10/22/2010

Lxs desplazadxs de San Juan Copala

[Video]
Pareciera que ni ellos mismos dimensionan que son desplazados; la mayoría de la gente que salió de San Juan Copala lo hizo primeramente con la intención de romper un cerco paramilitar
Kaos. México | Frida Guerrera/Municipio Autónomo de San Juan Copala

Los desplazados que nadie quiere ver

La Columna Rota/Verónica Villalvazo

Frida Guerrera

“Es desplazado toda persona que se ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad o libertad personales han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazadas, con ocasión de cualquiera de las siguientes situaciones: conflicto armado interno, disturbios y tensiones interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los derechos humanos, infracciones al Derecho Internacional Humanitario u otras circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que puedan alterar o alteren drásticamente el orden público”. (http://www.disaster-info.net/desplazados/informes/…).

Pareciera que ni ellos mismos dimensionan que son desplazados; la mayoría de la gente que salió de San Juan Copala lo hizo primeramente con la intención de romper un cerco paramilitar, el que nadie nos habíamos atrevido a voltear a ver, aun después del asesinato de ocho personas en San Miguel Copala, en febrero de este año; a pesar del dolor, muchos ojos voltearon a ver la situación actual después de los asesinatos de dos observadores de derechos humanos, la mexicana Betty Cariño y el finlandés Jyri Jaakkola; lamentablemente esa fue la puerta que abrió lo que estaba sucediendo en San Juan Copala, a pesar de que para muchos sigue siendo descalificado como “ahí se matan siempre, son triquis”.

Hoy la sensación que los hombres y mujeres de San Juan Copala, que salieron bajo fuertes balaceras, es de ahogamiento en la desesperación, esa es la lectura que dan; el próximo lunes cumplen 60 días que las mujeres llegaron a instalarse al zócalo de Oaxaca, hoy viven entre 70 y 80 personas en los pasillos del ex palacio de gobierno de Oaxaca, el lugar donde Ulises Ruiz dijo que no habría más marchas ni plantones, tanto lo dijo que en efecto descalifica a los desplazados y no se ve el más mínimo interés en solucionar el conflicto; dirían “no pasa nada en Copala, todo está bien”.

Y sí, seguramente eso es lo que va a encontrar la comisión de paz que se formo en abril en la Cámara de Diputados federal, la cual ni siquiera los autónomos conocían que existía, la cual ni siquiera se ha atrevido a venir a ver a Oaxaca, ya no en San Juan Copala, a los desplazados.

En San Juan Copala ya no hay quienes estorben a los grupos paramilitares que tuvieron azorada a la población; aquellos que por un altavoz les hacían saber desde el 13 de septiembre que si no se iban los iban a matar; luego finalmente el 17 de septiembre dieron el último aviso, Si Miguel Velasco no se iba lo iban a colgar frente a la iglesia para dar un escarmiento al resto de los autónomos.

Si dicha comisión viaja a San Juan Copala encontrará que todo está bien como dice Ulises; sí, está bien para el grupo paramilitar que tomó el municipio y para quienes simpatizan con ellos por miedo o por necesidad, después del llamado que hiciera Mauro Vázquez, agente municipal reconocido por el gobierno estatal y también identificado por algunas de las heridas como ser quien les disparaba, y que descaradamente hace un el llamado en video para que quienes quisieran regresar a San Juan Copala lo hicieran sin “miedo”, y sí inició la toma de casas de gente identificada por los desplazados de San Juan Copala, como gente de Rastrojo MULT y Ubisort.

Lamentablemente para los desplazados, aquellos que el gobierno estatal no acepta que existen, aquellos que seguramente los diputados Heliodoro Díaz Escárraga, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Sofía Castro Ríos (PRI), Javier Corral Jurado (PAN), Juanita Arcelia Cruz Cruz (PRD), Florentina Rosario Morales (PRD), Alejandro Carabias Icaza (PVEM), José Gerardo Fernández Noroña (PT), Elsa María Martínez Peña (Nueva Alianza) y María Guadalupe García Almanza (Convergencia), a la cual también pertenecía el fallecido Guillermo Zavaleta Rojas, no conocen.

Ni siquiera conocen que la situación para los desplazados que NO viven en San Juan Copala ya no son igual; despojados, arrancados de sus vidas, hoy duermen en un lugar que no es el suyo, hoy no hacen nada más que esperar para poder reunirse todos en Oaxaca y entonces esperar a ver qué es lo que va a pasar con ellos y sus vidas.

Hace unos días por un comunicado de prensa Reina Martínez Flores, representante de los desplazad@s de San Juan Copala, lamentó no poder ayudar a los damnificados pero de corazón están con ellos, aun con el dolor de la zozobra, del no saber qué pasará, conocen la empatía por el dolor de los damnificados, dando con esto muestra de coherencia, de amor, aunque ellos no reciban más que descalificaciones y miradas de la mayoría de la sociedad oaxaqueña de desprecio o tal vez miradas de algunos oportunistas de sacar dinero en nombre de ell@s

Hoy no tienen nada, hoy solo son sombras en los fríos pasillos del ex palacio de gobierno.



La muerte de Teresa, desplazada del Municipio Autónomo de San Juan Copala asesinada por el MULT

David Cilia Olmos

Municipio Autónomo de San Juan Copala

En 20 días más Teresa cumpliría 32 años, en marzo próximo estaría dando a luz, por esas fechas también su hijo Efraín estará cumpliendo dos años. Ya no lo celebrará. Ahora está rodeada de hermosas flores, ayer la despedimos, se fue con su vestido tradicional, con la nueva hamaca que nunca alcanzó a estrenar, con sus trastos de plástico y un gallo para que la acompañe en su camino.

Se fue con un mensaje escrito en la mano, antes de irse sus ancianos padres le orientaron sobre su camino y le dijeron en Triqui: recuerda allá, donde te escuchen, los nombres de los que te quitaron la vida, y los repitieron uno por uno. No hay coraje, hay dolor y más que nada, la preocupación para que no se olvide el mensaje.

Antes de irse Orlando, su hijo, la madre de Teresa, y su abuela, lavaron con alcohol sus manos y la planta de los pies para que llegue limpia a donde va. Orlando no llora, a sus 9 años entiende perfectamente que de nada le sirve llorar, las demás mujeres tampoco lloran, han estado presentes durante horas de pie, aquí no hay ni una silla donde sentarse, ni un banco y ni un tabique.

Teresa no fue velada en su casa, “¿Qué casa iba a tener si era desplazada?” me contesta un indígena Triqui. En la casa más cercana a la escuela, sobre unos cuantos blocks de concreto se colocó su ataúd, entre las sábanas solo se alcanza a observar su cabello negro ensortijado.

Teresa había resistido los más de 300 días que duró el cerco militar en contra de la localidad de San Juan Copala, los últimos días del asedio ya no había comida y solo bebía agua de lluvia, cuando llovía, pues ya era imposible salir de las casas.

Pero finalmente el sitio en contra de Copala terminó con la toma militar del poblado. Primero la policía estatal tomo el Palacio Municipal Autónomo con el pretexto de la muerte del jefe paramilitar de UBISORT en la Sabana. La comunidad sitiada había sido tocada en su corazón. La policía estatal dejó el Palacio Municipal Autónomo, pero nuevamente las mujeres volvieron a salir a las calles de su comunidad y lo retomaron. No fue fácil, ahí murió una persona y hubo muchos heridos de bala.

Entre el 11 y el 19 de septiembre se dio la batalla por Copala, seis días le tomo a 400 paramilitares tomar el poblado casa por casa. La gente pasó los últimos días en sus casas con un estoicismo que se guardará en las páginas de la historia de este país, durante 3 o 4 días no tuvieron nada que comer y nada que beber. Teresa salió de su casa, con sus hijos el 14 de septiembre, durante la madrugada, en la oscuridad y dado lo abrupto del terreno cayó en una barranca profunda y rodó arrastrando a algunos de sus hijos. Como pudo siguió su camino y finalmente logró pasar entre lo más difícil de la selva y barrancas el cerco de los paramilitares. Su esposo Jordán se quedó a intentar proteger el poblado y ayudar al escape de los demás habitantes, la mayoría de ellos de la tercera edad.

Cuando finalmente Jordán logró romper el cerco militar y escapar se reunió con ella en Yosuyuxi y enfrentaron su nueva situación, durante más de 10 meses ni Jordán ni Teresa habían tenido alguna fuente de ingresos económicos, pues primero no podían salir del poblado y luego ni de sus casas, ahora el joven matrimonio tenía que ver como alimentar a sus 6 hijos, que en 5 meses serían 7.

Teresa vivía escondida en la casa de su mamá. Ni ella ni sus hijos podían salir y ni siquiera asomarse a la puerta o a las ventanas, la casa de su madre estaba visible y peligrosamente a la orilla de la carretera. Ahí solo podía tejer diadema indígena, artesanías, para tener algún ingreso, pero ella no podía salir a venderlas, pues su vida corría peligro.

Una semana antes de su muerte Teresa y Jordán recibieron en esa casa a Matilde Pérez, de La Jornada, a Zósimo Camacho y David Cilia García, reporteros de la revista Contralínea, al corresponsal de Proceso en Oaxaca, a la reportera Frida Guerrera y a Reyna Martínez vocera del Municipio Autónomo en el estado de Oaxaca.

Reyna tomó las manos de Teresa en sus propias manos y le dijo mirándola a los ojos:

–Vámonos para Oaxaca, al plantón…

–No puedo Reyna –contestó Teresa—tengo muchos hijos y pueden dar mucha lata.

Reyna insistió, pero Teresa mantuvo su negativa, quería estar con su esposo y sus hijos juntos y eso sólo lo podía lograr estando en Yosuyuxi.

Ahora Teresa está muerta. Hasta esta localidad de la región Triqui Baja que reúne la mayor cantidad de desplazados de San Juan Copala llegaron los sicarios para ejecutarla.

Ahora mismo nos muestran la ropa que tenía puesta Teresa durante la emboscada. El largo cinturón indígena tejido a mano muestra las perforaciones de los tiros que la abatieron por la espalda, nos muestran el sostén tinto de sangre, el fondo, y el huipil de por sí rojo, con el orificio de la bala calibre 7.62.

Pero no es la única sangre, en la camioneta en la que viajaba se nota la saña, el uso de diversos calibres, el miedo de los que con impunidad disparan que una vez, apretado el gatillo, no dejaron de disparar hasta que sobre la carretera dieron el tiro de gracia a Jordán, el esposo de Teresa.

Rodeada de flores, en manojos que nunca abandona una anciana Triqui, la madre de Teresa reflexiona o pregunta en un español bastante claro para quien lo quiera entender: “no sé porque le hacen así, ella no es hombre, nomás mujer, ella nomás estaba aquí, en su casa”.

Su pregunta me da claridad acerca de que los paramilitares que se están apoderando de México están mandando un mensaje de “equidad” en la muerte que distribuyen, los mínimos códigos de comportamiento en la guerra, para ellos son basura, lo que el jefe ordene, eso se hace. Los paramilitares que siguen masacrando al pueblo Triqui de Copala tienen los mismos códigos éticos que sus jefes Toño Pájaro, Heriberto Pazos, Ulises Ruiz, o sea, no tienen madre.

Pero yo me pregunto: ¿Dónde están las y los activistas que defienden los derechos de la mujer en México? ¿Andan en algún congreso internacional? ¿Teresa no era mujer? ¿Acompañaba demasiado a su marido como para que merezca ser defendida?

¿Dónde están los que defienden a los niños de la violencia? ¿Los hijos de Teresa no son víctimas de la violencia? ¿Necesitaban ser lastimados verbalmente y no con balas para que alguien les haga caso?

¿Dónde están los que defienden los derechos de los pueblos indios? ¿Teresa no era Triqui? ¿Los Triquis no son un pueblo indígena?

¿Dónde están los que defienden el derecho a la salud? Alexandra, la hija de 3 años de Teresa tiene una esquirla o cristal en la cabeza que no pudimos retirar, Frida Guerrera y yo, con agua hervida y sal y unas tijeras de kínder que es lo único que había al alcance para atenderla donde está. ¿Qué el doctor? ¿Qué el Centro de Salud? ¿De qué me están hablando?

Frida Guerrera, la primera y única reportera que ha entrado a Yosoyuxi luego de la masacre — hasta la fecha–, se queda con una profunda sensación de impotencia. Nosotros no pudimos ¿Entonces quién la va a curar? El Estado mexicano gasta exactamente pinchemil millones de pesos en salud. Ni un centavo se invertirá en curar a Alexandra, se los puedo asegurar. Pero repito:

¿Dónde están los activistas que se rifan el pellejo en éste país para atender el derecho a la salud que el Estado y el sistema se niega a atender? ¿Es demasiada chica su herida? ¿De cualquier forma de algo va a morir o la van a matar a balazos

¿Dónde están los que defienden a los desplazados, a los perseguidos, a los refugiados, a los damnificados en otras partes del mundo? ¿Acaso sólo lo son si lo dice Televisa? ¿Sólo al lado de un artista famoso los Triquis pueden tener el estatus de desplazados, de refugiados, de damnificados?

¿Dónde están esos hombres y mujeres viriles, güevudos –como dicen los misteriosos desaparecedores–, que pueblan la política nacional, la “izquierda” y los movimientos sociales con discursos encendidos sobre la justicia y los derechos? ¿Matar mujeres, disparar contra niños de uno a 3 años, rematar a los heridos no es una injusticia?

¿Dónde están los que defienden la autonomía, la libertad, la democracia? ¿El pueblo Triqui no tiene el derecho a organizarse, expresarse como le dé su gana?

Podría seguir preguntando pero no sé si como desde hace 10 meses, 10 años, o 5 siglos estas preguntas en realidad no tengan respuestas o no merezca yo conocerlas.

Lo que sí sé es donde está el asesino de Teresa, Antonio Cruz, alias el Pájaro. Está estacionado en su carro focus rojo, con las luces ostensibemente encendidas, sobre una terracería que entronca con la carretera por la que vamos pasando rumbo a Tlaxiaco para mandar esta información.

Zona Triqui baja, lunes 18 de octubre de 2010.




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