Leonardo García Tsao
Cannes. Después de perderme la película inaugural, La tête haute (La cabeza en alto),
de la directora Emmanuelle Bercot, por problemas de transporte que
sería muy tedioso describir, hice un breve pero significativo sondeo
entre los colegas que sí asistieron a la primera función de prensa. La
mayoría opinó que, después de un buen comienzo, la película se volvía
predecible, repetitiva y convencional. No me consta, pero ahí se las
dejo. Lo más extraño es que transcurría su función de gala al mismo
tiempo que la película se estrenaba en toda Francia.
Los programadores hacen cosas desesperadas para tener supuestas
exclusivas. Así, las funciones mañanera y la estelar de las siete de la
noche se dedicaron a promover Mad Max: furia en el camino, como
si a la película le hiciera falta más publicidad. Según saben quienes
lean estas líneas, el regreso del australiano George Miller a su
franquicia más popular –y la verdad sea dicha, más emocionante– se
estrenará simultáneamente en las pantallas mundiales, incluyendo las de
México, con el consecuente éxito de taquilla.
La película en sí es una larga persecución circular, una especie de reboot de la secuencia climática de Mad Max 2,
en la que Miller demuestra que, a pesar del tiempo transcurrido, nadie
le gana en extraer espectacularidad cinematográfica de ese choque entre
la testosterona, el gusto por la destrucción, el octanaje, la violencia
y el exceso. Mamarrachos como Michael Bay, Joss Whedon y tantos otros
maquiladores de fantasías torpes deberían aprender con el ejemplo, que
recibió una larga ovación al final de su primera proyección en el
Palais.
Para abrirle el camino a Mad Max, se realizaron un día antes las correspondientes funciones de prensa de la japonesa Diario de Umimachi (o Nuestra hermanita), de Hirokazu Kore-eda, y la italiana Il racconto dei racconti (El cuento de los cuentos),
de Mateo Garrone. La de Kore-eda fue relegada al turno del Patito Feo,
con una única función pública a las cuatro de la tarde, cuando merecía
un mejor sitio.
Con un discreto tono emotivo, el cineasta japonés evoca el ejemplo
del clásico Yasujiro Ozu en tanto que su historia –tres hermanas
adoptan a la adolescente media hermana, hija de su padre fallecido–
carece de conflictos importantes. A diferencia de Ozu, Kore-eda muestra
un Japón moderno, muy influido por la cultura occidental, a pesar de
que ciertas tradiciones persisten. No obstante una música demasiado
sentimental, Nuestra hermanita sí consigue hacer palpable cómo la chica Suzu (Hirose Suzu), linda e inocente, sirve para restaurar el balance familiar.
Dentro de la moda actual de revivir los cuentos de hadas con una nueva óptica, el italiano Garrone ha hecho en Il racconto dei racconti una
adaptación de los relatos –para mí desconocidos– de Giambattista
Basile. Lo que el cineasta no advirtió es el efecto de lo que en la
civilización occidental se denomina la Maldición de Salma. Película
tras película, la señora Hayek de Pinault ha labrado una filmografía
sembrada de petardos y esta no es la excepción. Aunque su actuación es
breve y mesurada en una estructura episódica, alternando con buenos
intérpretes como John C. Reilly, Toby Jones y Vincent Cassel, es
suficiente para hacer cumplir su mal agüero.
La película debería retitularse El cuento de nunca acabar,
por la forma con que Garrone pierde el rumbo con varias narraciones en
las que el deseo y la ambición son castigadas de forma grotesca. La
solidez realista que el realizador había mostrado en Gomorra (2008), se ha desvanecido con la burda sátira social de Reality (2012)
y ahora esta colección carente de encanto y brío narrativo. A pesar de
todos sus fallos, mucho más inspirada en ese mismo espíritu fue Los hermanos Grimm (2005), de Terry Gilliam, un director que sí posee imaginación visual en demasía.
Pasando a la nota de sociales, hoy en la noche se celebrará la
fiesta del cine mexicano, esta vez dentro de la inauguración del
Mercado del Filme. O sea, será la Secretaría de Turismo junto con el
propio festival de Cannes –no el Imcine, como era tradicional– los que
pagarán la cuenta. Son tiempos de austeridad.
Twitter: @walyder
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