Nestora
Nestora Salgado García, la lucha por la dignidad de los pueblos de La Montaña1
(Semblanza)
Desde el
compromiso con los pueblos indígenas de Guerrero, Nestora Salgado
García, oriunda de Olinalá, Guerrero, ha dado una lucha por la dignidad
ante el abuso de poder con los más vulnerables. Nacida el 28 de febrero
de 1972, crece en el seno de una familia trabajadora de la tierra.
Estudiaba el segundo año de secundaria cuando fue arrancada del hogar
materno y traslada a Estados Unidos en vísperas de ser madre. Nestora,
en su nueva vida de esposa, madre e inmigrante, pasa las penurias de la
violencia doméstica por parte de su primer esposo. Sin embargo, siempre
mirando hacia adelante, pese a su corta edad, mientras criaba a sus tres
hijas Saira, Grisel y Rubí, obtiene la ciudadanía estadounidense por
denunciar su situación.
Emprende una vida de madre soltera y
mujer trabajadora. Sus primeros empleos formales fueron de recamarera en
Seattle, de empleada doméstica y luego en la cocina de varios
restaurantes. En uno de ellos conoció a su segundo esposo, con quien
lleva más de quince años en unión. Después de 2002, cuando Nestora pudo
regresar a Olinalá, Guerrero, para ver a su familia, empezó a dar un
giro su vida radicalmente. La segunda ocasión de visita al pueblo, un
camión de Coca Cola la sacó de la carretera, mientras ella iba
conduciendo antes de llegar a Tlapa. Su columna quedó afectada por el
accidente, del cual no pudo recuperarse por completo. Estuvo tres meses
en terapia sin poder caminar, sólo con la ayuda de su esposo y sus
hijas. Tampoco pudo volver a trabajar, y fue jubilada por incapacidad
médica.
Las visitas a Olinalá se volvieron
frecuentes y cada vez más prolongadas. Junto con su esposo, José Luis
Ávila, decidió arreglar una casa y ayudar en la siembra. La gente del
pueblo llegaba a pedirles trabajo, consejos legales o comida. El pago
que daban en otras parcelas a los trabajadores era miserable, y ellos
hacían el esfuerzo por pagarles el doble y darles de comer, al ver la
necesidad que tenía la gente.
Ya instalados en el 2004, y
coordinando tareas de solidaridad en la comunidad olinalteca, Nestora
Salgado empezó a trabajar con mujeres víctimas de violencia doméstica.
Les daba consejos, les procuraba atención médica y despensas. A partir
de entonces, su fortaleza se reponía junto con su compromiso con el
pueblo.
Sus principios han sido la
solidaridad y la defensa de los más vulnerables. No fue a la universidad
pero llegó a concebir la idea de la prioridad que tiene la sociedad
sobre el Estado para que éste sea garante de los derechos humanos y no
su depredador. La vida le enseñó el amor por los demás a través de la
justicia.
Su popularidad fue creciendo. Y su
casa se empezó a transformar en un recinto institucional de ayuda al
pueblo. Desde la recolección de ropa y alimentos para los que menos
tienen, hasta la procuración de acceso a los servicios públicos que
excluían o discriminaban a familias indígenas.
No obstante, la ayuda brindada por
Nestora Salgado no era suficiente para el tamaño de la necesidad de
Olinalá y sus alrededores. La violencia del narcotráfico y las pandillas
empezó a contaminar la comunidad. En los dos últimos años la violencia
se intensificó, y en octubre de 2012, llegaron a entrar sicarios a
Olinalá a raptar jóvenes, mujeres para abuso sexual y venta de
narcomenudeo, y los hombres para entrenarlos de sicarios. El pueblo
entró en pánico y las autoridades no hacían nada para detener las
desapariciones y muertes. Así que, con el ejemplo de otras comunidades,
Nestora Salgado impulsó la creación de la Policía comunitaria de
Olinalá, ante la voluntad de un grupo de padres de familia que querían
proteger a sus hijos.
Salgado García salía a las calles, a
la plaza principal con un alta voz para hablarle al pueblo a que se
unieran a la Policía comunitaria para defender su pueblo y a sus hijos. Y
la Policía comunitaria logró integrarse por 250 hombres y 17 mujeres,
en enero de 2013. Nestora Salgado también formó una asociación civil
para sostener la estructura de la Policía, y poder recaudar fondos para
obra social. No obstante, el gobernador del Estado, Ángel Aguirre,
reconoció y felicitó el trabajo comunitario por la seguridad de Olinalá y
les donó dos camionetas y trescientos mil pesos para uniformes, armas
de bajo calibre y mantenimiento de los vehículos.
La policía comunitaria empezó a tener
éxito en la seguridad de su comunidad y alrededor de Olinalá. Nestora
Salgado logró el acercamiento con la Coordinadora Regional de
Autoridades Comunitarias para adherir la Policía Comunitaria de Olinalá
al conjunto de Casas de Justicia que integran las autoridades
regionales, y fue integrada y reconocida la Casa de Justicia El Paraíso.
El trabajo de Nestora Salgado en
materia de derechos humanos y ayuda a la comunidad ha sido constante y
enfocado en el beneficio de los derechos indígenas. Sin embargo, el
crimen organizado también es constante y avanza hasta las cúpulas
oficiales. Nestora Salgado, ya comandante regional de la Policía
comunitaria, junto con otros comandantes, denunció la corrupción del
presidente municipal Eusebio González y los vínculos con grupos
narcotraficantes que raptaban jóvenes y las regresaban dos o tres días
después, drogadas y obligadas a vender droga a otros pueblos. Estos
casos, han sido documentados y los investigaba la Casa de Justicia El
Paraíso.
El acoso del Ejército y la Marina
contra Nestora Salgado y la Policía comunitaria fue sistemático, como
las denuncias y la lucha de ella por salvar a la comunidad del
narcotráfico y abuso de poder. Luchaba contra la prostitución de las
jóvenes obligadas por narcotraficantes y altas autoridades. Luchaba por
los derechos de las mujeres a tener acceso a la atención médica, y
defendía los jóvenes de ser reclutados por los grupos delictivos.
El 21 de agosto de 2013, después de
que los militares rodearon su casa, y estuvieron en la madrugada sobre
el techo apuntando con sus armas a la población, quince vehículos de la
milicia y dos de la Marina detuvieron a Nestora Salgado. La secuestraron
sin darle mayor explicación, y la llevaron en helicóptero a
Chilpancingo. La hicieron firmar documentos que no le permitieron leer y
la trasladaron de inmediato a Acapulco. Durante el trayecto, no le
permitieron pasar al baño y ni le daban explicación de su detención. De
ahí, la obligaron a abordar un avión hacia el penal de alta peligrosidad
El Rincón, de Tepic, Nayarit, donde ha estado en régimen de
incomunicación hasta el 24 de octubre de 2013.
Por la intervención de la Embajada
estadounidense a petición de su familia se logró saber de su paradero,
en el penal, junto con mujeres narcotraficantes.
Ha sido víctima de tortura
psicológica, han sido violados sus derechos humanos y ha sido
criminalizada por defender a la comunidad y organizarla para su propia
protección. Sus denuncias y su activismo ha movilizado la conciencia no
sólo de Olinalá, sino también de México y las principales ciudades de
Estados Unidos donde le han brindado solidaridad.
Nestora Salgado García merece ser liberada y reconocida por su lucha por la dignidad.
1 Semblanza elaborada por Guadalupe Lizárraga, periodista independiente fundadora de Los Angeles Press.
Entrevista realizada a Alejandra Gonza, abogada de Nestora ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
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