En su carácter de fiscal electoral, buscó al gobernador y actual
senador antes del proceso electoral local de 2015 –“uno de los más
desaseados en la historia reciente de nuestro país, sólo comparado con
el que vivió el Estado de México en 2017”–, con el fin de firmar un
convenio de colaboración en la materia, y Velasco lo quiso corromper.
Inició mal la reunión, en Tuxtla Gutiérrez, con una antesala de 40
minutos junto a un monitor que transmitía un programa de Televisa, evoca
Nieto Castillo.
“En la casa de gobierno de Chiapas podrían haber transmitido un
promocional que hablara de las maravillas turísticas de Montebello,
Palenque, Comitán, en Chiflón o el Cañón del Sumidero. ¿Pero La familia
Peluche? Los gustos televisivos del gobernador ya me estaban dando una
idea de su carácter simple, plano, limitado.”
Tras la espera, junto con otros funcionarios, fue llamado a pasar.
“Dos jovencitos delgados y rubios, nos pidieron que los acompañáramos al
sitio donde sería el encuentro”, a donde llegó Velasco, recuerda, junto
con Arturo Escobar, quien era dirigente del Partido Verde Ecologista de
México (PVEM).
“Velasco, ordinario, me recibió con una pregunta inverosímil: ‘¿Sabes
que tu jefa es mi amiga?’ Se refería a la entonces titular de la PGR,
Arely Gómez, quien duró poco más de un año en el cargo. Mi respuesta fue
automática, sin titubeos; amable, pero firme: ‘Sí, gobernador’. Al ver
que no logró intimidarme, el mandatario arremetió: ‘¿Y sabes que es mi
tía?’. Mi respuesta fue idéntica. Cierta tensión se apoderó del momento,
pero permanecí inamovible.”
Además de Escobar, en la reunión estaban el delegado de la PGR,
Porfirio Bello; el procurador estatal, Raciel López Salazar, y el
secretario particular del titular de la FEPADE, quien narra en su libro
los detalles del encuentro: “‘¿Qué quieres?’, soltó, altanero, metálico,
pero el comentario bravucón no hizo mella en mi ánimo”.
Nieto Castillo recuerda que le expuso al gobernador el propósito de hacer un trabajo conjunto para el blindaje electoral.
“No habían pasado más de cinco minutos de mi explicación cuando
Velasco me interrumpió de forma abrupta. Su pregunta fue contundente,
majadera, indigna de un cargo como el suyo: ‘Está bien, ¿cuánta lana
quieres?’. El cuestionamiento fue grotesco, absurdo, fuera de lugar.”
El delegado de la PGR estaba estupefacto, pero reviró: “Le respondí
clara y pausadamente: Lo que quiero pedir, gobernador, es que instruya a
sus secretarios para que podamos organizar el proyecto de blindaje
electoral y tener una reunión con el grupo de coordinación”.
Sigue Nieto Castillo: “Velasco endureció el rostro, se le
enrojecieron las mejillas y puso su mejor cara de decepción. Supe
entonces que la reunión había finalizado. Al gobernador, que se había
topado con pared, ya no le quedó más remedio que instruir a su titular
de Gobierno para que ambas peticiones se cumplieran. Con frialdad, me
obsequió una marimba de juguete. Salí de su guarida con la artesanía
popular chiapaneca entre mis manos. Había logrado mi propósito. Jamás
nos volvimos a ver”.
El exfiscal, quien podría volverse a encontrar a Velasco Coello como
compañero de gabinete del gobierno de Andrés Manuel López Obrador,
escribe en su libro sobre su “encuentro áspero” en Tuxtla: “‘El león
cree que todos son de su condición’ es un dicho muy aplicable para
muchos políticos entronizados en México. Manuel Velasco, gobernador de
Chiapas, es un excelente ejemplo de ello”.
Este texto se publicó el 3 de febrero de 2019 en la edición 2205 de la revista Proceso.
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