Desde su campaña electoral el
diagnóstico económico del ahora presidente López Obrador ha sido el
correcto: el neoliberalismo destrozó al país y si los objetivos son
crecer en forma sostenida y fomentar el desarrollo para beneficiar a la
población, entonces hay que modificar el modelo seguido a lo largo de 36
años. Sin embargo, transcurridos nueve meses de gobierno, la pregunta
es: ¿por qué no lo ha cambiado?
Cierto, no será de la noche a la mañana, pero algún día hay que
iniciar. El Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento
Económico (IDIC) analiza el punto y subraya que en materia económica
“hay un gran pendiente: el Presidente López Obrador ha señalado la
necesidad de una política industrial, pero a la fecha no se ha
implementado, ¿cuál es la razón?
Esto no es algo ocioso: el sector que acumula los mayores resultados
negativos es la industria, entonces ¿por qué se sigue aplicando la
lógica de un modelo que el propio mandatario ha llamado neoliberal y en
esencia ha tenido de columna vertebral el que
la mejor política industrial es la que no existe. ¿Por qué sigue vigente?”
Del análisis del IDIC se toman los siguientes pasajes: las cifras
económicas dan la razón a López Obrador, ahora falta la aplicación de
una nueva estrategia: las cifras publicadas por el Inegi deben leerse
con cuidado: la economía mexicana no se halla estancada; en realidad,
señalan que la desaceleración sigue avanzando, y así se puede observar
en la evolución del ciclo económico derivado del producto interno bruto
(PIB). Lo anterior propició el menor crecimiento económico del PIB
durante el primer semestre del inicio de una nueva administración
federal desde 1995.
El sector productivo seguirá reduciendo su ritmo de crecimiento,
inversión y generación de empleo formal; salvo que se aplique una
política contracíclica; es decir, de estímulo a la economía. El sector
industrial acumula tres trimestres consecutivos de caídas, por lo que se
mantiene en recesión, sobre todo en construcción y minería. Las
manufacturas se desaceleran. Sin un programa de reactivación, enmarcado
en uno de política industrial, México seguirá debatiéndose en una
recesión.
Las cifras son claras: en el primer semestre del año el PIB mexicano
contabilizó un crecimiento anual de sólo 0.2 por ciento, resultado de
aumentos marginales: 0.1 por ciento en enero-marzo y 0.3 por ciento
abril-junio. Debe resaltarse algo más: México no exhibía dos
crecimientos consecutivos del PIB (para cualquier trimestre del año) tan
bajos desde la crisis de 2009. En su comparación trimestral el periodo
abril-junio mostró un aumento nulo (cero por ciento).
Un hecho es muy claro: se tienen sectores productivos que exhiben
tasas de crecimiento negativas por dos o más trimestres; es decir, que
ya se encontrarían en fase recesiva. Lo más preocupante se encuentra
dentro del sector secundario (producción industrial) que acumu-la tres
trimestres negativos; minería, 22 trimestres consecutivos negativos
(desde 2014) y 25 de los últimos 26 en dicha situación; ahí se vive una
depresión económica; generación y distribución de electricidad, gas y
agua, dos trimestres negativos; construcción, 6 meses negativos.
Debe contabilizarse lo que se enfrenta en el sector servicios
(mercado interno): Comercio al por mayor, dos trimestres negativos;
servicios corporativos, tres negativos; servicios educativos, dos
negativos. Todos tienen atributos más cercanos a una desaceleración y la
mayoría requiere una política industrial para su reactivación. No hay
otra opción: cambio de modelo económico. La ortodoxia en el manejo de la
economía ha demostrado su capacidad de influir negativamente en el
desempeño productivo.
Las rebanadas del pastel
Si los responsables de llevar beneficios a los mexicanos no pueden o no saben (
Fallas en la entrega de programas sociales en 26 estados, La Jornada), mejor que se dediquen a otra cosa.
Twitter: @cafevega
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