Carlos Bonfil
▲ Fotograma de la cinta de Dominik Locher
G
oliat (Goliath, 2017), segundo largometraje del suizo alemán Dominik Locher (Tempo Girl,
2013), es una exploración vigorosa y sutil de los conflictos que vive
una joven pareja al enfrentarse, sin entusiasmo ni preparación alguna, a
la responsabilidad de tener un hijo y eventualmente formar una familia.
El asunto parecería de entrada trillado y muy propio a todos los
desbordamientos melodramáticos. Sin embargo, el realizador lo transforma
en un comentario agudo sobre las relaciones de poder en la pareja y la
tiranía de los desempeños de género.
Por el estilo lacónico con que Goliat procede a una
minuciosa observación sicológica de sus dos protagonistas, la cinta bien
podría reclamar un parentesco con la manera en que los hermanos
Dardenne suelen filmar temas parecidos. Aunque la trama está situada en
las inmediaciones de Zurich, muy cerca de la central nuclear en la que
el joven David (Sven Schelker), realiza un trabajo de oficina, el
ambiente remite a cualquier otra localidad obrera del norte europeo. La
monotonía y el lento ciclo de las rutinas cotidianas parecen marcar la
sensibilidad apática e inestable de la joven pareja incapaz de tomar con
entereza una decisión responsable. Será preciso que un evento exterior
sacuda las inercias de un sentimiento amoroso y una maternidad en
ciernes que evolucionan de modo vacilante, casi en piloto automático.
Luego de recibir una golpiza de un grupo de acosadores sexuales de su
novia, David toma conciencia súbita de su propia vulnerabilidad y se
propone dejar de ser el personaje débil de una parábola bíblica para
transformarse, mediante los ejercicios de resistencia y el abuso de
esteroides, en un Goliat indestructible.
El fuerte cambio físico provocado por las intensas sesiones de pesas y
gimnasio, pronto degenera en una transformación radical del personaje.
Su comportamiento habitual (afable, comedido, equilibrado) adquiere
notas sorprendente de irascibilidad e intolerancia, no sólo hacia la
gente que lo rodea, incluido su instructor deportivo y dealer
de anabólicos, Ludo (José Barros), sino en particular hacia Jessy (Jasna
Pritzi Bauer), su pareja encinta a la que en principio debía proteger
de otras amenazas y acosos. El nuevo perfil de David es el de una bestia
herida, acosada por un enemigo indectectable y a la vez omnipresente.
Un ser irremediablemente encaminado a la agresividad y la paranoia. De
modo perspicaz, el director no reduce la trama a un asunto de víctima y
victimario marcado por la desigualdad de género. Ese aspecto existe, por
supuesto, pero la película señala que el desajuste emocional afecta
también, de modo intenso, a la propia Jessy, para quien la maternidad no
deja de ser un lastre inoportuno. Goliat, fino estudio de las
complejidades en una relación de pareja, se vuelve así, paulatinamente,
el barómetro de un malestar social (dificultades de inserción
comunitaria, incertidumbre laboral, distanciamiento con la familia), y
de un duro desasosiego generacional. En los tiempos actuales de
confinamiento casi obligado y de un imperativo de convivencia armoniosa
entre seres en ocasiones distantes, secretamente siempre cercanos, la
película suiza Goliat conlleva, detrás de un drama emocional en
apariencia irresoluble, la insinuación aleccionadora de una fuerza
moral, esa sí, indestructible.
Una apostilla. Con una programación reducida (mismo número de salas,
pero horarios restringidos y asientos separados), la Cineteca Nacional
se adapta –lentamente, es cierto– a las medidas de protección pública
recomendadas para enfrentar la presente contigencia epidémica. Es
previsible que en las próximas semanas habrá menos estrenos y medidas de
seguridad todavía más estrictas en ese y otros espacios de exhibición.
Conviene, pues, considerar desde ahora las opciones de entretenimiento,
en plataformas o en videos, disfrutables desde reducidos espacios
domésticos, libres al fin (compensación pasajera) de todas aquellas
molestas interrupciones con las que muchos espectadores, en los grandes
recintos de cine, suelen frustarle a los demás el disfrute cabal de las
proyecciones.
Goliat se exhibe hoy en la sala 9 de la Cineteca Nacional a las 15:45 horas.
Twitter: CarlosBonfil1
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