Carlos Bonfil
Fotograma de este thriller político de la estadunidese Kelly Reichardt
Catástrofes individuales. En Radicales (Night moves, 2013), cinta estadunidense de Kelly Reichardt (Wendy y Lucy,
2008), el tema de una militancia ambientalista orillada, por la
impotencia y la frustración, a tomar decisiones extremas sugeriría la
elaboración de un thriller político con etapas muy precisas,
desde la minuciosa planeación de un atentado hasta el éxito o fracaso
del mismo, y el modo en que los participantes consiguen burlar o no la
persecución de las autoridades.
Hasta cierto punto, la directora se atiene en una primera parte a
este esquema narrativo. El granjero ecologista Josh (Jesse Eisenberg),
su compañera sentimental Dena (Dakota Fanning) y un experto en
explosivos, el ex marine Harmon (Peter Sarsgaard), deciden
pasar a la acción y hacer estallar una presa hidroeléctrica en Portland
(lugar simbólico de la protesta ambientalista), hartos de luchar por la
vía pacífica contra un irrefrenable deterioro del ecosistema.
Con cierta morosidad y ritmo pausado, Radicales detalla los
preparativos del atentado, la difícil obtención de sustancias químicas
controladas –abono industrial para grandes superficies agrícolas–, que
poseen un potencial destructivo, y las complejas relaciones que se
tejen entre los tres personajes a la luz del proyecto. Buena parte de
esa exposición reposa en una utilización astuta de la elipsis
narrativa. El procedimiento de escamoteo visual con fines de suspenso
será todavía mayor en la escena clave del atentado.
La
destreza de la realizadora tiene su mejor momento en la exploración de
los efectos sicológicos de la acción extrema sobre dos de los
personajes (la pareja sentimental), y de modo especial sobre Josh, el
joven cuyo equilibrio emocional parece encaminarse al colapso. Esta
observación casi clínica de los sentimientos de paranoia y culpa, de
desorientación total frente al objetivo inicial y sus consecuencias
imprevistas, y también la mirada a personajes secundarios –los
moradores de la granja– al filo del temor y la suspicacia, recelosos de
ser cómplices involuntarios en una tragedia que apenas comprenden, crea
un clima de desasosiego generalizado con el que Radicales rebasa holgadamente su aparente filiación genérica. Es interesante ver a Jesse Eisenberg, tan habilidoso y fatuo en Red social (The social network, Fincher,
2010), transformado aquí en un ser anímicamente vulnerable, un manojo
de nervios y una voluntad extraviada. Una constatación complementaria
del talento de una directora (también editora y guionista) en pleno
control de sus capacidades narrativas.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. Funciones a las 15 y 20 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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