La persistencia de las brechas de género y la evidencia que la
igualdad entre hombres y mujeres en el trabajo está demorando más de lo
esperado, hace necesario que los países de la región adopten una serie
de medidas transformadoras para abordar tanto los desafíos de políticas
de empleo como aquellos factores “no observables”, dijo la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al lanzar el documento en la capital peruana.
Al mismo tiempo la participación laboral femenina, tras subir en
forma importante hasta el año 2000 ahora evoluciona de forma muy lenta y
llegó a 50,3% según los últimos indicadores, 25 puntos porcentuales por
debajo de los hombres, dice el Panorama Laboral Temático titulado “Mujeres en el mundo del trabajo. Retos pendientes hacia una efectiva equidad en América Latina y el Caribe”.
“Si bien es cierto que ha habido avances muy importantes en la
incorporación de las mujeres al trabajo, el camino hacia la igualdad aún
es largo, y a veces empinado”, dijo Juan Hunt, director regional
interino de la OIT para América Latina y el Caribe al presentar el
informe que pone en evidencia diversas dimensiones de una “segregación
ocupacional”.
“El informe que estamos presentando advierte que las diferencias de
género constituyen una de las formas de desigualdad injustificables hoy
en día. Y es claramente, un hecho que conspira contra la posibilidad de
construir sociedades más prósperas, justas y cohesionadas”, agregó Hunt.
El informe de la OIT plantea la necesidad de una renovación de los
instrumentos de políticas, y pone énfasis en la necesidad de reconocer
que “una parte importante de las limitaciones del progreso de las
mujeres reside en los hogares”, en particular porque el reparto por
género de las tareas domésticas aún es abrumadoramente desigual.
“Las mujeres se encargan de 80 % de las tareas del hogar, lo cual
restringe su participación efectiva en el mundo del trabajo”, dice el
documento.
Plantea que la persistencia de las brechas salariales se produce a
pesar que las tendencias de largo plazo muestran evoluciones
importantes, por ejemplo en el caso de la educación, donde el número de
mujeres con estudios terciarios supera al de hombres.
Entre los nacidos en1990, 40% de las mujeres que trabajan tienen
educación terciaria, frente a 25% de los hombres, dice el documento.
A partir de las diferencias detectadas en los ingresos laborales el
nuevo Panorama Laboral Temático de la OIT explora varias dimensiones de
la brecha de género, con la finalidad de identificar las mayores
vulnerabilidades, una información que también debe ser útil al diseñar
las políticas y estrategias de intervención.
“Son necesarias políticas activas de empleo que apoyen la inserción
laboral femenina, servicios de información y orientación que asuman las
necesidades específicas de las mujeres, programas de capacitación y
formación para mejorar su empleabilidad, así como programas específicos
para atender, principalmente, los requerimientos de mujeres afectadas
por la desigualdad (migrantes, jóvenes, mujeres rurales y trabajadoras
agrícolas)”, dijo el economista regional de OIT, Hugo Ñopo.
El análisis de datos realizado en el marco de este informe que fue
coordinado por Ñopo permite detectar donde es mayor la brecha de
ingresos, al destacar los “patrones diferenciados”. Las desigualdades,
por ejemplo, son más pronunciadas entre el 20% de trabajadores de
ingresos más bajos, o entre los autoempleados rurales.
También se detectó una brecha salarial elevada “en la zona ubicada
alrededor del salario mínimo”, lo cual es atribuido a que un alto nivel
de informalidad genera también elevados niveles de incumplimiento en el
pago de esta remuneración.
“El problema de las brechas de género está asociado al de la pobreza”, dijo Ñopo.
Ñopo destacó que para acelerar los cambios que conducen hacia la
igualdad será necesario hacer frente a “los factores no observables
detrás de las brechas salariales de género y al tratamiento diferenciado
con respecto a las mujeres en América Latina y el Caribe”.
Entre estos factores el informe menciona:
- Los estereotipos: presencia de diversos tipos de sesgos cognitivos y discriminación;
- Los comportamientos: aspiraciones, habilidades de negociación y aversión al riesgo;
- Las normas sociales: división sexual del trabajo y nuevos arreglos familiares.
También se refiere al tema del cuidado no remunerado y participación
laboral. “El grueso del trabajo de cuidado en todo el mundo es realizado
por cuidadoras y cuidadores no remunerados, en su mayoría mujeres y
niñas pertenecientes a grupos socialmente desfavorecidos”. Esto obliga a
las trabajadoras a buscar flexibilidad en sus arreglos laborales, y
“tienden a tomar empleos en inferioridad de condiciones frente a los
hombres y con un poder de negociación menor”.
El nuevo informe de la Oficina Regional de la OIT está enmarcado en
las celebraciones del Centenario de la OIT y en uno de sus capítulos
hace un recuento histórico al revisar una serie de Convenios y
Recomendaciones adoptadas desde 1919 para promover la igualdad de
género.
Al mismo tiempo, incluye un capítulo sobre el futuro del trabajo, y
los desafíos y oportunidades que plantean los cambios profundos y las
oportunidades que se ofrecen. Si no se toman las medidas adecuadas, el
riesgo es que se perpetúen las brechas de género.
Una serie de conclusiones y recomendaciones de la OIT sobre cómo
abordar el desafío de acelerar la igualdad de género en los mercados
laborales cierra el informe. El documento destaca que “mejorar el
reparto de las labores domésticas es probablemente el cambio cultural
más importante que se requiere para el avance en igualdad de
oportunidades”.
Este artículo publicado originalmente por la Oficina para América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), con sede en Lima. IPS-Inter Press Service lo reproduce por un
acuerdo general con la ONU para la difusión de sus contenidos.
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