11/10/2016

Los periodistas pal café. . . .



La espectacular victoria republicana en Estados Unidos ha puesto de golpe a México frente a su espejo. Junto a las implicaciones aberrantes del resultado favorable a Donald Trump, la estructura dominante de México y parte de la sociedad mexicana han sido colocadas en un diván de autoanálisis, luego de una larguísima temporada de complacencias y justificaciones que fueron acumulando las distorsiones suficientes para modelar este país, angustiado y derrotado por el desenlace de unos comicios ajenos.
Es Trump, pero somos nosotros. Grave el triunfo electoral de un personaje turbio y pernicioso en el vecino país, con evidentes consecuencias negativas para el mundo en general y para México muy en particular, pero todo ello se agrava por la debilidad largamente cultivada de un país, el nuestro, que hasta ahora (en gran parte de su población) se ha dedicado a sobrellevar sus desgracias, a aceptar la fatalidad de los gobiernos ineptos y corruptos, a ver pasar el desfile de agravios al interés nacional como si fueran cosa de otros, atenido al tutelar funcionamiento sabidamente maligno de un sistema político y económico que nos ha hundido y nos expone a peores circunstancias ante un huracán a la vista, de apellido Trump.
En todo caso, los términos exactos del desastre están por verse. Las primeras horas fueron aparatosas, con los mercados financieros mundiales tomando angustiada nota a la baja del vuelco estadunidense. A las siete de la mañana, José Antonio Meade y Agustín Carstens daban conferencia de prensa en México para no decir nada sustancioso, testigos del deslizamiento que luego se daría, ya con el dólar a más de 20 pesos. El desdibujado aparato diplomático mexicano anunciaba (nomás por anunciar) que los consulados en Estados Unidos se convertirían en espacios de defensa de los paisanos, cosa que nunca ha sucedido a lo largo de varios sexenios, convertidas esas representaciones en refugio para políticos sin acomodo local, fuente de negocios y frivolidades, pero nunca de atención real a los problemas de los pomposamente llamados compatriotas.
Por lo pronto, Peña Nieto juega a creerse secretamente triunfador porque fue empujado (por el otro presunto ganador, Luis Videgaray) a recibir con oportunidad al verdugo ahora victorioso, mientras las redes sociales y el cotilleo lo describen con ironía como forzado contribuyente hasta en términos físicos (cargando botes de mezcla, por ejemplo, o acarreando ladrillos) para la construcción del muro de la vergüenza. Ya habló el mexiquense con Trump y pronto podría darse una entrevista entre ambos (es de desearse que no sea nuevamente en Los Pinos, con la servidumbre local convertida en alfombra roja), así que los manejadores de imagen han hecho decir a Peña, con un aire que recuerda aquellas promesas lopezportillistas de defender el peso como un perro (mientras la devaluación era aprovechada por las élites), que se dedicará con toda su capacidad, auténticamente en cuerpo y alma, a velar por los intereses, derechos y bienestar de los mexicanos, donde quiera que se encuentren. Si lo va a hacer como hasta ahora lo ha hecho, en estos casi cuatro años de pesadilla (y no hay razón para pensar que vaya a ser distinto), esa palabrería quedará tan sólo en eso, en retórica de oportunidad, presagio de que poca resistencia real habrá ante el embate del republicano encarrerado.
Y algunos pretenden recomponer figura: la principal damnificada electoral 2018 es Margarita Zavala Gómez del Campo, la panista que apostó a ligar su figura a la de Hillary Clinton, suponiendo que ésta ganaría de calle y que la victoria femenina en Estados Unidos llamaría a los mexicanos a un mimetismo que hoy, en todo caso, condena a la esposa de Felipe Calderón a compartir suerte fracasada con la esposa de Bill Clinton; en ese contexto que ahora le es adverso, Zavala emitió un desafortunado video de solidaridad a larga distancia con los paisanos: no están solos, les dijo. El deslenguado Vicente Fox Quesada ha convertido las recurrentes críticas a Trump en un elogio de Peña Nieto, mediante un tuit digno de enmarcarse como cumbre del oportunismo y la desmemoria instantánea: Las crisis abren oportunidades. Presidente Peña, fuiste acertado y visionario. Sólo tú invitaste al Presidente de USA. Videgaray acertó.
En otro tema: con manifestaciones callejeras, pronunciamientos abiertamente políticos y diplomacia vaticana a través de su nuevo representante en México, la Iglesia católica romana doblegó el extraño intento de Enrique Peña Nieto por dar rango constitucional al matrimonio entre personas del mismo sexo. Ayer, en la cámara federal de diputados, el voto mayoritario de PRI, PAN, Verde, Panal y Encuentro Social decidió en comisiones de trabajo no avanzar en la iniciativa que en ese sentido había presentado el mexiquense días antes de las elecciones del pasado junio, en un lance al que algunos observadores adjudicaron parte de la fermentación que acabó dando cinco gubernaturas a candidatos panistas, en algunos casos con presbíteros en abierta crítica al partido tricolor y exhortaciones a sufragar por partidos que no atentaran contra el orden familiar tradicional.
En apariencia fue una rebeldía o una desobediencia de los priístas de San Lázaro a una iniciativa proveniente de Los Pinos, con las excepciones del zacatecano Benjamín Medrano (en congruencia con el hecho de que es homosexual) y la yucateca Ivonne Ortega, priístas que votaron a favor de la iniciativa que por órdenes superiores deberían desechar. En realidad, el sepultar esa intención de modificar la Constitución para garantizar el matrimonio entre personas del mismo sexo fue la concreción de acuerdos para frenar el desatado activismo clerical.
Y, mientras el piloto mexicano de Fórmula Uno Sergio Pérez renunciaba ayer a su relación comercial con la fabricante de lentes Hawkers por la burla de ésta, mediante un tuit, al invitar a usar sus productos para que no se les noten los ojos hinchados mañana en la construcción del muro, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx



FotoNo es lo mismo pelear con los presidentes de México, que le han negado permiso para su canal de televisión de paga, o con Emilio Azcárraga y quitarle contratos de publicidad a Televisa, que enfrentar al presidente de Estados Unidos. Es algo en que Carlos Slim debe estar pensando desde la madrugada de ayer, cuando se conoció el triunfo de Donald Trump. Han tenido una serie de desencuentros durante la campaña, que se han ventilado en los medios internacionales.
1. En junio de 2015, la productora estadunidense OraTv, controlada por Slim y el presentador Larry King, canceló un proyecto con el entonces precandidato republicano, tras sus comentarios ofensivos hacia los mexicanos.Trump dijo que ‘‘México manda a su gente, pero no manda lo mejor’’ a Estados Unidos, y aseguró que los inmigrantes ‘‘están trayendo drogas, crimen y violadores’’.
2. En febrero de este año, Trump acusó a Slim de ‘‘dar línea’’ al diario The New York Times para atacarlo. Esto tenía relación con un reporte en el que dos mujeres acusaron al político de haberlas ‘‘tocado’’ sin su consentimiento. ‘‘Ciertamente un mexicano muy rico posee una gran parte del periódico y tiene una gran cantidad de poder sobre el periódico’’.
3. En el contexto de la polémica, Trump señaló que Slim –quien es donante de la Fundación Clinton– estaba interesado en ayudar a su rival (Hillary) a llegar a la Casa Blanca. El director de The New York Times, Arthur Sulzberger Jr., aclaró en un comunicado que ‘‘Carlos Slim es un accionista excelente que respeta a cabalidad los límites que tienen que ver con la independencia periodística. Nunca ha tratado de influir en lo que reportamos’’.
Una calamidad
Slim no se ha cruzado de brazos, por cierto. En días recientes dijo que un eventual gobierno de Trump provocará graves problemas para la economía de la región y del mundo. Si Trump grava los bienes de consumo que Estados Unidos importa con tasas de 35%, como lo ha anunciado, ‘‘se destrozaría la economía americana (sic) con una inflación brutal’’. De entrada, el triunfo de Trump le costó a Slim 5 mil 800 millones de dólares, luego de que el peso sufrió un derrumbe hasta de 12 por ciento frente al dólar, de acuerdo con Bloomberg. Su fortuna bajó 49.2 mil millones de dólares; un día antes era de 55 mil millones, también según Bloomberg.
Renunció magistrado cachondo
Lo devoraron en las redes sociales y tuvo que renunciar el presidente de la Sala Regional (Xalapa) del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Juan Manuel Sánchez Macías. El lunes pasado dijo que como hombre, padre y como mexicano le duele que a la mujer se le permita llegar a cargos públicos ‘‘a cambio del acostón’’ y otras lindezas. Buscará chamba de guionista en la industria porno.
Videgaray
Ahora resulta que Luis Videgaray es un genio. Fue el único del gabinete que vio las posibilidades de Donald Trump de llegar a la presidencia de Estados Unidos; lo trajo a México, pero el tema del muro se salió de control y se quedó sin chamba. Pero el nuevo presidente tiene una gran opinión de él. Del lado de Hillary, hay huérfanos. En primer lugar, Margarita Zavala, que hacía cálculos basados en la afinidad de género que pudiera llevarla a la presidencia. Marcelo Ebrard se quedó varado al otro lado de la frontera haciendo campaña. Y, por supuesto, los entusiastas senadores que fueron a Washington a echarle porras a la dos veces derrotada aspirante presidencial: las panistas Laura Rojas y Mariana Gómez del Campo, la priísta Hilda Flores, el perredista Zoé Robledo y Gerardo Flores, del Partido Verde.



Tras la victoria del energúmeno Trump, tal vez las únicas oportunidades reales que tienen el gobierno mexicano y su sector empresarial (o al revés) sean las de cortar el cordón umbilical, salir de la zona de confort en la que llevan décadas instalados (todo desde, para y con Estados Unidos) y estructurar una agenda propia que permita ampliar el horizonte y reducir la espeluznante dependencia que mantienen con el vecino del norte y a la que han condenado al país.
Pero todo indica que también las van a dejar pasar, porque es notorio que la dupla de referencia no sabe qué hacer, está apanicada. Confió en el cómodo triunfo de Hillary Clinton y en que, por lo mismo, todo permanecería igual, sin importar el creciente costo para el país.
Tras el resultado electoral en Estados Unidos, el inquilino de Los Pinos aseguró que “se abre un nuevo capítulo en la relación de México y Estados Unidos, que implicará un cambio, un reto, pero también hay que decirlo, una gran oportunidad… Emplearemos nuestra creatividad y esfuerzo, la capacidad de nuestros empresarios y el talento de nuestra gente para abrir nuevos caminos de cooperación y prosperidad… Acordamos delinear una agenda de trabajo de interés común, que incorpore la seguridad, la cooperación y la prosperidad de nuestras sociedades”.
Entonces, tranquilos, que no pasa nada. ¿En serio? El energúmeno amenaza con desaparecer al país y su gente (la de aquí y allá), ¿y no pasa nada?
Alguien debió notificarle al inquilino de Los Pinos que Hillary Clinton no ganó los comicios porque el tono retórico utilizado ayer por Peña Nieto fue, precisamente, como si la doña fuera a despachar en la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero. “El diálogo para crear acuerdos sigue siendo el mejor camino para México (…). Mi gobierno buscará en esta nueva etapa de la relación bilateral oportunidades que beneficien a ambas sociedades; lo haremos con ánimo constructivo. El nuestro es un país unido, valioso y valiente”.
¿Así pretende ganar la confianza de Trump? Este arribará a la Casa Blanca sobradamente fuerte (con un Congreso de mayoría republicana), mientras el propio Peña Nieto se debilita cada día más y tiene la sucesión presidencial en puerta. Entonces, ¿quién escuchará y acatará las instrucciones?
El gobierno mexicano no tiene plan de contingencia; nunca lo consideró, porque su versión es que pase lo que pase, aquí nunca pasa nada. Además, EPN ya habló por teléfono con Trump y realmente cree que el energúmeno es socio y aliado de México. Y así nos irá.
Apanicados, también, los gloriosos comandantes de las sagradas finanzas nacionales, José Antonio Meade y Agustín Carstens, quienes ante la debacle del peso sólo repitieron la cantaleta: México está en una posición de fortaleza para enfrentar el nuevo entorno. Nuestro país goza de estabilidad macroeconómica, que se ha logrado a través de muchos años de la aplicación de políticas fiscal y monetaria responsables, prudentes y oportunas, de un sistema financiero bien capitalizado, solvente y sin problemas de liquidez.
¿Y el desplome del peso? Todo bien, porque el proceso electoral en Estados Unidos se ha visto reflejado en un incremento en la incertidumbre en los mercados financieros internacionales. En este contexto, las variables económicas en nuestro país han experimentado episodios de volatilidad, especialmente en la cotización del tipo de cambio. Es importante reconocer que el funcionamiento de los mercados se ha mantenido ordenado. Así se ha visto en las últimas horas. Es pertinente señalar que estos movimientos de precios se han dado en una amplia gama de monedas y activos, emitidos por una gran variedad de países, empezando por Estados Unidos mismo.
Según aumentaba el número de votos electorales favorables a Trump, la fortaleza del peso caía en picada. Ayer el billete verde se vendió hasta en 20.70 por uno, pero todo está bien, porque la volatilidad es internacional, y el resultado de la elección no implica un impacto inmediato en el marco normativo que regula el comercio de bienes y servicios, flujos financieros o la capacidad de las personas para viajar entre ambos países. Nuestro marco de finanzas públicas y la fortaleza de nuestras instituciones públicas y privadas nos permiten evitar reacciones prematuras que se adelanten a hechos que ahora desconocemos.
¿Qué medidas tomarán para evitar el huracán marca Carstens? Nada, pero eso sí, tanto Meade como el gobernador del Banco de México se comprometieron a que en la medida en que se obtenga información adicional, y estando vigilantes de nuestro entorno de mercado, se procederá a ajustar las políticas fiscal, monetaria, financiera y comercial, buscando que se preserven nuestros fundamentos macroeconómicos sólidos, lo que es esencial para anclar el valor de nuestra moneda y para poder retomar y mantenernos en la senda de crecimiento económico sostenido con estabilidad financiera. Es decir, no harán nada.



Ahora toca hacer frente a tiempos oscuros que tal vez remitan a la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca y el giro mundial hacia la destrucción bélica, el aplastamiento de libertades individuales, la paranoia policial generalizada y la cínica utilización del poder militar imperial para la consecución de los negocios del clan presidencial.
Pero, a diferencia de Bush, el empresario neoyorquino encarna las corrientes aislacionistas estadunidenses que depositan en la globalización el origen de todos los males y que, por ello, miran con recelo a la OTAN y los acuerdos de libre comercio, y sueñan con desvincular a la todavía superpotencia de sus más sólidos aliados y socios. Ya Trump tendrá tiempo de responderse cómo emprender grandes aventuras militares (la amenaza sobre Irán es explícita) sin contar con coaliciones multinacionales que se definen, en última instancia, por la comunión de propósitos económicos. La promesa de Trump de reconstruir el esplendor estadunidense –que obliga, junto con sus arengas racistas, a recordar los demagógicos propósitos de restauración imperial de Mussolini y de Hitler– es imposible de cumplir, porque si Estados Unidos ha sido capaz de sobrevivir a su propia decadencia ello se debe a su capacidad de descentralizar su propio poder y de construir un sofisticado aparato de colaboración política, económica, tecnológica y militar con potencias antiguas y emergentes y de poner esa red al servicio de los capitales transnacionales en general, no exclusivamente de los estadunidenses. La complejidad de esa construcción –indispensable para Washington– es incompatible con la manifiesta brutalidad del magnate, quien propugna el predominio mundial del empresariado de su país.




En cuanto resultó claro que había ganado la elección presidencial del martes pasado, Donald Trump aplicó a su discurso un marcado cambio de tono, y pasó de la provocación, la hostilidad y la insolencia que caracterizaron su campaña a una actitud conciliadora y hasta incluyente en lo interno, así como amistosa hacia la comunidad internacional. En la mayoría de los casos, sin embargo, su triunfo fue recibido con caras largas y felicitaciones de trámite por la mayor parte de jefes de Estado y de gobierno, con algunas notables y paradójicas excepciones, como el caluroso mensaje del presidente ruso, Vladimir Putin, y el regocijo de los gobernantes israelíes, quienes esperan poder borrar de la agenda la conformación de un Estado palestino.

Sobre la elección en EU y la educación
Ganó Donald Trump. ¿Cuáles las razones por las que Estados Unidos votó por él? Al parecer, tiene mucho que ver con la educación de su pueblo. El proyecto educativo de Estados Unidos es el gran culpable de los acontecimientos. Ha hecho de los negocios y del dinero su materia prima. La ciencia, la cultura, el sentido ético y estético son asuntos que no interesan, o interesan sólo en la medida en que estén al servicio de los bienes de capital. Ha dejado su desarrollo en manos de grupos oscurantistas y sectarios que han hecho su trabajo eficientemente.

FotoLa victoria de Donald Trump (como el Brexit en Reino Unido, o la victoria del no en Colombia) significa, primero, una nueva estrepitosa derrota de los grandes medios dominantes y de los institutos de sondeo y de las encuestas de opinión. Pero significa también que toda la arquitectura mundial, establecida al final de la Segunda Guerra Mundial, se ve ahora trastocada y se derrumba. Los naipes de la geopolítica se van a barajar de nuevo. Otra partida empieza. Entramos en una era nueva cuyo rasgo determinante es lo desconocido. Ahora todo puede ocurrir.
¿Cómo consiguió Trump invertir una tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la recta final de la campaña? Este personaje atípico, con sus propuestas grotescas y sus ideas sensacionalistas, ya había desbaratado hasta ahora todos los pronósticos. Frente a pesos pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted Cruz, que contaban además con el resuelto apoyo del establishment republicano, muy pocos lo veían imponerse en las primarias del Partido Republicano y sin embargo carbonizó a sus adversarios, reduciéndolos a cenizas.
Hay que entender que desde la crisis financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido) ya nada es igual en ninguna parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia democracia, como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han sido sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han multiplicado los terremotos electorales (entre ellos, el Brexit). Los grandes partidos tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en los países nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia, España). El paisaje político aparece radicalmente transformado.
Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, habla ante sus seguidores tras conocer que ganó la elección, en el Hotel Hilton, en Nueva York Foto Afp
Como muchos presidentes antes que él, el magnate de los inmuebles debe prepararse para la complejidad del combate político en Medio Oriente, pero, ¿sabe dónde se ubica esta región?
Beirut.
Desde luego, no habrá cambio en Medio Oriente. Lo único que siempre unió a Hillary Clinton y a Donald Trump –pese a las tonterías de Trump sobre los inmigrantes musulmanes– era la extensa área entre Argelia y la frontera india-paquistaní. ¿O es la frontera entre Marruecos e India y Pakistán? ¿O la frontera iraní-paquistaní? Dios sabe dónde está Medio Oriente en la mente de los políticos estadunidenses… o en la de Trump. Bueno, son un montón de musulmanes, supongo, además de Israel, donde la mayoría de la población es judía. Un Medio Oriente que también tiene una pizca de cristianos, cosa que recordamos cuando sus iglesias son incendiadas y su gente es esclavizada porque, hace mucho, cuando a Europa se le llamaba el reino cristiano... nosotros en Occidente nos denominábamos cristianos también. Pero hasta ahí llega nuestro conocimiento.

Hace dos días en Estados Unidos ocurrió algo que algunos califican de milagro y otros tachamos de pesadilla.

En la primera parte de este ensayo ( La Jornada 7/11/16) asentamos que las tres encomiendas del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) establecidas desde 1992: conservar la biodiversidad, utilizarla correctamente y repartir sus beneficios de manera justa y equitativa, que son mecanismos consensuados por los países para evitar la destrucción de la naturaleza en el planeta, estaban siendo torpedeadas por los intereses del capital corporativo desde hace por lo menos una década. Al mismo tiempo sostuvimos que son los pueblos tradicionales los que mejor logran llevar a la práctica esos objetivos. Aquí las evidencias y ejemplos.

En mi más reciente libro señalé que la extrema derecha, a diferencia de la extrema izquierda, recurre más a los sentimientos y al pragmatismo que a la razón. Uno de esos sentimientos ha sido culpar del desempleo y de la inseguridad a los inmigrantes, así como a los grandes capitales que han atentado ciertamente contra los pequeños y los medianos. Gracias a la explotación de estos sentimientos (y subrayo sentimientos) es que la ultraderecha europea ha ganado posiciones de gobierno, con frecuencia local, y ha aumentado la votación a su favor en los años recientes, incluso restándole votos a partidos de izquierda que antes lograban canalizar la simpatía de los desempleados y de los trabajadores de más bajos ingresos, como fue el caso de los comunistas y los socialdemócratas. Comenté también que la voluntad ciudadana, en la democracia electoral, podría hacer ganar a Donald Trump en Estados Unidos, esencialmente por sus desplantes ultraderechistas con fuertes ingredientes nacionalistas: América ya es grande de nuevo, expresaron los republicanos una vez que se alzaron con la victoria tanto presidencial como parlamentaria.

El pasado 14 de octubre, el Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional anunciaron la intención de llevar a cabo un proceso de consulta a sus bases de apoyo con un objetivo sin precedente para este movimiento. Se discutirá la idea de crear un consejo indígena, con una mujer como portavoz que se presente como candidata a la Presidencia de México en el proceso electoral de 2018 (goo.gl/Lcr9DO). Incluso si la propuesta deriva en algo completamente diferente o se queda en nada, es una noticia sorprendente y puede ser difícil de digerir para las y los que desde enero de 1994 hemos visto en el zapatismo el referente global de la resistencia al capitalismo neoliberal. Es también una propuesta riesgosa y sobre todo…, esperanzadora.

Es notable la incapacidad político electoral de Estados Unidos de ofrecer una resolución no catastrófica ante los grandes retos existenciales que afronta la humanidad: el riesgo de una guerra mundial y la aceleración del calentamiento global antropogénico que conduce a un estadio de irreversibilidad climática catastrófico. Así lo acaba de advertir el Panel Intergubernamental de la Organización de Naciones Unidas en la materia. El contexto internacional que hasta ahora se viene perfilando desde el 11/S, se caracteriza por el deterioro general que se vincula a la unilateralidad y militarización de la política exterior de Estados Unidos, así como del destrozo de la relación política y estratégico militar entre EU y Rusia, ambas en control de 95 por ciento del arsenal nuclear. El panorama que se presenta al mundo es difícil, agravado acá por el sometimiento gubernamental a procesos de integración estadunidenses de corte colonial en lo económico y de seguridad.
La victoria electoral de Donald Trump tiene su causa más importante en la quiebra de la globalización neoliberal, la forma que adoptó el capitalismo para solucionar la crisis de los 70, y en la consecuente crisis de legitimidad de su sistema político.
Ángel Guerra Cabrera/I

No hay comentarios.:

Publicar un comentario