1/09/2010

Entrevista a Chomsky: “la participación directa en la creatividad”

noam chomsky

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“La participación directa en la creatividad”

Crear algo nuevo en medio de tanto ruido. Eso es lo que nos proponemos en Amauta: imaginar una revista que de el espacio para debatir seriamente sobre el sufrimiento, las opresiones, las dudas y esperanzas de cualquiera que quiera participar. Nos bombarden con información constante, pero no nos sentimos bien informados, y supuestamente el conocimiento trae poder, pero nunca nos hemos sentido más impotentes. Estas frustraciones que sentimos son reales. ¿Pero de dónde vienen y por qué no podemos enfrentarnos a ellas adecuadamente?

Hay demasiado ruido. Nos lanzan bombas de información por todas partes que nos atacan el cuerpo hasta paralizarnos. Antes creíamos en todo lo que se nos decía, y ahora no creemos en nada. Al final, es el mismo efecto. No queremos participar ni controlar nuestros destinos, entonces le damos el poder sobre nuestras vidas a políticos y a corporaciones por medio del voto o de la compra de sus productos. Ahora ellos toman las decisiones y crean las estructuras que forman nuestra vida diaria. Si deciden mal, les podemos echar la culpa y sentirnos contentos y superiores de que lo hubieramos hecho mejor. Son culpables, porque la responsabilidad y la capacidad de destrucción de sus actos crece con la cantidad de poder que les demos, pero nosotros lo somos también. Preferimos refugiarnos en espacios de información cada vez más cerrados y pequeños donde encontremos gente que piensa como nosotros, donde nos sintamos cómodos y no tengamos que enfrentar crítica alguna. Nos convertimos en burbujas andantes donde nada más podemos escucharnos a nosotros mismos. Preservamos nuestro individualismo y variedad de opiniones, pero al final llegamos a ser lo mismo: gente que no puede escuchar al resto y darse cuenta que comparten realidades similares, gente que sigue dividida porque sólo pueden oír el ruido de su propia voz, gente que sigue dominada porque no puede formar la acción colectiva necesaria para recuperar el poder que hemos regalado. Los que tienen control sobre nuestras vidas quieren que nos mantengamos aislados para que no haya posibilidad de un cambio radical. Y por eso Amauta quiere abrir el espacio, conversar con los demás, formar una comunidad en donde todos podamos participar como iguales, llegar a encontrar información que nos lleve a cuestionar nuestras ideas y creencias hasta tener las ganas de actuar juntos para poder, en algún momento, reestablecer el control de nuestra vida. Aquí en este instante, hablándonos, creamos el primer acto de nuestra resistencia.

Pero para la creación de tal espacio, se ocupa conocer y entender cómo y por qué los medios de comunicación presentes contribuyen a nuestro dominio. De ellos obtenemos nuestra información, la cual influye nuestras ideas de la realidad y basamos nuestra relación al mundo y la forma determinada de como vamos a actuar en él. Si las noticias que recibimos de los medios pronuncian, por ejemplo, que la única forma de salvar la economía, y de esta manera a nosotros mismos, es comprando más, entonces vamos a seguir esta recomendación. Es algo tan fundamental para nuestro tipo de vida que nuestra posición social, y nuestra felicidad, solo se puede garantizar por medio de la capacidad que tenemos de poder comprar. Y como creemos completamente en esta doctrina del consumismo, hemos explotado y abusado nuestros recursos a tal punto de destrucción que se nos hace difícil poder detenerla. Hemos menospreciado las necesidades del medio ambiente, al igual que las del resto de la humanidad, para en vez buscar la ilusión de la seguridad personal que trae nuestro bienestar material. Los medios de comunicación han difundido esta idea a todos los rincones del planeta porque es la “verdad” que fue permitida atravesar los diferentes filtros de poder para que resonara a través de la sociedad, de esta forma convirtiédose en la única opción realista para nuestras vidas.

Ésta es, en la mayoría de casos, nuestra realidad. Pero no tiene que serla. Sencillamente es lo que nos han dicho, y por eso vemos el mundo de tal forma. Para desenmascarar las influencias que dominan la estructura de nuestros medios de comunicación actuales (y de esta forma las verdades que son permitidas en nuestra sociedad) y poder enfrentarnos a ellas para cambiarlas, decidimos (y tuvimos la gran oportunidad de) hablar con uno de los intelectuales públicos y lingüistas que ha estudiado el tema a profundidad: Noam Chomsky. El coautor con Edward S. Herman de Los Guardianes de la Libertad (en inglés, Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media) y autor de obras como Ilusiones Necesarias y Propaganda y la Opinión Pública (a través de las entrevistas de David Barsamian), Chomsky demuestra como los medios de comunicación han sido herramientas de propaganda que filtran los pensamientos “inadecuados” y así propagan las ideas dominantes de aquellos, que por circumstancias económicas o (y) políticas, tienen los recursos para ocupar puestos sociales que les den acceso a ampliar sus voces, mientras el resto tiene derecho (o deber) de escucharles. Él no cree que estas ideas dominantes sean iguales entre sí (puede haber diferencia entre intereses estatales y corporativos, por ejemplo), o que los periodistas no estén ejerciendo su profesión con honestidad y cierta independencia, o que hayan pequeños grupos de poder que planean conspiraciones y están decididos a engañar y manipular en gran escala por su propio beneficio. Piensa que los parámetros de control que limitan la discusión se imponen a través de un sistema basado en la acumulación de recursos: el que tiene más dinero y más poder va a tener mejor accesso a los medios de comunicación para expresar sus preferencias e ideologías. Lo logra porque, sencillamente, puede comprar ese espacio y restringir la competencia solo a aquellos que piensan dedicar esta información a fines comerciales o valores “aceptables” como mantener el orden social, la conformidad y el consumismo incuestionable como el rol en nuestra vida. Así lo explica Chomsky en nuestra reciente conversación:

“Muchas personas en los medios de comunicación son gente muy seria, y honesta, y te dirán, y creo que tienen razón, que no los fuerzan a escribir nada [...] Lo que no te dirán, y tal vez no estén concientes de ello, es que los dejan escribir con libertad porque se ajustan a las normas, sus creencias se ajustan … a la doctrina del sistema, y entonces sí, los dejan escribir con libertad y sin presión. Las personas que no aceptan la doctrina del sistema intentarán sobrevivir dentro de los medios de comunicación, pero es muy poco probable que lo hagan…

Toda la cultura intelectual tiene un sistema que filtra, empieza cuando uno es niño en la escuela. Se espera que aceptes ciertas creencias, estilos, patrones de conducta, y así. Si no los aceptas, puede que te llamen un problema, que tienes un comportamiento problemático, y te eliminan. Esto ocurre en las universidades. Hay un sistema implícito que filtra y crea una fuerte tendencia a imponer conformidad. Sin embargo, es una tendencia, entonces van a haber excepciones, y a veces las excepciones son bien asombrosas. Por ejemplo, esta universidad [Massachusetts Institute of Technology], en la década de los 60s, en el periodo de activismo de los 60s, la universidad fue financiada casi un cien por ciento por el Pentágono. También fue uno de los principales centros académicos de resistencia en contra de la guerra [Vietnam]…

Las tendencias son bien fuertes, y las recompensas para la conformidad son bastantes altas, mientras los castigos por no conformarse pueden tener serias consecuencias. No es como si te fueramos a mandar a una camara de tortura [...], pero podría afectar tu ascenso en la sociedad, te podría afectar hasta tu empleo, te podria afectar la forma en la que eres tratado, sabes, como el desprecio, el rechazo, la difamación y denuncia.”

Pero Chomsky insiste que esto ha ocurrido en toda sociedad a traves de la historia. La persecusión de aquellos que han cuestionado las creencias opresivas que las autoridades dictan se observa desde la Grecia antigua y la era bíblica porque “los sectores de poder no van a querer que prospere la disidencia por la misma razón que las empresas no van a poner anuncios en periódicos como La Jornada.”

A mediados de septiembre, Chomsky fue uno de los invitados de honor para el aniversario de 25 años de La Jornada, el cual considera “el único periódico independiente en todo el hemisferio.” Sin embargo, dice que le sorprende el éxito de este diario mexicano no solo porque sobrevive sin muchos anuncios, pero también porque toca temas de suma importancia que están fuera de los límites de lo considerado “aceptable” y continúa siendo una de las principales y más populares fuentes de información en el país. Normalmente, como en su propio país de los Estados Unidos, los medios de comunicación como el New York Times y CBS News cumplen una función fundamental apoyando los sectores de poder porque su “liberalismo” los convierte en “guardianes de las compuertas” que marcan que se puede publicar y que no. “Creo que son moderadamente críticos dentro de los márgenes. No están totalmente sometidos al poder, pero son bien estrictos en que tan lejos se puede ir,” declara Chomsky. Cita el ejemplo de la guerra contra Vietnam, donde los medios de comunicación no cuestionaban las intenciones del gobierno, ya que creen que siempre esta intentando de “hacer el bien”, pero sí llegan a criticar sus planes, sus estrategias y, quizas, los abusos cometidos cuando fracasan en su misión o se esta muriendo tanta gente que no se puede ocultar más al descaro. A Obama también se le llama “liberal”, dice Chomsky, porque criticó el gobierno anterior por sus errores estratégicos y no tanto porque haya pensado que la guerra de Irak o Afganistán en sí sean malas. En estos momentos, después de la escalada de tropas en Afganistán, Chomsky demostró tener razón: Obama es “liberal” no porque cuestiona las intenciones bélicas del estado, sino porque piensa poder hacerlo mejor.

Se les llaman “liberales” no porque lo sean, pero porque es lo más extremo a la izquierda que se pueda llegar donde los sectores de poder aún sigan cómodos que no vaya a haber algo que afecte la jerarquía establecida. Según un estudio del Pew Research Center, solo “29 por ciento de los estadounidenses dicen que las organizaciones de noticia por lo general reportan los hechos correctamente” mientras que “más del doble [de los encuestados] dicen que la prensa es más liberal que los que dicen que es conservadora.” Como mucho del pueblo estadunidense ve a los medios de comunicación como entidades liberales, hay un empuje hacia la derecha de parte de muchos como respuesta. Los locutores de radio y televisión de la derecha en Estados Unidos tienen “un mensaje uniforme” que atrae una “audiencia enorme” porque se dirigen a las “quejas auténticas” de sus oyentes, afirma Chomsky.

“Ponte en la posición de una persona, dizque el estadounidense común: ‘Soy un buen trabajador y cristiano devoto. Cuido a mi familia, voy a misa, sabes, hago todo “bien”. Y estoy siendo timado! En los últimos treinta años, mis ingresos siguen estancados, mis horas de trabajo suben y mis prestaciones sociales bajan. Mi esposa tiene que trabajar dos empleos para poder traer comida al hogar. Los niños, Dios, no hay quien cuide a los niños, las escuelas son terribles y así. ¿Qué hice mal? Hice todo lo que se debe hacer, pero algo injusto me esta ocurriendo.’ Y entonces los locutores derechistas tienen una respuesta para ellos…”

Estos locutores se aprovechan y explotan el descontento legítimo de los afectados por las falsas promesas de los gobernantes, las mentiras de los medios de comunicación y las estafas de las corporaciones. Desconfían porque les han pintado una vida que no existe en su horizonte, porque su realidad es otra, más severa pero desinfectada para que los que sí tienen poder para cambiar sus circumstancias puedan tragarse la historia de que el sistema actual funciona perfectamente. Para los sectores de poder, el capitalismo ha funcionado y ha sido maravilloso, y como esa es su realidad, eso es lo que creen y van a predicar. Y como tienen el control de los aparatos para hacerse escuchar de forma extensa, ese es el único ruido que en verdad sobresale de los demás. Para muchos, como él mismo, reconoce Chomsky, “nos está yendo bien. Por ejemplo, hay muchas quejas sobre el sistema médico, pero yo recibo asistencia médica estupenda. Nuestra asistencia médica se distribuye en base a la riqueza, y para [cierto tipo de gente] todo está bien. Pero no para aquellas personas que escuchan estos programas, y esa es una gran parte de la población.” Entonces estos locutores logran, por el simple hecho de al menos admitir de que existen problemas, convertirse en una voz potente en defensa de aquellos que fueron relegados al margen de la sociedad, y así, irónicamente, acumulan su propio poder y mucho dinero comercializando el apoyo y confianza de los oyentes. Mientrás se hacen ricos, ofrecen falsas soluciones populistas que enfoca la rabia digna del pueblo en contra de “inmigrantes” o “socialistas” o “feministas” que supuestamente tienen el control total del gobierno, y así crean pleitos entre personas con problemas similares y los distraen del hecho de que estos supuestos líderes también se enriquecen con el sistema actual y promueven, más bien, un mundo donde sus ideas, la de los hombres blancos y ricos, sea ley suprema. O sea, lo que están haciendo es reforzar el sistema existente y excluir a mucho más gente que antes de los pocos beneficios que provee. Pero estas contradicciones se pierden en los gritos que pegan, ahogándonos en el ruido del miedo y de la ira.

¿Cómo podemos entonces enfrentarnos y resistir ideas fáciles que tienden a engañarnos y obstaculizar un cambio aútentico? ¿Se podrá? ¿Se ha logrado?

“[Estos patrones] se han roto hasta cierto punto. Es por eso que ya no vivimos en tiranía, sabes, el rey ya no decide lo que es permitido, y hay mucho mas libertad de lo que hubo en el pasado. Entonces sí, estos patrones se pueden alterar. Pero mientras exista la concentración del poder de una u otra forma, sea de armas, capital o de otra cosa, mientras haya concentración de poder, estas consecuencias [las tendencias para conformarse dentro del marco social] son de esperarse.”

Chomsky menciona encontrarse con cierta frustración dentro de los círculos de intelectuales izquierdistas en su reciente viaje a México porque sienten “que hay cierta inquietud y activismo popular, pero muy fragmentado. Que estos grupos tienen agendas muy limitadas y específicas a ciertas luchas y no se relacionan ni colaboran entre sí. Bueno, eso es algo que hay superar si se quiere construir un movimiento popular amplio. Y los medios de comunicación pueden ayudar…” pero “[s]e ocupa organización. La organización y la educación, cuando interactuan una con la otra se fortalecen entre sí, se apoyan mutuamente.”

Amauta entonces quiere intentar crear el espacio donde diferentes personas y grupos puedan debatir, sea cual sea la ideología, en torno a los problemas sinceros de nuestras comunidades y no como una herramienta de propaganda o de interés propio. Donde, quizá, podamos ser los dueños de nuestras propias voces, y nuestra palabra valga mas que la palabra del político en la televisión, y nuestra conversación nos informe más de lo que pueda informarnos los medios de comunicación actuales. Pero más que todo, queremos expandir la conversación a todo rincón posible para colaborar y participar juntos en un movimiento o varios movimientos que perturben y cambian el estado actual de nuestro mundo. Como lo escribió Chomsky en su libro Democracia y Educación, “un movimiento izquierdista no tiene oportunidad de éxito, y no la merece, sino obtiene un entendimiento de la sociedad contemporánea y una visión para un orden social futuro que sea convincente para la gran mayoría de la población. Sus metas y estructuras organizativas deben formarse a través de la participación activa del pueblo dentro las luchas populares y la reconstrucción social. Una cultura radical auténtica solo se puede crear a través de la transformación espiritual de un enorme número de personas, en el cual el rasgo esencial de cualquier revolución social es la de extender las posibilidades de creatividad humana y de la libertad.”

Para retomar nuestra voz y convertirnos en artistas, periodistas, creadores de nuestra verdad e impulsores del cambio, Chomsky nos dió un ejemplo práctico de lo que considera “una participación directa en la creatividad.” Comenta que hace alrededor quince años en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en aquel entonces un sindicalista que aún no era presidente, lo llevó a un barrio en las afueras de Río de Janeiro en donde había un espacio abierto, una plaza. “Es un país semi-tropical, todo el mundo esta afuera, es de noche. Un pequeño grupo de periodistas de Río, profesionales, salieron esa noche con un camión que parquearon en el medio de esa plaza. El camión tenía una pantalla encima de él, y un equipo de transmisión televisiva. Y lo que estaban transmitiendo eran obras, escritas por la gente de la comunidad, actuadas y dirigidas por las personas en la comunidad. Entonces las personas del barrio están presentando estas obras, y una de las actrices, una muchacha, tal vez de diecisiete, estaba caminando en medio de la multitud con un micrófono, preguntándole a la gente que comentara- hay muchas personas ahí, y están interesadas, mirando, hay gente sentada en los bares, gente andando por la plaza – entonces comentaron sobre lo que vieron. Y como había un pantalla, se transmitían en vivo lo que decía la gente sobre la obra, y después otros respondían a lo que se dijo, y así. Y estas obras eran substanciales… Trataban [temas] serios. Algunas de las obras eran comedias, sabes, pero trataban temas como la crisis de la deuda pública, o del sida. … Fue una participación directa en la creatividad. Y creo que fue algo bastante ingenioso.”

Ahora nos toca a nosotros. Queremos ser esa plaza, ese espacio público donde la comunidad se una para crear algo primordial. Buscar activamente que más y más gente participe directamente para incitar una transformación comunal, y quiza algún día, una revolución auténtica. Si quieres unirte, bienvenido.

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