11/09/2016

Cambios y continuidades en las elecciones de EE. UU. en clave mexicana



La digna voz

A lo largo de los últimos meses, las campañas electorales en los Estados Unidos han confirmado algunas continuidades pero también han mostrado novedades en medio de una crisis estructural que configura el contexto político. Las primeras van desde la permanencia del bipartidismo hasta el aumento en el gasto para financiar la campaña más cara de la historia; mientras que las segundas están marcadas por el asalto de la periferia de los partidos para competir en las primarias con discursos endurecidos y radicales, que expresan la crispación y polarización que se vive en la sociedad. Desde México, las campañas han mostrado las limitaciones de los actores políticos a la hora de analizar las consecuencias de la lucha electoral estadounidense, generando incluso reacciones nacionalistas exacerbadas por las declaraciones discriminatorias y racistas de Donald Trump. En realidad, gane quien gane la elección, se mantendrá el papel subordinado de México hacia los intereses yanquis y la ‘enchilada completa’ seguirá siendo una promesa incumplida.
El sistema de partidos tradicional, a pesar que fue sometido a presiones para su transformación al final sólo fue testigo de una reñida competencia en el bando demócrata, la cual evidenció el debilitamiento de las corrientes internas tradicionales -producto del desfase entre la paulatina derechización del centrismo tradicional y la crisis estructural que ha evaporado el sueño americano. Fue así como Bernie Sanders logró condensar con un discurso asistencialista el enorme descontento provocado por la administración de las consecuencias del crack de 2008 y que tan bien personifica Hillary Clinton. Este hecho parece inclinar la balanza a favor de una transformación interna del partido demócrata mas que a su desaparición. Por su parte, en el partido republicano parece ganar fuerza el radicalismo nacionalista, con fuerte carga racista y antiinmigrante, prefigurada por el Tea Party, los Minuteman pero que Trump logró popularizar, sobre todo al sur del Rio Bravo. Su discurso políticamente incorrecto -expresando lo que muchos piensan pero nadie dice- le proporcionó mucha atención de los medios de comunicación. La construcción de un muro fue la joya, explotando una idea cara tanto para demócratas como republicanos, y a la que sólo le agrega la ocurrencia de que serían los mexicanos los que pagarían su costo. Si bien el triunfo en la primarias de Trump generó preocupación, sobre todo por la supuesta imprevisibilidad del magnate, entre las corrientes republicanas tradicionales no se percibe la fractura republicana.
El rampante aumento del gasto en las campañas presidenciales es otra tendencia que confirma la continuidad de su control por parte de los dueños del dinero en los Estados Unidos. Este hecho no deja lugar a dudas de que el proceso electoral es una puja por parte de los intereses corporativos para colocar a su representante en la Casa Blanca. Aunado a lo anterior está el fraude sistemático realizado vía voto de muertos y otros mecanismos que harían palidecer a cualquier mapache ilustre en México. Y por que no decirlo, la enorme manipulación informativa ejercida por los grandes medios de comunicación que esta vez demostraron que apoyan sin miramientos a la candidata de la continuidad. La relación entre el aumento del costo de las elecciones y la intensificación de la intervención mediática a favor de algunos de los candidatos podría explicar en buena parte la causa de campañas multimillonarias. Por lo tanto, el poder del dinero resulta una vez mas la clave para explicar victorias y derrotas electorales. Todo lo demás pasa a un segundo término, confirmado el marcado carácter oligárquico en la democracia yanqui… como sucede en todas las democracias del mundo.
Desde México, las elecciones en el vecino del norte generaron posturas encontradas: por un lado las que siguen con especial interés pues consideran que su resultado tendrá consecuencias importantes en la política y la economía nacional; por el otro los que, dada la mínima diferencia en las plataformas electorales de los republicanos y los demócratas, se muestran bastante escépticos de cambios en la relación entre los países. Las propuestas antiinmigrantes de Trump provocaron fuertes reacciones en México e incluso algunas figuras públicas se pronunciaron de manera entusiasta por Hilaria para detener la supuesta amenaza del candidato anaranjado. Dichas reacciones parecen olvidar el hecho de que en la política mexicana sobran los que actúan bajo los postulados de Trump; el racismo y el machismo son moneda corriente en los pasillos de San Lázaro, en Los Pinos y un largo etcétera. Pero además, los que apoyan a Hilaria olvidan que fue ella la supervisó el proyecto energético que sirvió de base para la reforma energética en México; la que a pesar de discurso conciliador en materia de migración apoya el modelo económico que produce la migración de millones de mexicanos sin empleo o medios de subsistencia; la que a través de la Fundación Clinton recibe dinero de Arabia Saudita para cabildear a favor de la venta de armas a los saudís quienes, a su vez, financian a los grupos fundamentalistas en Siria e Irán. Se puede entender que los seguidores de Margarita Zavala se entusiasmen por el eventual triunfo de Hilaria; en su delirio creen que eso puede fortalecer la posibilidades de la esposa de Calderón.
Sin embargo, desde México no parece haber señales claras de que Trump represente una amenaza los intereses de las mayorías del país, aunque tal vez si para el sector exportador. Mas aún, ya se ha dicho que con argumentos sólidos que la verdadera amenaza la representa la candidata demócrata, ya que ella es la representante de la continuidad en la política internacional de los Estados Unidos, tanto en su belicismo como por su insistencia el sometimiento de Latinoamérica y el mundo a la pax americana. Esto significa para la región mas golpes blandos y a través de tratados de libre comercio, control económico y profundización del extractivismo depredador. Como se ve, para México la continuidad se extenderá, gane quien gane, en un espectáculo electoral que hoy termina.

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