Aurelio Nuño, titular de la SEP.
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO,
DF (apro).- El presidente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones,
condena que líderes de otros partidos aparezcan en los promocionales de
radio y televisión. ¿Quiénes otros tendrían que hacerlo? El jerarca
responde: Cualquiera que no fuera líder político principal y posible
precandidato a la presidencia de la República. Y agrega: Salir en la
tele es un fraude a la ley porque ésta no se hizo para adelantar
campañas electorales.
Es difícil encontrar en otro país
afirmaciones como éstas. Los principales voceros de los partidos suelen
ser sus líderes sin que tal cosa pueda ser reprimida. En las llamadas
democracias avanzadas el jefe de Estado o presidente del gobierno es el
líder de su partido y busca la reelección. Mas si los dirigentes no
hablaran se entendería que nada tienen que decir y estaríamos en el
mejor mundo posible, uno con políticos mudos. Sin embargo, la ley no se
hizo para prohibir que los líderes aparezcan en la pantalla sino
justamente para permitir que digan su discurso sin depender para ello de
las empresas de televisión y radio.
Por otro lado, el país sufre una campaña de publicidad de
Aurelio Nuño en radio, televisión y prensa que al parecer jamás acabará
porque empezó justo el día en que Peña Nieto lo nombró secretario de
Educación Pública y en ese cargo seguirá. Pero Nuño no es líder de un
partido, al menos no lo es de manera formal, sino un servidor público
que tiene prohibido por la Constitución realizar propaganda oficial
personalizada. No obstante, él lo hace todos los días, como también lo
hacen algunos gobernadores (Eruviel Ávila en primer lugar), sin que haya
sido posible hasta ahora detener las cotidianas violaciones de la Carta
Magna, no obstante los esfuerzos que se han llevado a cabo en sedes
administrativas y jurisdiccionales.
El tiempo de los partidos en
radio y televisión se ha concedido para que éstos digan lo que quieran
por parte de quienes quieran, en especial para que critiquen al gobierno
o, siendo partido en el poder, lo apoyen. No puede haber ninguna
limitación a un derecho que deviene de la libertad de difusión y de la
naturaleza de entidades de interés público que poseen los partidos
políticos en México. Esto quiere decir que el Estado debe proteger –no
sólo permitir– que los partidos hagan propaganda sin depender de los
dueños de los medios ni del dinero de los ricos.
Los promocionales
políticos y electorales donados o comprados están prohibidos con el
propósito de impedir que los medios inunden el espectro radioeléctrico
con su propagada y que los partidos se vendan aún más para así poder
pagar las tarifas. Sin embargo, ahora Beltrones, al contrario de lo que
él mismo apoyó en el Senado cuando estaba en la oposición, quiere que
los partidos puedan adquirir tiempo en radio y televisión al precio que
los concesionarios les impongan.
El escaso debate en los medios
electrónicos se lleva a cabo a través de los mensajes de los partidos.
Pero para que un político se vea realmente en la Tv se requiere que los
noticiarios cubran a diario sus actividades. Eso lo logran quienes pagan
de manera subrepticia por cuenta del erario, naturalmente. Así se hacen
las campañas publicitarias. Así lo hizo Peña Nieto cuando era
gobernador del Estado de México. No les ha importado nunca que la
Constitución lo prohíba porque su texto es algo referencial. Si Aurelio
Nuño puede aparecer a diario en todos los informativos de la radio y la
televisión, ¿qué aflige a Beltrones? Peña Nieto ya tiene precandidato y
éste es el personaje político más visto y escuchado de la temporada. El
problema de Nuño es que se le ha ido acabando el discurso regañón con el
cual sostiene que la reforma avanza y nadie la podrá impedir, como si
la evaluación de los profesores pudiera ser un objetivo en sí mismo.
El
PRI se muestra muy preocupado por el simple uso de los tiempos
políticos en la televisión a través de inocuos promocionales de 20
segundos. La reforma que debería hacerse es que los partidos contaran
con programas de varios minutos en los que expusieran algunas ideas, si
llegaran a tenerlas, de tal manera que el público pudiera tener
información sobre lo que cada cual propone. Además, se requeriría lo que
casi está prohibido en México: el debate político directo y presencial
de los líderes de los partidos en las cadenas nacionales de televisión.
Ante estas propuestas, Beltrones calla. Es normal.
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