2/14/2016

‘‘El Papa no solucionará problemas, pero nos puede cambiar el ánimo’’: rector de la Ibero


Visita Papal
Su presencia no debe ser sólo espectáculo y alegría superficial, dice Fernández Dávalos

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El académico durante la entrevistaFoto María Meléndrez Parada
Arturo Sánchez Jiménez
 
Periódico La Jornada
México vive una crisis de derechos humanos y por eso la presencia del papa Francisco en nuestro país no puede quedarse ‘‘en una visita más de espectáculo y alegría superficial’’, dice David Fernández Dávalos, rector de la Universidad Iberoamericana (Uia).
El sacerdote jesuita, que dirigió el Centro Prodh de 1994 a 1998, cree que el pontífice ‘‘no dará soluciones a nuestros problemas ni su presencia hará que avancen investigaciones como las de Ayotzinapa, pero nos puede cambiar el ánimo’’. Y eso, afirma en entrevista, no es poca cosa, pues nuestra sociedad está irritada y abatida.
El panorama mexicano no es nada alentador, dice. ‘‘Vivimos una crisis de derechos humanos. Algunos funcionarios piensan que hay una sobrexposición internacional del tema, pero no es así. Tuvimos Ayotzinapa y ahora tenemos de nuevo Tierra Blanca, como si no hubiéramos aprendido nada, pues nuevamente están involucradas fuerzas del Estado en desapariciones que no se esclarecen.
‘‘Y así cientos, miles de de-saparecidos en el país. Tenemos una situación de violencia provocada no sólo por el narcotráfico, sino también porque el combate a las organizaciones criminales se ha hecho con exceso de fuerza y violaciones a los derechos de las comunidades.
‘‘Tenemos la tortura y su crecimiento, que el gobierno de México ha querido negar. A esto se agregan que los casos de violaciones graves a los derechos humanos no se han esclarecido ni se ha castigado a los culpables.’’
El rector considera que en la visita que el Papa comienza hoy al país –que concluirá el 17 de febrero–, el pontífice seguramente hablará de estos temas, que han sido documentados y denunciados por la Compañía de Jesús. Lo que ve difícil es que se refiera a casos específicos, como el de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
La razón, dice, es que en México ‘‘hay más víctimas que las de esos casos particulares’’. Pero para todos aquellos que buscan a un familiar desaparecido o que luchan por obtener justicia, que han sido agraviados por violaciones a los derechos humanos, el Papa ‘‘tendrá una palabra de estímulo, de aliento y respaldo’’, asegura el sacerdote.
‘‘No va a traer soluciones. Él mismo lo ha adelantado. Encontrarlas es algo que nos toca a nosotros, las mexicanas y los mexicanos. Pero lo que diga puede ser una palabra clave que catalice procesos sociales, que ahora están dispersos y que así podrían cuajar y generar dinámicas que mejoren la convivencia social en el país.’’
Fernández Dávalos lo explica así: ‘‘En los años recientes en México han prevalecido desencanto, desinterés y desconcierto ante la situación de violencia, inseguridad y pobreza que enfrenta el país. ‘‘Pero tenemos que constituirnos en sujetos sociales capaces de enfrentar las lacras que vivimos. Y uno de los frutos de la visita de Francisco puede ser una mayor conciencia de nuestros deberes sociales, mayor corresponsabilidad con nuestros semejantes’’.
El rector refiere que las relaciones entre el gobierno federal y la Compañía de Jesús, a la que también pertenece el papa Francisco, tuvieron un enfriamiento después del surgimiento del movimiento #YoSoy132 –que nació luego de una visita de Enrique Peña Nieto a la Ibero, cuando era candidato presidencial. ‘‘Se han ido normalizando. Pero tenemos diferencias en temas importantes, como los derechos humanos. Es una relación cordial’’, afirma.
En su opinión, la jerarquía católica ha tenido una participación poco visible en la defensa de los derechos humanos. Cree que la defensa de los migrantes centroamericanos que cruzan el país y la protección hacia las mujeres que sufren violencia ha estado más en manos de la iglesia de base, ‘‘que trabaja en silencio y sin jornal’’. Pero observa que hay ‘‘una nueva actitud’’ en los jerarcas mexicanos a partir del pontificado de Francisco.
A la Iglesia mexicana, reflexiona, le falta asumir a fondo la reivindicación de las víctimas de la pederastia clerical, en la defensa de derechos humanos vinculados con el género y la sexualidad y en una mayor y decidida opción preferencial por los pobres y excluidos. ‘‘Creo que en esto el Papa nos hará una motivación a acelerar el paso y a profundizar estos compromisos’’.
Le preocupa que el mensaje del pontífice no se escuche y que la atención de los mexicanos se quede en algún gesto piadoso que pueda tener y que algunos medios de comunicación quieran dar un carácter festivo a la visita.
‘‘Quiero hacer un llamado a la gente a que se supere ese nivel de superficialidad y a que le ponga atención a los gestos y discursos de Francisco. Si los asumimos en serio, pueden traer un cambio en las dinámicas sociales.’’ A los creyentes, agrega, el pontífice ‘‘viene a decirnos que creer en Jesús no es sentir bonito e ir a misa, sino tener un compromiso social claro’’.
Piensa que los jóvenes son uno de los sectores más abandonados en el mundo por el proyecto neoliberal. ‘‘No hay lugar para ellos en las escuelas, en el empleo ni en las diversiones. Eso deja la puerta abierta para salidas erróneas y poco constructivas. Que el Papa vaya a reunirse con ellos es porque está pensando en esas multitud de jóvenes sumidos en la pobreza, sin alternativas de educación ni empleo’’.

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