Magdalena Gómez
El pasado 24 de enero, Amnistía Internacional (AI) presentó en la ciudad de Chihuahua el informe Entre balas y olvido: ausencia de protección a personas defensoras del territorio en la sierra Tarahumara,
el cual analiza la falla del Estado mexicano en ofrecer protección
efectiva a las personas defensoras de la tierra, el territorio y el
ambiente en esa región, el impacto para la comunidad indígena rarámuri
Coloradas de la Virgen, localizada en el municipio de Guadalupe y Calvo,
a más de 10 horas de la capital del estado. El informe se enfoca en el
asesinato, en su comunidad, del líder indígena Julián Carrillo, quien
contaba con medidas de protección, desde 2014, brindadas por el
Mecanismo de Protección para Defensores de los Derechos Humanos y
Periodistas, a cargo de la Secretaría de Gobernación, debido a que había
sido víctima de amenazas y hostigamiento en relación con la defensa de
los derechos humanos y de su territorio ancestral, incluso cinco de sus
familiares más directos fueron asesinados, entre ellos su hijo, Víctor
Carrillo, en 2016, aproximadamente un mes después de la publicación de
una sentencia favorable a la comunidad, en que el Tribunal Agrario
suspendió permisos para la tala del bosque de Coloradas de la Virgen,
cuya trayectoria jurídica aún está abierta con el ejemplar
acompañamiento de la organización Alianza Sierra Madre y el informe de
AI.
Destaca que tuvo acceso a un documento por medio del cual la
Secretaría de Economía otorgaría cuatro concesiones mineras en la región
de Coloradas, una de las cuales fue concedida a tres particulares, dos
de ellos miembros de la familia mestiza Fontes que ha usurpado
territorio ancestral a la comunidad con aval oficial.
Las medidas de protección para Julián Carrillo incluían teléfono
satelital, botón de pánico y escoltas de policías para acompañarlo en
sus traslados, las cuales no fueron suficientes para evitar su asesinato
el 24 de octubre de 2018, perseguido por los criminales en la sierra,
sin escoltas, sin que funcionara el teléfono satelital, menos el botón
de pánico. AI señaló que es inconcebible una política de protección
desde la ciudad sin respetar la cosmovisión de las comunidades
indígenas. Fallaron en atender el contexto de pobreza y marginación,
discriminación, falta de acceso a servicios básicos y la ausencia de
justicia frente al despojo de sus territorios por parte de mestizos
avalados históricamente por las autoridades agrarias y de todo tipo.
Al mismo tiempo señaló la vulnerabilidad de un defensor frente a la
presencia de grupos armados del crimen organizado, quienes ante la
impunidad que prevalece en la comunidad de Coloradas de la Virgen,
continúan llevando al terror del desplazamiento forzado a las
comunidades. Chihuahua, junto con Guerrero, es la entidad con más
medidas provisionales otorgadas por la Corte Interamericana para la
protección a personas defensoras de derechos humanos en riesgo. Sin
embargo, entre 1973 y 2018, 36 activistas han sido asesinados en la
entidad, 14 en Coloradas de la Virgen.
Un día después de la presentación del informe de AI, la Fiscalía
General de Chihuahua informó de la captura de dos presuntos asesinos
materiales de Julián Carrillo. Se inicia con ello un acercamiento
incierto con la justicia; sin embargo, quienes persisten en la defensa
de sus pueblos lo ven con esperanza, porque no renuncian a ella. El
propio Julián Carrillo, en entrevista con AI, incluida en el informe,
denunció que lo amenazaron con que
le iban a trozar el buchey afirmó:
en Coloradas hemos vivido, hemos nacido, entonces nuestros hijos vienen siendo como un brote, como un árbol, y ya a veces los árboles se hacen viejos, se secan, pero el brote sigue, después todavía crece. Ahorita yo ya estoy un poco viejo, pero me siguen mis brotecitos.
AI retrató la guerra que enfrentan las comunidades rarámuris, pero no
sólo ellas ni sólo en esa región. ¿Hasta allá llegará la seguridad que
supuestamente ofrecerá la Guardia Nacional? ¿Será suficiente con
terminar la guerra contra los jefes del narcotráfico, como señaló
recientemente el Presidente de la República, para que sus redes de poder
local se desarticulen y liberen a las comunidades del virtual cerco de
violencia cotidiana? ¿Se detendrá el despojo territorial, la entrega de
concesiones? ¿Cuándo se reconocerá que es insuficiente el otorgamiento
de apoyos individuales para integrantes de los pueblos indígenas? ¿Cómo
realizan el censo de bienestar en la sierra Tarahumara ante la
dificultad objetiva para llegar a sus rancherías y para utilizar la
tarjeta de un banco? En un área de miles de hectáreas, con una orografía
irregular que evita el ingreso vehicular y que, por tanto, implica que
los funcionarios de todo tipo caminen horas para llegar a un destino
determinado. Esto es sólo una parte de la guerra contra los pueblos, a
ras del suelo.
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