El capo más grande es El mayo Zambada, afirma
▲ Jeffrey Lichtman, defensor de Joaquín Guzmán Loera, señaló que la DEA trabaja con narcos
cuando le conviene.
Nueva York. Comenzó el juicio a Joaquín El Chapo
Guzmán Loera como espectáculo, con todos los ojos puestos en el
mexicano más conocido del mundo en un escenario pletórico de medios de
comunicación y entre medidas de seguridad extremas, donde fue presentado
por la fiscalía como el jefe de un
vasto imperioy por su defensa como un soldado menor en un gran juego brutal de narcocorrupción binacional.
La defensa de Guzmán Loera acusó hoy que el presidente Enrique Peña
Nieto, su antecesor Felipe Calderón, militares y policías mexicanos, así
como agencias estadunidenses, como la DEA, son sobornados por el
verdadero capo más poderoso de México, Ismael El Mayo Zambada.
Jeffrey Lichtman, uno de sus abogados defensores, informó al jurado
en su argumento de apertura que se presentará una versión muy diferente a
la de los fiscales, “la historia que los gobiernos mexicano y
estadunidense no quieren que se conozca.… Oficiales del gobierno al más
alto nivel pueden ser sobornados y hasta participar en delitos…
incluyendo el gobierno de Estados Unidos”.
Lichtman argumentó, dentro de la estrategia del equipo de defensa
para descalificar y tratar de inducir duda entre el jurado, que el mito
de Guzmán ha sido inflado al volverlo en “el narcotraficante
más grande del mundo”, con sus escapes de prisión y hasta su entrevista
con Sean Penn nutriendo esa imagen. Pero aseguró que en realidad
ni es el más grande de México, sino que esa corona le pertenece a El Mayo, quien vive libremente en México.
Es Zambada
quien pagapara nunca ser arrestado, agregó el defensor, y para maniobrar impunemente, sobornando desde abajo hasta lo más alto, incluyendo “al actual presidente de México y… su antecesor”, entre otros, y lo sigue haciendo hoy día. Acusó que
la DEA pretende hacer creer que lo busca, pero resulta que nunca da con él. “Trabajan juntos cuando les conviene, El Mayo y el gobierno de Estados Unidos”, afirmó.
Poco antes, el fiscal asistente de Estados Unidos, Adam Fels,
presentó los argumentos de apertura, declarando que este caso es sobre
“un vasto narcoimperio mundial” encabezado por Guzmán Loera,
que manejaba miles de millones de dólares en narcóticos ilegales entre
1989 y 2014. Informó al jurado que se presentará la evidencia en pruebas
de video, audiograbaciones, comunicaciones interceptadas, cientos de
miles de cuartillas en documentos y varios testigos –incluyendo ex
socios cercanos del acusado– para comprobar los 11 cargos que enfrenta
Guzmán.
El fiscal trazó la larga historia de El Chapo desde los años
70 hasta hoy día, incluyendo sus primeros negocios con el traslado de
la cocaína colombiana, su creciente poder económico, sus capturas y
fugas, y su construcción del cártel de Sinaloa con su socio Zambada.
Ese negocio, dijo, logró enviar cientos de toneladas de cocaína a Los
Ángeles, Chicago y Nueva York. Llegó, dijo, a recibir hasta 10 a 15
aviones repletos de cocaína cada día de Colombia, y en un solo día ganó
hasta 10 millones de dólares. Los fondos del negocio fueron regresados a
México donde se usaron
para sobornar al Ejército y la policía, otra parte para la compra de armamentos y una más para pagar a los productores en Sudámerica.
Se enfocó en las batallas por el control de la plaza de Ciudad Juárez
como también por el control de Culiacán. Pintó estos conflictos como
despiadados y brutales con Guzmán dando las órdenes y a veces
participando directamente. Reveló que entre las pruebas contra Guzmán
que se presentarán en el juicio se incluyen videos y documentos sobre la
interrogación, la tortura y el asesinato de sus enemigos, incluyendo al
propio capo.
Adelantó que entre el mar de pruebas contra El Chapo, la fiscalía –un equipo de seis– presentará testigos que
perforarán el círculo internodel
vasto imperioque manejaba. Entre ellos, se sabe, estarán un hermano y un hijo de Zambada.
Guzmán, quien se ha declarado
no culpablede los cargos en su contra los cuales podrían implicar una condena de cadena perpetua, ha sido encarcelado en reclusión solitaria desde su extradición, en enero de 2017 en Nueva York. Las autoridades estadunidenses lo han manejado desde entonces como un criminal de alto riesgo, desplegando extensas medidas de seguridad cada vez que es transportado, y ahora en su estancia en este tribunal durante un juicio que podría durar hasta cuatro meses.
De hecho, entre los primeros fallos del juez Brain Cogan en este caso fue negar la petición de El Chapo de ofrecer como
gesto humanitariola posibilidad de poder abrazar a su esposa, Emma Coronel, en el tribunal antes de que se presentara el jurado. Todo por precauciones de seguridad, según el fallo. Coronel, vestida de negro, estuvo presente en este primer día. Su marido, al ingresar al tribunal escoltado por alguaciles, vestido con un traje azul oscuro y sin bigote, intentó acercarse a las tribunas para saludar a su esposa, y frecuentemente volteó a verla durante el proceso.
El proceso de selección del jurado, integrado por 12 ciudadanos y
seis alternos, la semana pasada ya mostraba el carácter inusual de este
caso, con algunos expresando preocupación y hasta pánico al ser
entrevistados para su posible inclusión, citando temores de posible
venganza en su contra.
Al preguntarles si sabían quién era Guzmán, sólo una mujer etíope
confesó que no. Algunos sabían de él por la televisión, a través de
programas como Narcos, de Netflix, uno dijo que no sabía mucho, pero que en una bodega cerca de su casa uno de los sandwiches de bagel se llamaba
El Chapo. Otro entrevistado, quien nació en Medellín, Colombia, fue expulsado después de confesar que
soy un poco fande él, ante lo cual se reportó que Guzmán sonrió.
Una mujer empezó a llorar y suplicar que no la seleccionaran al
jurado porque temía por su vida. Aunque fue elegida, hoy trajo una nota
de un doctor, insistiendo en que no deseaba permanecer en el jurado.
Otro integrante también aclaró que no podía, ya que era autoempleado y
no se podía sostener. Ambos causaron que el inicio del juicio fuera
aplazado varias horas hoy mientras se seleccionaban sustitutos.
Entre una amplia presencia de agentes federales, perros de detección
de armas y explosivos, dos puntos de revisión de seguridad (en lugar de
uno), la restricción de movimiento incluyó a los medios, a los que no se
les permitió salir del tribunal ni al baño, y menos a comer desde que
llegaron a primera hora, lo que un reportero bautizó como una
dieta Chapoy provocando una queja colectiva ante el juez.
Foto Ap, David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
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