María Martín es experta en protección a las personas que defienden los derechos humanos y presentó un análisis que hizo la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras sobre las políticas de protección en México y Honduras, que incluyó entrevistas de varias defensoras de ambos países
Madrid, 27 oct. 16. AmecoPress. ¿Cómo
proteger y sostener el trabajo de las mujeres defensoras de derechos
humanos en zonas de conflicto? ¿Y cómo proteger a las mujeres en los
conflictos armados o en situaciones post-bélicas? A estas y otras
importantes preguntas respondieron varias defensoras de derechos humanos
latinoamericanas que estuvieron la semana pasada de gira por España,
invitadas por Calala, Brigadas Internacionales de Paz, Front Line
Defenders y la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos
Humanos.
La gira tuvo como actividad principal el ‘Seminario Tejiendo redes
para la protección de mujeres defensoras de derechos humanos en zonas de
conflicto. El marco “mujer, paz y seguridad’ y otros instrumentos de
protección, que se celebró en Madrid y Barcelona. Además, las defensoras
pudieron reunirse con representantes de distintas administraciones y
organizaciones de la sociedad civil.
María Martín es abogada. Dejó Torrelavega, en Cantabria, para
convertirse en defensora de derechos humanos. Lleva más de 10 años
trabajando en Latinoamérica, principalmente en asuntos relacionados con
la protección de los defensores y las defensoras de los derechos humanos
y desde hace cinco, desde un enfoque de género, tratando de construir
opciones para mejorar la situación de las mujeres.
Durante el ‘Seminario Tejiendo redes para la protección de mujeres
defensoras de derechos humanos en zonas de conflicto. El marco “mujer,
paz y seguridad’, María presentó un análisis que hizo la Iniciativa
Mesoamericana de Defensoras sobre las políticas de protección en México y
Honduras, que incluyó entrevistas de varias defensoras de ambos países.
También forma parte del mecanismo ciudadano de seguimiento a la Ley de
Protección a defensores, defensoras y periodistas en México. “Defender
los derechos humanos es una vocación”, asegura en la entrevista con
AmecoPress, “no puedo imaginarme haciendo ninguna otra cosa”.
Según el informe de IM de Mujeres Defensoras de Derechos
Humanos, durante los años 2012-2014 se produjo un incremento del 45,7
por ciento en agresiones a defensoras de derechos humanos en
Centroamérica. Además, ninguno de los casos que terminaron en asesinato
se ha investigado. ¿Cómo es posible este grado de indiferencia e
impunidad?
El único caso que yo sé que está habiendo algo parecido a una
investigación es el de Berta Cáceres en Honduras, por la magnitud
mediática que ha tenido este caso. Pero Berta es una y Bertas hay
muchas.
En Europa, en España, a pesar de las deficiencias y de que en este
periodo se esté viviendo una gran crisis, se parte de un cierto Estado
de derecho, que no tiene que ver nada con lo que se vive en
Latinoamérica. Uno de los espacios donde más se evidencia es la
impunidad. Un asesinato está penalmente sancionado en todas partes del
mundo, sin embargo, la realidad de cómo operan los sistemas de justicia
en América Latina, cómo interceden los poderes fácticos en esa falta de
respuesta, determina que la violencia contra las defensoras y defensores
de derechos humanos se siga dando.
Cuando hablamos de que en algunos países de Latinoamérica se están
dando mecanismos para defender a las defensoras y defensores de
derechos humanos y periodistas, lo que no nos cuentan es que desde el
Estado, se ponen camaritas, escoltas, pero en ningún momento se
garantiza que las agresiones sean sancionadas. En el caso de las mujeres
es especialmente grave porque hay un prejuicio sobre las defensoras,
también desde los operadores de justicia. Con lo cual, si podemos
identificar una cifra altísima de impunidad en las agresiones a
defensores, en el caso de las defensoras es mucho peor porque siempre
operan los prejuicios que sostienen por ejemplo, que le sucedió tal cosa
porque estaba haciendo lo que no debía. El operador de justicia, bajo
la influencia de estos prejuicios, revictimiza e impide el acceso a la
justicia de estas mujeres. Esto es muy grave, porque perpetúa la
violencia contra las defensoras.
Violencias machistas
¿A qué se enfrenta una mujer que en México o en Honduras decide defender los derechos humanos?
Por un lado te enfrentas a los grandes poderes que nos enfrentamos
todos aquellos que trabajamos en la defensa de los derechos humanos. Las
estructuras estatales, con todo el poder que tienen. Las estructuras
económicas, que se manifiestan con mucha violencia. Enfrentarte a los
intereses de los Estados y del poder económico es enfrentarte a algo muy
heavy. Son estructuras con mucho peso y con pocos escrúpulos para hacer
uso de una violencia muy fuerte y que en el caso de las mujeres se
manifiesta con un componente de género muy evidente: violencia sexual,
amenazas a las familias, a los hijos e hijas…
Pero además, en el caso de las defensoras nos enfrentamos a las
familias también, a los compañeros de trabajo. En los informes de IM
Defensoras se evidencia que en muchos casos los agresores son los
propios compañeros de trabajo. Hay casos de discriminación, de acoso
sexual, e incluso de violación.
Se desarrollan en el marco de los propios movimientos sociales que no
siempre somos capaces de denunciar y actuar con la fuerza que
merecería, porque muchas veces pensamos que estamos debilitando al
movimiento social si sacamos los trapos sucios fuera de casa.
Esta doble sanción que hablaba antes en el caso de los operadores de
justicia, por hacer lo que hacemos, pero además por hacerlo siendo
mujer, en nuestras familias es especialmente intensa. Muchas veces
nuestros compañeros, por más que estén de acuerdo con lo que hacemos,
cuando se dan determinados contextos, sufren una presión social tan
fuerte que acaba repercutiendo en la defensora. Cuando agreden o el foco
de las amenazas son los hijos, por ejemplo, toda la responsabilidad, la
culpa, recae en la defensora. De este modo, las familias, en lugar de
ser un espacio de protección y apoyo, se convierte en el caso de las
defensoras en un espacio de reproche y paralización del trabajo. Algo
absolutamente distinto al caso de los defensores.
Los espacios comunitarios, a través de los rumores, de la presión,
del rechazo social sobre las mujeres por el trabajo que realizan,
también son ámbitos que dificultan la labor de las defensoras. Si eres
una defensora, y no te digo si luchas por los derechos sexuales y
reproductivos o con afrontar la violencia en el espacio doméstico, las
mujeres en muchos de estos espacios sociales acabamos siendo las
culpables de que las familias “se rompan”, de que las jóvenes tengan
“actitudes poco decorosas”…
Y en América Latina y especialmente en Mesoamérica el peso de los
sectores más conservadores de la Iglesia es muy duro, generan una
sanción social muy fuerte que condiciona la labor de las defensoras.
¿Cómo es la relación con los compañeros de lucha por los
derechos humanos? ¿Comprenden la lucha feminista y se comprometen con
los derechos de las mujeres como parte de la lucha contra la opresión?
Creo que ha habido avances, cada vez hay más hombres sensibles y
comprometidos realmente con las mujeres y la defensa de sus derechos.
Pero también hay compañeros que son capaces de articular un discurso con
enfoque de género, de escribir artículos el día de la mujer y a la hora
de la verdad, cuando hay puestos remunerados, nunca van a las mujeres,
los espacios de decisión están vetados a las mujeres, no se toman
medidas dirigidas al empoderamiento de las mujeres, mientras nuestra
posición sigue siendo secundaria, y no se tiene en cuenta esas formas de
violencia específica que siguen afectando a las mujeres. No solamente
hay una invisibilización de la realidad de las mujeres, ya sea como
víctimas, ya sea como integrantes de los movimientos sociales, sino que
hay un menosprecio al trabajo que hacemos, especialmente si es un
trabajo relacionado con mujeres. Cualquier organización de derechos
humanos tiene un espacio para trabajar temas de género, pero muchas
veces es porque había fondo para ello, no porque se le de un valor
político ni se considere necesario. Pero también hay que destacar que
hay compañeros que están siendo aliados de la lucha feminista.
Y el tema de las violencias contra las mujeres dentro del movimiento
social es algo que está costando mucho hablar. En Oaxaca hubo un caso de
un compañero que violó a una compañera y la respuesta que hubo frente a
las que denunciaron el hecho fue brutal, las acusaron de ser
infiltradas, que estaban tratando de dañar el movimiento… No es el único
caso. Los casos de acoso son muchos. Y con esta respuesta, quien lo
sufre, va a quedar calladita.
Redes de mujeres
Eres experta en protección y estás trabajando en la generación de redes con este objetivo. Háblanos de ello por favor.
Por un lado están los mecanismos que provienen del Estado. Hay casos
en los que existe una infraestructura, en otros casos no hay esa
infraestructura sino que la respuesta del Estado está siendo un tanto
desarticulada. Está muy centrada en protección policial, sobre todo
cuando la demanda internacional ha sido fuerte. El funcionamiento es
absolutamente deficiente y sin ningún interés en atajar de raíz el
problema, que está relacionada con la impunidad. Es una medida reactiva a
la presión, no busca atajar el problema, sino limpiar la cara del
Estado frente a la presión internacional en materia de derechos humanos.
La sociedad civil y los movimientos feministas han querido reaccionar
frente a las agresiones que venimos sufriendo. En muchos casos en los
espacios mixtos, en otros casos como México o Nicaragua están muy
ligadas al movimiento feminista. En cada país, se han ido dando
experiencias y respuestas distintas. Cruzando esas experiencias y
perfiles se han ido creando estrategias a nivel Mesoamericano. Distintas
organizaciones han buscado la creación de espacios comunes de reflexión
y de acción. Una primera parte de estas iniciativas son los informes
sobre agresiones en la región de los que hablábamos antes, que es una
parte diagnóstica y que tiene que ver con generar espacios de
identificación, que se han ido puliendo y nos han dado pistas de por
dónde actuar.
A partir de ahí se han empezado a establecer medidas de acción,
preventivas y reactivas. Se han ido generando estrategias para ir
identificando las violencias que sufrimos las defensoras,
visibilizándolas sobre todo. Porque muchas veces, las mujeres sufrían
violencia y la reconocían, pero no sabían identificar un tipo de
violencia específica hacia las mujeres. Por ejemplo, en el allanamiento a
la casa de una defensora se robaba o rompía la ropa interior, el
hostigamiento y el estigma de ciertos insultos es distinto en el caso de
las mujeres… Esto permite identificar que necesitamos un tipo de
respuesta adecuada que se va construyendo colectivamente. Por ejemplo,
un protocolo de actuación frente a una agresión sexual para las
organizaciones sociales. Esto permite que estas realidades se incorporen
a los espacios mixtos y que desde los espacios feministas también se
articulen respuestas.
Es decir, todo este trabajo implica un diagnóstico y la articulación
de respuestas desde mujeres y para las mujeres, desde una perspectiva
integral. La mujer es el centro del sistema de protección, se parte de
preguntar a la mujer qué necesita, qué puede conseguir por sus propios
medios y en qué le podemos ayudar. Esto genera un proceso mucho más
sostenible en el tiempo y además facilitas el empoderamiento de las
mujeres. Sin generar un proceso maternalista, al contrario, se trata de
generar un proceso de sororidad y solidaridad.
La raíz de los conflictos: poderes económicos y políticos
¿Qué papel cumplen los medios de comunicación en la visibilización de este trabajo?
Es fundamental, es una de las estrategias de protección, no en todas,
para algunas compañeras es mejor seguir haciendo un trabajo por lo
bajito. Ahora bien, no solo hablamos de visibilización, sino de la
visibilización adecuada, de las problemáticas y del papel de las mujeres
en ellas. Allá los medios participan en la estigmatización de los
defensores y de las defensoras de los derechos humanos, especialmente.
Entonces, sería fundamental que los medios valoraran el trabajo que
realizan esas mujeres y la importancia de este trabajo en la sociedad
que vivimos para construir democracia, sociedades más igualitarias,
agendas de desarrollo, etc.
Pero también cuando una ve como se abordan desde los medios de
comunicación de España los proyectos de desarrollo en América Latina y
como se abordan de manera absolutamente sesgada los conflictos que estos
proyectos imponen, sientes la necesidad de señalar que eso no ayuda. La
mayoría de las agresiones a defensoras se dan a mujeres que trabajan en
tierra y territorio. Son mujeres que están confrontando con proyectos
impuestos desde sectores económicos y los poderes formales nacionales y
locales, en muchos casos, como el de Berta, apoyados por el Banco
Mundial, e incluso con proyectos de desarrollo. Si somos conscientes de
cómo por los capitales internacionales están generando conflictos en
las poblaciones a las que se les quieren imponer proyectos –energéticos,
turísticos-, creo que entenderíamos mejor lo que está pasando.
Foto: AmecoPress;
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