Carlos Bonfil
Vidas subrogadas. Basado en la novela Tony & Susan (1993), del neoyorkino Austin Wright, Animales nocturnos (Nocturnal animals, 2016), el segundo largometraje del actor y realizador estadunidense Tom Ford (A single man,
2009, según la novela homónima de Christopher Isherwood), propone, en
colaboración con el autor y coguionista, una intricada trama doble sobre
la insatisfacción amorosa en una época moderna, marcada por la
frivolidad y el consumismo, que el filósofo Gilles Lipovesky describe
certeramente en su título reciente De la ligereza (Anagrama, 2016).
El tono lo dan los créditos con una primera escena, impactante, que
muestra una galería de arte neoyorquina, donde Susan Morrow (Amy Adams),
artista visual de aspecto vampíricamente gélido, exhibe hologramas, en
tamaño natural, de su exacto contraparte físico: mujeres desnudas obesas
en un espectáculo grotesco a medio camino entre un anfiteatro de
anatomía y una atracción circense. Una rápida observación del personaje
de Susan y su relación con quienes la rodean, incluido su muy apuesto y
trivial esposo, revelan el vacío y la frustración que marcan la
existencia de la joven. Cuando Susan recibe el manuscrito de una novela
que acaba de terminar su ex marido Tony Hastings (Jake Gyllenhaal), el
contenido del relato sacude violentamente lo que todavía le queda de
equilibrio emocional.
La novela de Tony es presentada, o resentida por Susan, como metáfora
del cataclismo mayor en que pudo concluir su anterior vida marital
malograda. La lectura del drama que expermienta el personaje ficticio
Edward Sheffield (interpretado también por Gyllenhaal), un hombre casado
que pierde a su mujer e hija en un acto de vandalismo criminal, revive
en Susan algunos aspectos críticos de su relación pasada, cuestionando
de paso su propio caracter y sensibilidad, así como su capacidad para
sobrellevar la vida presente. Lo que propone el director Tom Ford y su
autor y guionista Austin Wright es un elaboradísimo juego entre la
realidad y la ficción novelesca, que coloca al espectador en una
posición similar a la de la propia lectora Susan Morrow. Aunque el
recurso a flash-backs reiterados y a cambios cosméticos que
presentan alternadamente a Tony Susan en sus versiones de pareja joven y
adulta parece forzado y poco convincente, no es demasiado difícil
juntar los cabos aparentemente sueltos y reconocer una coherencia en la
trama.
La novela de Tony Morrow lleva como título Animales nocturnos
y alude, aparentemente, lo mismo a los delincuentes depredadores que en
una sola noche destruyen la existencia plácida del timorato Edward que
al frívolo mundo de rapacidad mercantil (circuito de la moda y el arte
en las grandes urbes) en que se desenvuelve Susan y que ha sido, hasta
cierto punto, responsable del fracaso de sus dos relaciones conyugales.
La ligereza al juzgar el escaso vigor de caracter o talento artístico de
su primer marido, o al no apreciar cabalmente la nula vanidad de un
logro social mundano, han orillado a la artista plática Susan Morrow a
una depresión emocional que la película captura con acierto.
Como contrapunto
a la ligereza de Susan y a la pusilanimidad moral de Tony, aparecen
esos emblemas de lucidez que son los dos personajes secundarios que más
cautivan en la trama: el detective Bobby Andes (Michael Shannon,
estupendo), hombre con el talento necesario para detectar miserias
ajenas muy superiores a la propia, y la de Anne Sutton (Laura Linney),
la insufrible progenitora de la joven esposa que cínicamente recuerda a
su hija que, tarde o temprano, todas las mujeres terminan pareciéndose a
sus madres. Se trata de dos personajes recios y memorables que
compensan, generosamente, por la composición un tanto errática y
acartonada de los personajes centrales. En su juego de espejos
narrativos, la cinta Animales nocturnos naufraga un poco en su
construcción formalista: es atractiva y superficial, confusa en su
empeño de complejidad, y muestra en su tratamiento y factura la misma
ligereza que es su tema y objeto de crítica. Un signo elocuente, sin
duda, de la propia modernidad artística que la anima.
Se exhibe en salas de Cinemex y Cinépolis.
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