de su calidad laboral.  Todos los tratos con ellos son verbales y los testigos que puedan presentarse ante una autoridad son escasos. Las autoridades exigen muchos requisitos para que su testimonio sea reconocido.

Demostrar en un tribunal laboral la existencia de las propinas y su monto es muy difícil.  Es la propina un elemento para demostrar la relación laboral, pero sólo a través del testimonio de los clientes se puede constatar y pocos se atreven a hacerlo.

La propina no puede ser considerada “el salario” de este tipo de trabajadores, sino parte de él, como lo reconoce la Ley Federal del Trabajo en su artículo 346, pero ahora el respeto a los derechos laborales carece de importancia en este país.

No es justificable que la ausencia de empleos permita este tipo de abusos ni que los funcionarios, obligados a evitar este tipo de irregularidades, justifiquen su omisión a cambio de una propina, que la dejan con desdén, como si fuera una dádiva. 

mfuentesmz@yahoo.com.mx      
@Manuel_FuentesM

No hay comentarios.:

Publicar un comentario