Espacio Civil | Emilio Alvarez Icaza
El Gobernador electo Gabino Cue tiene un altísimo bono democrático antes de iniciar su gobierno. Las expectativas de cambio son muy altas, como la esperanza de que para el bello estado de Oaxaca lleguen tiempos mejores. Aunque es preciso subrayar que este escenario conlleva también altos riesgos para Cue y para la democracia en esa entidad.
En breve Gabino Cue tendrá que dar certezas de qué tipo de gobierno piensa encabezar. Los dilemas entre un gobierno simplemente de alternancia o un gobierno de transición democrática están a la vista y suponen esquemas de gobierno completamente diferentes.
Las organizaciones civiles y sociales oaxaqueñas formulan tres preguntas como indicadores de qué esperar: ¿quiénes integraran el gabinete?, ¿cuál será el plan para los primeros 100 días (en realidad 111, parece que se llegará hasta el simbólico 21 de marzo) ¿cómo será integrará y ejecutará el Programa de Gobierno?. Si las respuestas a estas interrogantes suponen viejos nombres con cara nuevas, viejas y viciadas prácticas o de plano viejos actores, quedará claro que antes de iniciar su administración Cue ya empezó a erosionar ese valioso bono.
Para ayudar a esclarecer esos dilemas y generar un proceso colectivo de reflexión el Consejo Ciudadano de Vigilancia de la Transición Gubernamental (iniciativa esperanzadoramente innovadora), el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) han iniciado un ciclo de conferencias denominado “Oaxaca: Diálogos por la transición”. Ayer, la primera de ellas versó justamente sobre derechos humanos (DDHH) y transición.
El gobierno y sociedad oaxaqueña tendrán que responder qué proceso de revisión del pasado quieren hacer en una entidad profundamente marcada por graves violaciones a los DDHH y qué tipo de reconciliación construir en una sociedad tan polarizada. La experiencias más exitosas a nivel internacional incluyen una suma de iniciativas de distinto tipo: penal y social; comisiones independientes y colectivas de verdad y reconciliación; programas de reparación; reformas al sistema de seguridad y justicia; y la conmemoración de los esfuerzos que preservan la memoria.
Oaxaca toda, no sólo Gabino Cue, tiene por delante una extraordinaria oportunidad de transformación democrática. De refundar su pacto social con el centro en los DDHH, no sólo para constitucionalizarlos, sino para desarrollar las instituciones y la política publica que los hagan realidad. Tienen la oportunidad de convertir esa entidad en un laboratorio democrático que haga de su transición una realidad que signifique mejores niveles de vida para todas y todas, que tan urgentemente se necesita.
En breve Gabino Cue tendrá que dar certezas de qué tipo de gobierno piensa encabezar. Los dilemas entre un gobierno simplemente de alternancia o un gobierno de transición democrática están a la vista y suponen esquemas de gobierno completamente diferentes.
Las organizaciones civiles y sociales oaxaqueñas formulan tres preguntas como indicadores de qué esperar: ¿quiénes integraran el gabinete?, ¿cuál será el plan para los primeros 100 días (en realidad 111, parece que se llegará hasta el simbólico 21 de marzo) ¿cómo será integrará y ejecutará el Programa de Gobierno?. Si las respuestas a estas interrogantes suponen viejos nombres con cara nuevas, viejas y viciadas prácticas o de plano viejos actores, quedará claro que antes de iniciar su administración Cue ya empezó a erosionar ese valioso bono.
Para ayudar a esclarecer esos dilemas y generar un proceso colectivo de reflexión el Consejo Ciudadano de Vigilancia de la Transición Gubernamental (iniciativa esperanzadoramente innovadora), el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) han iniciado un ciclo de conferencias denominado “Oaxaca: Diálogos por la transición”. Ayer, la primera de ellas versó justamente sobre derechos humanos (DDHH) y transición.
El gobierno y sociedad oaxaqueña tendrán que responder qué proceso de revisión del pasado quieren hacer en una entidad profundamente marcada por graves violaciones a los DDHH y qué tipo de reconciliación construir en una sociedad tan polarizada. La experiencias más exitosas a nivel internacional incluyen una suma de iniciativas de distinto tipo: penal y social; comisiones independientes y colectivas de verdad y reconciliación; programas de reparación; reformas al sistema de seguridad y justicia; y la conmemoración de los esfuerzos que preservan la memoria.
Oaxaca toda, no sólo Gabino Cue, tiene por delante una extraordinaria oportunidad de transformación democrática. De refundar su pacto social con el centro en los DDHH, no sólo para constitucionalizarlos, sino para desarrollar las instituciones y la política publica que los hagan realidad. Tienen la oportunidad de convertir esa entidad en un laboratorio democrático que haga de su transición una realidad que signifique mejores niveles de vida para todas y todas, que tan urgentemente se necesita.
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