11/22/2015

Gobierno de Peña Nieto, blanco del “despiadado desprecio” de los mexicanos: “The Economist”

Gobierno de Peña Nieto, el blanco del despiadado desprecio de los mexicanos: "The Economist"

La continua falta de seguridad y la prevalencia de la corrupción son los dos grandes problemas que los ciudadanos asocian con la administración del priista, publicó el medio británico.

(Foto: The Economist).

Después de un año y medio de gobierno, todo empezó a ir mal para el presidente Enrique Peña Nieto: la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la ‘casa blanca’ y la fuga de Joaquín “el Chapo” Guzmán, convirtieron a su administración en “el blanco del despiadado desprecio” de la opinión pública, publicó The Economist
En un texto llamado “El silencio de Los Pinos” critica las fallas de Peña Nieto en materias como seguridad y rendición de cuentas, pero señala que su más grave error es político: “ En los días en que el PRI gobernaba a México como partido único, los presidentes eran despiadados en sacar a los subordinados que fallaban. Peña no: los ministros de Finanzas, Transporte y de Gobernación conservaron sus trabajos, a pesar de los conflictos de interés y la fuga de Guzmán“.
“El Presidente parece colocar la lealtad personal por encima de la rendición de cuentas”, apunta el medio, que hace un recuento de la administración de Peña Nieto y concluye que los dos grandes problemas que los mexicanos asocian con su gobierno son la “continua falta de seguridad y la prevalencia de la corrupción”.
A continuación la traducción íntegra del texto:
En los primeros 18 meses después de que se convirtió en presidente de México, en diciembre de 2012, Enrique Peña Nieto disfrutó de extraordinario éxito. A través de hábiles maniobras políticas promulgó una serie de reformas estructurales para la lenta economía de su país, que habían eludido sus tres predecesores, incluyendo una histórica enmienda constitucional que le dio un vuelco a la prohibición para la inversión privada en energía que data de los años 30. Pero después todo empezó a ir mal.
Primero una reforma fiscal de mano dura alejó a los inversionistas privados. El asesinato de 43 estudiantes en septiembre de 2014 por narcotraficantes en complicidad con autoridades locales en el sureño estado de Guerrero puso en “shock” al país. La revelación de que la esposa del presidente y su ministro de Finanzas adquirieron lujosas casas con ayuda de Grupo Higa, una compañía constructora que había obtenido contratos gubernamentales, apunta a conflictos de interés en la cima (pese a que todos negaron haber roto la ley). El ministro de Transporte después canceló el contrato que había asignado a un consorcio que incluía a Grupo Higa, para construir un tren rápido de 3 mil millones de dólares.
En julio el escape de la prisión de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el narcotraficante más famoso de México, añadió humillación y vergüenza. Todo esto ha minado el apoyo público para Peña Nieto. En un país que es tradicionalmente deferente hacia los presidentes, su aprobación se desplomó hasta 34% con la fuga de Guzmán. El gobierno es el blanco del desprecio despiadado entre la opinión pública de la Ciudad de México. Muchos mexicanos apuntan dos grandes problemas que asocian con la administración de Peña Nieto -la continua falta de seguridad y la prevalencia de la corrupción.
Los funcionarios parecen a la vez perplejos y resentidos acerca de la falta de crédito que el gobierno obtiene por sus logros. Después de todo, mientras la economía de México no es estelar continúa creciendo, lo que es más de lo que se puede decir de otros en Amérlica Latina. Las reformas están empezando a dar resultados que la gente puede apreciar, como una aguda disminución en los costos de la telefonía móvil. El Congreso ha aprobado una reforma constitucional para aprobar el llamado Sistema Nacional Anticorrupción. Muchas cosa, desde la reforma educativa a la industria automotriz van bien en México.
Incluso en seguridad, el cuadro completo es más variado que los encabezados. La tasa de homicidios cayó desde 2012 hasta marzo de este año, pese a que está subiendo de nuevo. Varios estados del norte en los que la mafia causó estragos están ahora más calmados. En el central estado de Michoacán, el gobierno federal ha quitado los colmillos a una pandilla d la droga particularmente viciosa y a los vigilantes locales. Un nuevo programa de policía comunitaria en las más peligrosas vecindades con una población total de 2.5 millones de habitantes tiene resultados medibles, dice un funcionario de seguridad.
Pero las fallas del gobierno son más visibles. Estas incluyen Guerrero, que se ha convertido en una de las mayores fuentes de heroína en el mundo. Partes del estado están “totalmente penetradas por el crimen organizado”, admite el funcionario. Para sus críticos, Peña ha fallado en dar prioridad a la seguridad y al estado de derecho, en parte porque muchos políticos locales de su partido, el Revolucionario Institucional, se benefician del “status quo”. Esto se aplica aun más a la corrupción.
El Congreso está por aprobar en mayo las leyes requeridas para implementar el nuevo sistema anticorrupción. Si hay una probabilidad del 50% de que esas leyes tengan dientes es porque la sociedad mexicana y la academia se están haciendo más conscientes del costo de la corrupción, dice Mauricio Merino del CIDE.
La falla más sorprendente de Peña es política. Paradójicamente el presidente piloteó ambiciosas reformas se ha probado incapaz de reaccionar. “Ellos no saben responder a la opinión pública”, dice Héctor Aguilar Camín, un historiador, sobre la pequeña camarilla de ayudantes de Peña. El llama al problema “el silencio de Los Pinos”. En los días en que el PRI gobernaba a México como el partido único, los presidentes eran despiadados in sacar a los subordinados que fallaban. Peña no: los ministros de Finanzas, Transporte y de Gobernación conservaron sus trabajos, a pesar de los conflictos de interés y la fuga de Guzmán.
El Presidente parece colocar la lealtad personal por encima de la rendición de cuentas.
En los más estrechos términos políticos su juicio puede ser correcto. Pese a todos los escándalos, el PRI y sus aliados mantuvieron la mayoría en el Congreso en la elección intermedia de junio. Peña Nieto podría ser capaz de conseguir que su sucesor fuera electo en 2018, solamente conservando el voto duro de la alianza, de cerca del 36%. Eso es porque la oposición está fragmentada y la Constitución no contempla una segunda vuelta. El problema es que esta fórmula intensificará la desilución de los mexicanos con su todavía joven democracia.

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