Como
todo el mundo sabe el próximo 26 de mayo tendrán lugar las elecciones
municipales y europeas en todo el territorio del Estado y las
autonómicas en bastantes comunidades autónomas.
Los partidos ya están elaborando listas y programas, así como sus
estrategias electorales. No queda demasiado tiempo, al menos para
quienes tienen que dirigir esas campañas. Un adelanto de lo que puede
suceder lo veremos en las próximas elecciones andaluzas que tendrán
lugar el próximo 2 de diciembre.
Como sabemos, y a pesar de los avances, la política sigue teniendo
esencial y mayoritariamente un sesgo masculino. La presencia de mujeres
en los diferentes gobiernos no solo es importante, también es necesaria.
Pero para que el engranaje del cambio hacia un modelo político menos
masculino y patriarcal funcione, hace falta que las mujeres y los
hombres tengan claro que el camino hacia la transformación social, pasa,
necesariamente por la igualdad real entre mujeres y hombres, de lo
contrario la transformación por la que puedan apostar es una
falacia.
No tener en cuenta las desigualdades existentes todavía y poner
medios para su eliminación implica defender un sistema que sigue siendo
opresor dependiendo del sexo con el que naces y con el género en el que
te socializas.
Diseñar y hacer políticas públicas de sanidad, educación, urbanismo,
sin una perspectiva de género incluida, es dejar a la mitad de la
población en una situación de desigualdad permanente.
Hacer un esfuerzo continuado por integrar la perspectiva de género en
esas políticas implica avanzar hacia sociedades más equitativas. Pero
para hacer ese esfuerzo se requiere voluntad de desaprender prácticas
patriarcales aprendidas y reconocer que otros modos de hacer política
son posibles.
Y ahí está uno de los principales problemas, puesto que desaprender
implica reconocer privilegios y tener que renunciar a ellos para
compartir la mitad de los espacios y los recursos. Y eso no siempre
gusta.
Desaprender implica reconocer que el consumo de prostitución es una
forma de esclavitud. Al igual que lo es el comercio de la niñez a través
de vientres de alquiler.
Desaprender significa dar voz y escuchar a quienes no la tienen en
plano de igualdad real que no formal. Quiere decir que, incluso
físicamente, se ha de dar un paso atrás cuando el protagonismo no se
tiene por alguna causa, o cuando se comparte.
En política los gestos son muy importantes, mucho y las posiciones
físicas ante una determinada situación han de ser observadas con
detenimiento. No solo se ha de observar quienes toman la palabra, por
ejemplo. También hemos de observar qué dicen y cómo lo dicen.
El inicialmente llamado "gobierno feminista" de Sánchez, pese a la
ilusión inicial, solo está incluyendo la perspectiva de género en
algunos aspectos, pero nada más.
Un gobierno realmente feminista hubiese derogado ya las reformas
laborales que empobrecen a la población en general y a las mujeres en
particular, por ejemplo.
Hubiera impulsado la necesidad de investigaciones específicas sobre
la salud de mujeres a lo largo de todo su ciclo vital. O hubiese
modificado la reforma educativa para hacerla más coeducativa. O, quizás,
hubiese valorado mucho más en serio la venta de armas a Arabia porque
están asesinando a las poblaciones más vulnerables del Yemen. O hubiese
regulado la situación de las cuidadoras no formales a través de una
reforma de la ley de dependencia. Y estos son solo unos ejemplos. Y nos
encontramos con que "gobernar es complicado" como expresó el propio
Sánchez y salvo algunos asuntos puntuales, todo sigue igual.
Pero si el gobierno de Sánchez es esto, los anteriores del PP fueron
bastante peores puesto que, además de no permitir el avance de
políticas sociales y con visión de género, congelaron y recortaron todo
lo que pudieron silenciando voces con su ley Mordaza y otras joyas que
aprobaron como la regresiva reforma de la educación o el intento de
modificación de la ley de salud sexual y reproductiva y de la
interrupción voluntaria del embarazo que el movimiento feminista, a
través de la marcha "El tren de la libertad" conseguimos parar. Además
de recortar e incluso expoliar los recursos destinados a la
sensibilización, formación y prevención de las violencias machistas,
permitiendo de ese modo, y con su continuado silencio cómplice que los
asesinatos de mujeres continuaran e incluso aumentaran en algunos
momentos.
Pero el pasado ya no se puede corregir y solo se pueden sufrir sus
consecuencias pero no se puede cambiar. Y el futuro está en ciernes. El
próximo 26 de mayo hemos de depositar, de nuevo, nuestros votos en las
urnas. Y esa ha de ser nuestra llave de paso para impulsar cambios de
calado social. Para ello tendremos que mirar los programas y ver quienes
proponen, como Ciudadanos, la regulación de los vientres de alquiler,
por muchos eufemismos que se les pongan. Que se los van a poner.
También tendremos que ver cómo y de qué nos hablan en los mítines y
qué propuestas nos ofrecen para conseguir esa igualdad real. Desde lo
municipal hasta el espacio europeo.
Observemos, escuchemos, desentrañemos de sus mensajes si de verdad
proponen cambios hacia una sociedad más equitativa o, por el contrario
nos piden el voto, o sea nuestra confianza, para mantener el orden
simbólico de la situación actual que, como sabemos, no es del todo
favorable para las mujeres y las niñas.
Nuestra decisión en las urnas va a determinar las políticas
municipales y autonómicas (en algunos casos) en los próximos cuatro años
y las europeas en los cinco que vienen. No nos perdamos en el discurso
de "todos los partidos son iguales" porque no es cierto. Hay mucha gente
honrada, mujeres y hombres, trabajando en los partidos y desde los
partidos para ir cambiando la cultura de la corrupción en la que nos
enfangaron algunas gentes sin escrúpulos.
Las mujeres jugaremos un papel fundamental en las próximas elecciones
y hemos de mirar, también, por nuestros intereses como mujeres. Hemos
de buscar entre las diferentes opciones, aquellas que protejan nuestros
intereses y nos propongan una vida libre de violencias machistas, unos
presupuestos con visión de género, una sanidad que atienda nuestras
necesidades específicas, una escuela que no transmita desigualdades ni
estereotipos de género, un urbanismo con perspectiva de género, una
información no sesgada, unas condiciones laborales dignas y libres de
visiones y comportamientos sexistas.
Sabemos, porque lo comprobamos el pasado 8 de marzo, que si nosotras
paramos, se para el mundo. Ahora toca votar y comprobaremos que si
buscamos las propuestas más igualitarias y las votamos, habrá cambios
que nos beneficiarán a nosotras, a ellos y a quienes vienen detrás.
Hagámoslo. Demos un paso adelante y dejemos atrás propuestas que
pretenden dejar todo como está y que nos siguen cosificando y
utilizando. Votemos con interés y para nuestro interés.
Porque la política tiene género y nosotras queremos políticas de
género en todas las decisiones para ir lijando el género patriarcal de
las actuales políticas.
* Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Teresa Mollá Castells*
Cimacnoticias | Ontinyent, Esp.-
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