2/09/2019

La irrupción del libro electrónico (2ª parte)


María Teresa Priego
Adriana Bernal y la editorial Etalcontenidos.

Esta es la segunda parte de la entrevista con Adriana Bernal.

En realidad, no lo decidí. También creo que me falta muchísimo para considerarme una editora o una buena editora. Quiero transmitir o intentar transmitir otra idea de la edición y la publicación, difundir maneras de contar, formas de ver el mundo, otros mundos y muchas personas dicen que eso es ser editor. Yo de todo lo que he leído sobre historia de la edición y testimonios de editores te puedo decir que me falta muchísimo, pero muchísimo. Ser un editor también es estar en constante formación y a lo mejor equivocarte o creer que algún texto es necesario o importante, y a lo mejor no lo es tanto. Como en todo, se atraviesa lo personal y las elecciones de un texto u otro, pueden, a veces, ser tan individuales y egoístas como el “me gustó el texto, así, a mí” y perder de vista a los posibles lectores y aun así esas decisiones son las que poco a poco te van haciendo un editor.

¿Qué es lo más importante en la formación y la sensibilidad de un editor?

Formarse como editor. Leer, leer mucho. Tratar de hacer una lectura del mundo que vivimos, tratar de encontrar esas voces que están ahí: en una librería, en un blog, en las redes, en una noticia. Tratar de encontrar esas voces que tienen historias que contar. Escuchar a quienes nos rodean. Trato de aprender y aprehender de quienes han vivido y leído mucho más que yo.
Así como puedo ser a ratos, muy racional, también puedo ser muy infantil. La anécdota a continuación, te lo confirmará: Corría el 2007. Un año en lo personal muy complejo, de volteretas. Y una película llegó al cine: Ratatouille, sí de Disney. Una película para mí, desde muchos lugares, importante, pero con un monólogo brillante en voz de Mr. Ego (un crítico gastronómico, cruel). Ese monólogo es de tal belleza (digo yo) que me lo apropié. ¡Eso era! Sus palabras encerraban todo aquello que yo quería transmitir con la palabra. Eso era lo que yo creía y no sabía cómo nombrar. Ese monólogo redimensionado y tri-dimensionado a la escritura, la lectura y crítica literaria, era lo que yo algún día aspiraba a lograr… y un día, algún día quizá dar el salto de “crítico literario” a “editor” era una posibilidad, pero lo consideraba un sueño guajiro.
Muchos años, a partir de entonces, trabajé en sueños que nunca puse en papel. Ahora sí que ya lo dijo el gran Jardiel Poncela: “En la vida humana, sólo unos pocos sueños se cumplen; la gran mayoría, se roncan”.

¿Por qué fundaste Etal?

El surgimiento de Etal fue más sentimental que racional. Y voy a sonar cursi pero pensar una editorial, accesible al lector, con precios justos, con lecturas interesantes, iba directamente de la mano con poder economizar en lo más caro de la producción editorial: la impresión en papel. Y la peor traba: la distribución en librerías.
Esos libros que yo quería leer y que ya no era posible hallar. Libros y temas que creo que deberían editarse aun consciente de que quizá no vendan salvo poquísimos ejemplares. Difusión de poesía (que es muy difícil editar si no es en plaquettes que pagan los propios autores); crear un catálogo de más y más mujeres sin denostar a los varones. Abrir espacios, tratar de invitar a la lectura y relectura de voces diversas. Este afán mío de desde el nombre invitar a generar colectivo. et,al, de origen, en minúsculas, como la locución y cuyo significado es “y otros”. Es y fue pensada desde su origen así, un espacio que yo podía generar, pensando en que fuera siempre y desde el principio para con los otros. Abrir un espacio a la otredad.

¿Cómo eliges los contenidos?

Lo más difícil en este primer año han sido precisamente los contenidos. Generar un catálogo y empezar a cautivar lectores no es sencillo. Como Anton Ego dice: “El mundo es a menudo cruel con los talentos nuevos, las nuevas creaciones; lo nuevo necesita amigos”. Así que empecé acercándome a amigos que sabía que tenían material sin publicar y que yo consideraba que merecía editarse. Me acerqué a personas que imaginaba que tenían conocidos que escribían. Solicité materiales sin mayor promesa que leerles.
Siempre le estaré agradecida a Lucía Melgar, ella fue esa amiga que confió en lo nuevo, ella misma nos cedió los derechos de reproducción de su libro en coautoría con Gabriela Mora, Elena Garro lectura múltiple de una personalidad compleja y nos puso en contacto con Bethsabé Huamán Andía, joven narradora peruana, autora de La oscuridad del sombrero, Pilar Rodríguez Aranda, poeta tijuanense con quien editamos Una familia más y quien es nuestra única edición bilingüe, y Cintia Bolio. “monera escribiente”, con quien editamos Erótica. Así empezó nuestro catálogo a construirse: ensayo, relato, poesía, gráfica.
Yo quería más poesía, crónica, novela. Poco a poco comenzó a llegar material. Lo difícil es tener que decirle a una autora o a un autor que, por el momento no lo puedes editar. O tratar de darle recomendaciones, o enviar un dictamen. Las y los escritores, elijan el género que elijan, no siempre están dispuestos a pasar por ese tamiz que implica saberse perfectibles. Y también hay quien cree, muchos más de los que uno quisiera imaginar, que una editorial joven, de reciente formación, no los merece. El camino no es fácil, ni de uno ni de otro lado.
La poesía me importa de especial manera porque hay muchas poetas en el país, pero su obra es publicada de manera artesanal, en muy pocos ejemplares, pues casi siempre se la pagan las propias autoras y con el tiempo se pierde. Entiendo la dosis de arte que tiene lo “efímero”, pero en lo efímero perdemos muchas voces que darían cuenta de nuestro estar en el mundo y se disuelven aprendizajes valiosos para las nuevas generaciones.
Y así, de a poquito y sin saber cómo, de pronto llegaron aliadas de proyecto con las que estoy muy agradecida como Adriana Pacheco (Hablemos escritoras.com) o Nadia Contreras (Bitácora de vuelos ediciones) quienes han confiado en e-ñ de manera un poco más directa.
Yo tengo un montón de sueños y quisiera publicar a todas las plumas que me gustan, hacer libros de tantas personas y editar en digital tantos libros descatalogados, pero también siendo realistas, si no hay sponsors, si no hay quien invierta en capital para producción, si no hay becas para producción editorial, si no hay una industria que nos sostenga a las pequeñas, editar libros es muy complejo, porque el retorno de la inversión, es decir, la venta del producto final es muy lenta y aun en digital, quien más gana son los distribuidores. Duele decirlo, pero no es que no haya lectores, es que las y los lectores no saben que lo son y trabajar al lector-cliente implica también mercadotecnia, presencia en ferias, conferencias, presentaciones de libros, que implican inversión y no es poca.
Tu feminismo, ¿ocupa un lugar en la selección del material?
Quisiera decirte que no, porque últimamente hay una radicalización del término y también cierto desdén. A veces, como Pedro, me dan ganas de negarme tres veces feminista. Y otros días, me dan ganas de levantar el cucharón y la sartén, ponerme un delantal y decir que soy feminista. ¿El punto medio? Seguir siendo feminista así como es una, bien Lupita D´Alessio ochentera. Sí tiene que ver. Una de las salidas que encuentro para la disminución de la radicalización del discurso feminista es la literatura. Creo, y a ratos soy una convencida, de que si la literatura puede mostrar a “los feminismos” y pueden editarse libros que planteen las problemáticas, las vivencias, los sueños de las mujeres, de la diversidad de mujeres que están escribiendo, podremos dialogar de otra forma y visibilizar las problemáticas sociales actuales. Y esto incluye también a las escrituras de los varones.
Aunque hay muy pocos varones en el catálogo, lejos están cada uno de ellos de tener posturas “machistas”. Tengo que decirlo también, que, hasta ahora, no me ha llegado ningún texto ofensivo y si éste me llegara la discusión, para conmigo misma y con un par de “lectores de manuscritos” sí tendría que analizarse para saber desde el texto mismo, si es machista, si degrada, si es una “apología del delito” o si es una estampa social o algo que abone a discutir las problemáticas de la mujer y las necesidades sociales.
He priorizado el tema en la colección de poesía, El poemario de Pilar Una familia más es intenso, provocador, doloroso y feminista a más; en menor medida Artemisa Téllez con Larga Herida y Odette Alonso en Old Music Island también toman postura, pero ellas mismas como feministas y miembros activos de la comunidad LGBT mandan el mensaje de colectividad e inclusión. El poemario de Lía Poveda (claramente un pseudónimo) es también un poemario de temática lésbica. Y Ramón de la Cruz, con El ámbito de las luciérnagas, canta al duelo del amor fraterno y al rompimiento de pareja desde un lugar tan críptico que sin proponérselo es mesurado su reclamo dolorido y no ofende aun cuando cuestiona, desde su ser varón. Sí, sí hay un eje y, qué le va una a hacer “una es uno y su circunstancia” y no creo que eso cambie.
¿Cómo funciona el mercado del libro digital? ¿Las edades de quienes lo buscan?
Acabas de hacer la pregunta de los 64,000. Digamos que hay ciertos lineamientos y ciertas dinámicas propias de la industria del libro que han ido adaptándose al libro electrónico. Y aunque hay muchas estadísticas hay muy poca “protocolización” o conocimiento del lector.
En principio, el libro electrónico convive con el libro de papel y, aunque son dos mercados diferentes, comparten usuarios. Casi todo mundo tiene ahora un “teléfono inteligente” y sí, pero no todos quieren usar esa portabilidad para leer. Los jóvenes son los más dispuestos a acceder a esta nueva experiencia lectora, sí, a partir de los 15-17 años.
Lo que hay que empezar a entender es que puede “hacerse” lo mismo que con un libro en papel e incluso con muchas más ventajas de automatización. En un libro electrónico puede subrayarse, mejor aún, hay un modo de todos esos subrayados, guardarlos en un solo documento, o en fichas, o en citas APA. A un ebook puedes cambiarle el tipo de letra, el tamaño, el color a la pantalla, puedes citarlo en un ensayo, dando copy, paste.
Este 2019, es una de las prioridades de e-ñ, enseñarle a los lectores y posibles lectores, las ventajas de un libro electrónico. Queremos que nuestras lectoras y lectores, puedan pasar del papel a la pantalla de manera simple: tener una experiencia lectora y una nueva oportunidad con las historias que mostramos, enunciado a enunciado, párrafo a párrafo, página a página. Tinta y papel electrónicos, pero al final y principio de cuentas, tinta y papel. Autoras y autores tratando de encontrarse distinto con lectoras y lectores. Simple y complejo a la vez. Como la cotidianidad.
¿Por qué escribiste un libro acerca del futbol?
Me atañe tanto, que hasta pudor me da, y emoción. “Poeta que no entiende futbol” es un proyecto personalísimo. Surgió en muchos textos arbitrarios, en posts, formalmente a partir de 2008 cuando España disputaba la Eurocopa y que en una especie de milagro pambolero llegó a la final con Alemania ¡Y le ganó!; dos años después, en 2010, España ganaba el Mundial de Sudáfrica contra Holanda 1-0. Y yo era muy feliz, efímeramente. Así desde 2008 empezó a fraguarse la posibilidad en mi mente de escribir una novela de futbol, aun cuando sabía, desde muchos años antes, cuando Juan Villoro escribió Los 11 de la tribu, dicho por él mismo, que no había mayor posibilidad de reproducir la pasión pambolera en una novela, ni de reflejarla a tal punto que se sintiera, pues el futbol es pasión en sí. Pero yo quería escribirla y si no podía escribir de la pasión, o no iba a lograr la pasión en sí, entonces iba a lograr la des-pasión. Iba a lograr plasmar (y no sé si lo he logrado, pero faltan muchas páginas por escribirse) el proceso de la des-pasión (que no es hastío, que no es desilusión, que no es nostalgia ni saudade, ni tristeza vil, es des-pasión) a partir del futbol, por el futbol y por otras tantas vainas que nada tienen que ver con el futbol.
Me gusta leer futbol, historias de futbol, biografías de jugadores. Villoro, Pérez Gay, García Galeano; Fontanarrosa, Galeano, Valdano; Sachieri, Roncagliogo. Pero ¿sabes? Ni una mujer desde la narrativa para adultos jóvenes. Ni una. Sí periodistas, sí mujeres con historias para niños, pero mujeres tratando de escribir una ficción para adultos, ni una en español, ni en inglés. Y busqué y busqué. Y más emoción me dio ser la primera latinoamericana en aventarse a la cancha a tratar de meter gol.
Escribir de futbol como mujer me parece lo más provocador posible desde el feminismo, desde la sociedad mexicana y su machismo y al mismo tiempo un reto. “Poeta que no entiende futbol”, habla de futbol, pero no sólo… ya lo dijo mi otro cariño literario en el epígrafe de “Seda” y lo parafraseo: “si esta historia fuera sólo una historia de amor no valdría la pena de ser contada”.
Los tres personajes que abren esta primera entrega son la punta de lanza para otros temas. El futbol, aunque quizá no lo veamos del todo y la forma en cómo éste se inserta en las sociedades que lo practican, dice mucho de sus sociedades… en mi cabeza. Este divertimento literario, es mi partido infinito, al que iré agregándole capítulos de vez en vez y es, al mismo tiempo, un experimento personal y literario que tiene como objetivo demostrar(me) que toda historia, desde la ficción, puede escribirse ad infinitum, mientras en la realidad hay historias con fecha de caducidad, otras que nunca surgen, otras que continúan pero que la realidad es finita mientras la ficción, no”.
Bebemos el quinto café y cerramos –por el momento- la página. Pienso en el esfuerzo que me costó (que les cuesta a tantos de mi generación) deslizarse hacia el libro electrónico. Ahora no podría vivir sin ellos. Sin ese rectángulo con batería donde una pequeña biblioteca se pasea con una. Hay libros que no se consiguen y que de pronto aparecen en la pantalla como un milagro tecnológico. Los costos bajan de manera muy considerable. Y una termina –también- acariciando a su Tablet. ¡Gracias, Adriana!
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