En defensa propia
Alejandro Gertz Manero
De 2005 a 2018, las autoridades
gastaron 3.5 billones de pesos en seguridad y justicia. En ese mismo
lapso, el número de delitos creció 135.7 por ciento, pasando de 14
millones a 33 millones de casos anuales, de los cuales, 99 de cada 100
quedaron impunes. ¡Nunca se ha gastado tanto; nunca nos ha ido peor!
La razón de esta tragedia estriba en que el sistema político y la
mayoría de sus dirigentes han tenido como prioridad fundamental: gastar a
manos llenas porque en ese derroche está el botín que los une y que los
fortifica, a costa de una población indefensa y manipulada que sólo ha
sido el pretexto para lograr ese saqueo aniquilante y criminal.
Todo ello se comprueba con el crecimiento desmesurado de organismos
que en nada han resuelto los problemas que deberían haber atacado; como
ocurrió en el caso de la Agencia Federal de Investigación (AFI) de la
extinta Procuraduría General de la República, que tuvo que ser
desmantelada por su corrupción.
Lo mismo pasó con la Policía Federal, que también acaba de ser
disuelta. Igual sucedió con el personal que contrataron masivamente y
que ha fracasado notoriamente.
En cuanto a los exámenes de
control de confianza, estos resultaron otro fiasco; mientras que los subsidios a estados y municipios se utilizaron principalmente para enriquecer a sus gobernantes y para fomentar la delincuencia electoral; y, si alguien lo duda que revise lo que se derrochó y lo que se robaron en Veracruz y en Chihuahua, con los dos Duarte.
De poco o nada sirvieron 15 mil 500 millones de pesos que se gastaron
en capacitar a policías, agentes del Ministerio Público y peritos,
cuyos resultados cada día han sido peores; en tanto, se encubría ese
fracaso con una constante publicidad sobre las actividades de academias y
sistemas de capacitación y profesionalización, que generaron
grandes negociosparticulares, de cómplices y amiguitos.
Con los controles y la fiscalización oficial, lo único que se pudo
obtener fue el crecimiento burocrático de un Sistema de Seguridad obeso e
inútil, ya que nunca se confrontaron las inversiones con los resultados
tan negativos; ni hubo sanción efectiva para todos esos evidentes
fracasos.
Mientras se realizaban más de un millón de
exámenes de confianza, los bandidos, los abusadores y los negligentes permanecieron y se multiplicaron sin freno, en el interior de las corporaciones de seguridad y procuración de justicia; asimismo, se derrocharon miles de millones de pesos en un sistema de
inteligenciadenominado Plataforma México, cuyas instalaciones faraónicas superan cualquier fantasía, pero que no ha servido, en modo alguno, para contener la oleada delictiva que nos ahoga.
▲ El gasto en seguridad y justicia realizado entre 2005 a 2018 no se ha
contrastado con los resultados de las corporaciones. En la foto,
elementos de la Academia Superior de Seguridad Pública, en San Luis
Potosí, presentan armas durante el lanzamiento del denominado programa
del Nuevo Modelo Institucional de Policía, el 15 de octubre de 2007.Foto María Melándrez Parada
Se compraron a precios exorbitantes, mediante sospechosas o ilegales
adjudicaciones directas, cámaras, drones, equipos aéreos, patrullas, vehículos denominados
rinocerontes blindadosy todo tipo de equipamiento sofisticado para espionaje que sirvió para organizar montajes sensacionalistas y grotescos, así como para espiarse entre poderosos, exhibiendo mediáticamente sus luchas intestinas por el botín político.
Durante esos años, las instituciones de seguridad y procuración de
justicia exaltaron supuestos logros, éxitos increíbles, verdades
históricas falseadas, detenciones que inmediatamente se convertían en
libertades; a todo lo cual se le calificó con la más amplia gama posible
de adjetivos rimbombantes para que, finalmente, la delincuencia
siguiera prosperando y fortaleciéndose en territorios enteros del país.
Al Ogro filantrópico, de Octavio Paz, todos esos pícaros lograron convertirlo en el
mastodonte cleptómano y criminalmás desmesurado que cualquier imaginación hubiera podido concebir.
Frente a esta realidad innegable, los
asesoresy
especialistasque
trabajabano cobraban en las nóminas y contratos del monstruo burocrático, permanecieron callados frente al desastre en el que participaron o propiciaron; y, apenas fueron expulsados de ese
paraíso, buscaron nuevos patrocinadores y se lanzaron a linchar, descalificar y perseguir a cualquiera que se atreviera a proponer algún cambio, o a cuestionar sus fracasos.
Mientras el mosaico de cárteles delictivos que balcaniza la
vida colectiva de este país, se siguió multiplicando y fortaleciendo, en
un ámbito en el que cada fenómeno criminal ya tiene sus dueños; cada
tema, sus detentadores; cada presupuesto, sus propietarios así como
beneficiarios.
Es así como se ha venido construyendo la gran estructura de
complicidad y encubrimiento de esta desgracia social que el país tiene
que soportar día con día.
La magnitud de este fracaso y sus daños abrumadores, nos están
obligando a un cambio legal y administrativo que realmente produzca
resultados tangibles y control a la deshonestidad; razón por la cual hay
que continuar con esta lucha, hasta donde se tenga que llegar.
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