Luis Hernández Navarro
En lugar de tratar de entender
en toda su complejidad los factores que detonaron el ciclo de caravanas
de migrantes centroamericanos que comenzaron el pasado 12 de octubre en
San Pedro Sula, Honduras, algunos analistas y figuras políticas las han
explicado como producto de conspiraciones. Se trata, aseguran, de un
éxodo provocado intencionalmente para impactar en la coyuntura política
estadunidense.
Según unos, estamos ante una maniobra del gobierno de Donald Trump
para engrosar la votación de los candidatos del Partido Republicano, de
cara a las elecciones en Estados Unidos del pasado 6 de noviembre,
engordando la histeria antimigrante. De acuerdo con otros, es una
manipulación del multimillonario especulador financiero húngaro George
Soros para apoyar a los demócratas estadunidenses. Y, a decir del
vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, fue promovida por
grupos izquierdistas de Honduras financiados por Venezuela y enviados al norte para desafiar nuestra soberanía y nuestra frontera.
Aunque las tres denuncias son diametralmente opuestas entre sí,
coinciden en un hecho: ninguna le reconoce a los migrantes la capacidad
de decidir por sí mismos el ejercicio de su derecho de fuga, de
organizarse y fijar sus objetivos. Todas comparten como elemento central
de su
explicación, que se trata no de un acto soberano de ciudadanos centroamericanos ante una situación extrema, sino de una conspiración política.
Curiosamente, ninguna de ellas proporciona una sola evidencia de peso
que demuestre sus aseveraciones. Las tres son resultado de
especulaciones, inferencias sin sustento o abiertas mentiras. Por el
contrario, las documentadas crónicas y reportajes de periodistas serios
de diversos medios de comunicación y nacionalidades como Blanche
Petrich, Alberto Pradilla, Maya Averbuch, Mónica Campos, Nina Lakhani,
Jeff Ernst, Sarah Kinosian y Javier García demuestran que las caravanas
son obra genuina de hombres, mujeres y niños que huyen del terror, la
miseria y la falta de perspectivas, buscando el sueño americano.
Entre quienes formulan interpretaciones conspiracionistas sobre el
éxodo hay lo mismo mandatarios que periodistas o defensores de derechos
humanos. Unos hacen estas declaraciones para obtener ganancia política
de la tragedia. Otros las lanzan al aire del prejuicio, la
desinformación y la pereza intelectual. Algunos más parecen
desconcertados ante un novedoso acto político de enormes dimensiones o
la pérdida de protagonismo.
Varias opiniones resultan sorprendentes. Por ejemplo, las del
sacerdote Alejandro Solalinde, que ha dedicado buena parte de su vida a
la defensa de los migrantes centroamericanos. El pasado 23 de octubre,
en el momento más álgido de la primera caravana, el religioso divulgó
dos tuits que parecen obra de sus enemigos. En el primero afirma: “Todo
parece indicar que el éxodo migratorio hondureño, habría sido provocado
por la inteligencia estadunidense, a través de técnicas de rumorología,
con objetivos electoreros, y así culpar a demócratas, México, y aparecer
Trump como el salvador de esta ‘invasión’. Qué ingenio!”
Fuertemente cuestionado en las redes, se hundió más en el lodo diciendo:
Una prueba de mi señalamiento a EU como responsable del éxodo migratorio hondureño, es que la técnica de la rumorología sí funciona en Honduras. En 2014 ocasionó la crisis humanitaria de los menores no acompañados. Los viacrucis son en Semana Santa, no en periodo electoral de EU.
Obviamente, Solalinde no presentó una sola prueba de sus acusaciones.
Son pura especulación sin fundamento. En ningún lado está escrito, como
él asegura, que los viacrucis deban ser en Semana Santa, a no tener
temor y sacar lo mejor de su corazón.
Somos un pueblo generoso y solidario. Nuestros hermanos del sur nos necesitan. No tengan miedo! Si conocieran cómo está Honduras!, escribió.
La denuncia contra el magnate Soros fue formulada, entre otros, por
el congresista republicano Matt Gaetz, quien difundió un video en que se
ve cómo un grupo da dinero a algunos migrantes de la caravana. La
información fue desmentida por Scopes y The New York Times. El dinero que reciben los migrantes en el video fue una donación solidaria de los habitantes de Chiquimula, en Guatemala.
Obviamente, Estados Unidos tiene responsabilidad en la irrupción de
las caravanas migrantes. Pero por causas diferentes a la que los
conspiracionistas esgrimen. Desde hace más de un siglo, Washington ha
convertido a la región en su patio trasero. Ha frenado a sangre y fuego
la vocación emancipadora de sus pueblos. Ha propiciado golpes de Estado e
impuesto autócratas. Ha saqueado sus riquezas naturales y explotado su
mano de obra. Quienes hoy huyen de sus países a la búsqueda del sueño americano lo hacen dejando atrás las ruinas fabricadas por el imperio.
Twitter: @lhan55
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