El modelo sueco ha demostrado ser un éxito, pero el país nórdico se enfrentaba a un número notablemente inferior de prostitutas que España
Nerea Fernández García
Madrid, 24
noviembre. 15, AmecoPress. La prostitución es uno de los graves
problemas a los que se enfrenta el feminismo y la sociedad en general en
nuestra época. No es simplemente una profesión como otra cualquiera que
algunas mujeres ejercen libremente, como una parte de la población,
equivocadamente, defiende.
Los datos son
apabullantes. Según un estudio del Instituto Nacional de Estadística
(INE) de septiembre de 2014, la prostitución mueve 3.672 millones al año
en nuestro país. Se calcula que unas 600.000 mujeres la ejercen en
España –la mayoría de ellas, jóvenes, sin estudios y extranjeras-
mientras que la demanda la representan un 6% de españoles
–mayoritariamente hombre de entre 18 y 49 años- que llegan a gastarse
entorno a 1.530 euros anualmente.
Así nos lo
cuenta Ana de Miguel, filósofa y profesora en la Universidad Rey Juan
Carlos. “La prostitución es una escuela de desigualdad humana tremenda
en los tiempos de igualdad formal. Un chico de 15 años ve como iguales a
sus compañeras de pupitre, la sociedad y las leyes se lo dicen. ¿Cómo
aprende que las mujeres somos iguales pero que él tiene derecho a
acceder al cuerpo de las mujeres por un módico precio? Lo aprende en la
pornografía y en la prostitución, que también le enseña lo que es una
mujer, que es un cuerpo al que él tiene derecho a acceder, además ni más
ni menos que para eyacular, y tiene ese derecho porque se lo da una
institución social que esta legitimada, la prostitución.”
Rosario
Carracedo, portavoz de la Plataforma Estatal de Organizaciones de
Mujeres por la Abolición de la Prostitución también afirma que “la
prostitución es una práctica de poder de violencia incompatible con una
sociedad igualitaria”.
Una perpetuación del modelo patriarcal
La desigualdad
que esta institución provoca entre hombres y mujeres contribuye, sin
lugar a dudas, a la perpetuación del modelo patriarcal. “La prostitución
le dice a un hombre “tu tienes derecho a acceder al cuerpo de una mujer
para tu satisfacción sexual y la sociedad te va a dar a esa
institución, te vamos a traer chicas de todo el planeta y muy jóvenes
para que disfrutes de ellas; ahí las tienes son para ti y vamos a buscar
que hasta el feminismo te diga que es perfectamente maravilloso q
vayas, que es legal, que ellas quieren, que no eres tú, que son ellas
las que quieren“, afirma la filósofa.
Carracedo
tampoco lo duda: “Es un elemento esencial del modelo patriarcal. El
matrimonio, por una parte, y la apropiación de una mujer de forma
individual y luego un número mayor de mujeres de forma colectiva. Y no
existe ninguna razón que lo justifique. La prostitución es una
institución social que asegura a los hombres disponer de mujeres para
uso sexual en sociedades democráticas y que aun no hemos solucionado.”
El neoliberalismo defiende que todo se puede comprar y vender, incluido el cuerpo
En su último
libro (que se presenta hoy en Madrid), “Neoliberalismo sexual. El mito
de la libre elección”, De Miguel profundiza en el manido argumento de
que las mujeres ejercen la prostitución porque ellas, como dueñas de su
cuerpo, lo eligen voluntariamente. La ideología neoliberal, el
capitalismo llevado al extremo supone que cualquier cosa puede acceder
al mercado, absolutamente todo se puede comprar y vender, incluido el
cuerpo. “Un problema muy fuerte es que la venta del cuerpo esta
encontrando aliados que van de transgresores de izquierda en su defensa.
Grupos que se autoconsideran muy radicales feministas que van con este
eslogan “sí al aborto, sí a la prostitución, sí al vientre de alquiler,
mi cuerpo es mío y hago con el lo que quiero, yo decido”; igualan la
decisión sobre el propio cuerpo que supone el aborto con la prostitución
o los vientres de alquiler, y no tiene nada que ver”.
Beatriz Gimeno,
escritora, activista feminista y lesbiana, bloguera, expresidenta de la
FELGTB y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid también cree que
aquello de que las mujeres venden su cuerpo libre y voluntariamente es
un argumento neoliberal. “También la gente que trabaja por 500 euros
firma un contrato aceptando. Lo importante de la prostitución en todo
caso no es la voluntariedad o no de las mujeres sino la institución y lo
que esta institución hace a la igualdad. Hay que dejar ya de pensar en
si las mujeres quieren o no. Lo importante es lo que la prostitución
como institución hace a la igualdad”, afirma Gimeno, reiterando también
que es una escuela de desigualdad.
- getty SEGUNDA
“Es una estupidez decir que el sexo es una necesidad”
Al machista
argumento de que la prostitución siempre ha existido y existirá siempre
porque es una necesidad de los hombres, la diputada de la Asamblea
madrileña replica: “A mí eso me parece una estupidez, eso solo lo dice
gente ignorante y machista. El sexo no es una necesidad y, aunque lo
fuera, es ridículo pensar que es posible aceptar que los hombres para
satisfacer unas necesidades necesiten que haya un contingente de mujeres
a su servicio. Como mujeres no lo aceptamos y como personas, creo que
nadie en su sano juicio y que tenga interés en la igualdad puede aceptar
eso.”
Rosario
Carracedo cree que es cuestión de cambiar la mentalidad colectiva: “El
feminismo ya ha contestado repetidas veces a la adaptabilización de la
dominación y de la opresión. Han existido muchísimas cosas socialmente
aceptadas y eso no significa que podamos renunciar a la búsqueda de una
sociedad más igualitaria, las sociedades evolucionan. El uso sexual de
las mujeres en prostitución no es un hecho natural, no es una forma de
resolver esa idea de sexualidad primitiva que tienen los hombres. Todo
eso son mitos de legitimación que sirven para justificar las prácticas
de poder y de crueldad, que pasa en todos los sistemas de dominación.”
Ana de Miguel
también cree que es una excusa para no cambiar la situación actual:
“Esos son los agoreros y las agoreras de siempre, que dicen que algo es
imposible para no dar un paso para cambiarlo y para que la injusticia se
siga realimentando. Es posible cambiar, el ser humano lo ha demostrado
continuamente, como no es posible cambiar es si alimentamos las ideas
que fomentan la desigualdad y el uso y el abuso del cuerpo y de
nosotros.”
Carracedo nos
explica las nefastas consecuencias que traería la legalización, como ya
se ha demostrado en otros países: “No se puede decir que una sociedad
está en contra de la esclavitud que representa la trata y legalizar la
industria del sexo. Está empíricamente demostrado en todos los países
que han legalizado la prostitución que crece exponencialmente la
industria del sexo y se cree una cultura de prostitución porque se manda
un mensaje normativo al grupo social de que esa sociedad autoriza el
uso y consumo sexual de las mujeres. Es una especie de expresión de
consentimiento social.”
Para las
personas partidarias del abolicionismo, el modelo sueco es un ejemplo.
Basado en criminalizar a los consumidores de prostitución y en apoyar y
proteger a las prostitutas, puede decirse que su aplicación ha sido todo
un éxito, avalado incluso por informes del Parlamento Europeo. En la
capital, Estocolmo, el número de mujeres que ejercen la prostitución se
ha reducido en dos tercios y los clientes en un 80%, mientras que en
otras grandes ciudades del país, el comercio sexual en las calles
prácticamente ha desaparecido.
Frente al
demostrado éxito de la abolición en Suecia, en Alemania encontramos la
otra cara. En el país germano se legalizó la prostitución en 2002 pero
no ha servido en absoluto para acabar con ella ni para mejorar las
condiciones de las prostitutas, de las cuales solo un 1% se ha acogido a
los derechos que les ofrece la ley y tiene contrato laboral. Además, la
única alternativa al ejercicio de la prostitución sigue siendo la
pobreza.
Primeros pasos para la abolición
Según Gimeno,
el primer paso del proceso abolicionista pasaría por educar en valores:
“La abolición es un proceso largo y complicado que tiene que poner el
énfasis, sobre todo, en la educación, en conseguir deconstruir las
imágenes cosificadoras que la sexualidad masculina hace de las mujeres,
de manera que los hombres tengan una sexualidad que busque la igualdad
en sus relaciones, que busque la complicidad.”
La portavoz de
la Plataforma Abolicionista detalla las propuestas de su colectivo:
“Primero, desmantelar la industria del sexo y no permitir actividades
económicas que tengan por objeto beneficiarse de la prostitución ajena
y, por tanto, penalizar todo lo que se llama el proxenetismo lucrativo y
coercitivo. Por otra parte, establecer medidas de protección para las
mujeres en situación de prostitución y programas de intervención social
frente a ellas, que les permitan subsistir en una actividad laboral. Y
desactivar también la practica masculina de consumo sexual, como se ha
hecho en Suecia, penalizando a los consumidores”. Aparece aquí el soñado
modelo sueco: “Es el ideal y así lo constata el Parlamento Europeo en
una resolución de febrero de 2014 que dice que en los países que lo han
seguido (no solo Suecia, también Noruega, Finlandia y ahora Francia lo
está haciendo) ha disminuido la demanda de mujeres, ha disminuido la
industria del sexo y hay una gran aceptación por parte de la sociedad.”
Si el modelo sueco ha demostrado su validez, ¿a qué esperamos en España?
Fotos: taring.net y getty
Sociedad
– Situación social de las mujeres - Pobreza y género – Derechos humanos
- Feminismo – Movimiento feminista – Debates – Prostitución; Madrid, 23
noviembre. 15. AmecoPress
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