3/30/2015

Informe de la CNDH revela que mafias gobiernan las cárceles de mujeres


Los centros que mayores irregularidades presentan son los del sureño estado de Guerrero, seguidos del Estado de México, Puebla, Sinaloa, Michoacán y Oaxaca pero los problemas se repiten de norte a sur del país.




Las cárceles de mujeres en México son reinos paralelos gobernados por mafias donde se abusa, se extorsiona e incluso se prostituye a las presas que mayoritariamente viven hacinadas, con grandes carencias de higiene y alimentación, entre violaciones constantes de sus derechos.
Así lo indica un informe divulgado este domingo 29 de marzo por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, un organismo estatal autónomo, que analizó las condiciones de 77 de las 102 prisiones del país que albergan a un total de 12.690 mujeres.
La Comisión urge a corregir los problemas que hacen que la discriminación de la mujer se agrave en las cárceles, ya que en 65 de los centros ellas tienen carencias que los hombres no tienen, y denuncia que parte de estas violaciones e irregularidades ya fueron resaltadas en un documento de 2013 pero no se solucionaron.
El informe subraya deficiencias en la alimentación y la higiene, en el acceso al servicio médico o la atención a los niños, pero también problemas de malos tratos, abusos sexuales y cobros por seguridad por parte de “gobiernos paralelos” que en ocasiones son dirigidos por hombres presos en la parte masculina del reclusorio y vinculados con el crimen organizado.
Así, mientras unas mujeres de 51 centros viven hacinadas, duermen en el suelo entre cucarachas, chiches y ratas, y en otras 20 prisiones son obligadas a prostituirse, otras reclusas -muchas veces en esas mismas prisiones- tienen celdas privadas con televisiones de plasma, microondas, refrigeradores y teléfonos celulares.
Los centros que mayores irregularidades presentan son los del sureño estado de Guerrero, seguidos del Estado de México, Puebla, Sinaloa, Michoacán y Oaxaca pero los problemas se repiten de norte a sur del país.
Al igual que en otras ocasiones se denunció en las cárceles de hombres, quien realmente manda tras las rejas de 38 prisiones no es la autoridad sino los internos, asegura el informe. De hecho, en muchos de los reclusorios las presas tienen el candado de sus propias puertas y hay una sola agente de seguridad en cada turno.
De ahí que la Comisión señale el “autogobierno” como uno de los principales problemas que conlleva los cobros de extorsiones, el pago por “garantizar su integridad física”, la administración de los servicios supuestamente gratuitos y la asignación de privilegios.
Estas mafias controlan y venden los espacios, ejecutan castigos —como determinar el aislamiento hasta por 30 días-, deciden quien participa y quien no de las actividades de reinserción, quién puede o no recibir una visita familiar o conyugal, y hasta el control de las llamadas por teléfono.
La Comisión indicó que incluso fueron estas líderes quienes acompañaron a su personal durante las visitas y las entrevistas a las internas.
Presas con mascota, televisión por cable…
La prisión de Culiacán (en el estado noroccidental de Sinaloa) es posiblemente donde los privilegios llegan a niveles más insospechados: presas con mascota, cámaras de seguridad no controladas por los funcionarios de la prisión, celdas con suelos de azulejos, servicios exclusivos de cocina y televisión por cable. En Culiacán quien manda es una interna denominada “Alcaide”.
Y en el centro de reclusión Topo Chico, en la norteña ciudad de Monterrey, Nuevo León, las internas que ejercen el autogobierno son controladas por grupos delictivos recluidos en el área varonil.
Los tratos discriminatorios y las humillaciones son una denuncia recurrente de las internas junto con las amenazas pero en 33 centros se quejan además de golpes y en el centro de reclusión de Nezahualcóyotl Bordo de Xochiaca, en el Estado de México, varias encuestadas señalaron que fueron víctimas de abusos sexuales.
Casos de prostitución son denunciados en 20 centros de 13 estados distribuidos por todo el país y, en ocasiones, estas prácticas son utilizadas “como forma de pago para acceder a servicios de la institución” como una cama o simplemente para no ser agredidas.
El hacinamiento en algunos lugares llega al 246%, varias cárceles no tienen agua corriente, los inodoros no tienen cisternas, hay instalaciones eléctricas improvisadas, con mayor riesgo de provocar cortocircuitos y en otras prisiones hombres y mujeres conviven juntos.
Entre las 22 recomendaciones que hace la Comisión para corregir todas estas violaciones destaca erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres, que se les den tres comidas al día y que quien mande en las cárceles sea la autoridad.

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