El EZLN y su proyecto político
cumplen 35 años, 10 en la clandestinidad y 25 de haberse levantado en
armas contra el gobierno mexicano y contra el neoliberalismo. El primero
de enero de 1994 sacudió al mundo el neozapatismo, la primera guerrilla
transmoderna, o dicho de otra manera, anticapitalista, anticolonial y
patriarcal, la cual planteó un movimiento de transformación basado en la
construcción de alternativas desde la retaguardia y no desde la
vanguardia, como postulan los movimientos de filiación marxista. El
zapatismo armado nació para desaparecer. Los indígenas mexicanos se
taparon el rostro para que los vieran. Las y los rebeldes irrumpieron
para pelear la guerra contra el olvido.
El ¡ya basta! zapatista se repitió el primero de julio, cuando en las
urnas, el pueblo mexicano dio la victoria presidencial a Andrés Manuel
López Obrador, indiscutible líder del partido Morena. Aunque legítimas
las esperanzas que arropa el proyecto de transformación lopezobradorista
en muchas personas, hemos de reconocer que en lo profundo, su llegada
al poder representa una respuesta al hastío generalizado contra el
PRI-PAN-PRD, cuyo proyecto neoliberal y militar dejó al país hundido en
un contexto de terror con cifras escalofriantes de muertes y
desaparecidos.
Los análisis de Javier Hernández Alpízar (https://goo.gl/kgUBpr) y de Gilberto López y Rivas (https://goo.gl/6ih9fr)
son esenciales para entender las grandes distancias que separan al
proyecto zapatista y a la Cuarta Transformación. López Obrador apuesta
por un proyecto de gobierno, ideológicamente socialdemócrata, en el que
la palanca de
desarrollosea la lucha contra la corrupción. Confía en el mercado como mecanismo para generar riqueza y en el Estado como garante de la distribución de los beneficios.
Con base en esta lógica ideológica, Morena recae en constantes
contradicciones. Por un lado, planea obtener con su programa de
austeridad, los recursos necesarios para impulsar su Cuarta
Transformación, sin cuestionar la explotación de los de más abajo y, por
otro lado, aunque se declara antineoliberal, ha asegurado que impulsará
las zonas económicas especiales, auténticos paraísos del capitalismo
salvaje. Además, promoverá megaproyectos extractivistas con base en
inversiones nacionales e internacionales. Por ejemplo, recién su
gobierno anunció la construcción de una gran planta de Nestlé en
Veracruz, en contra de los intereses de los cafetaleros locales (https://goo.gl/M3SKK2).
Parece que impondrá el Tren Maya, a pesar de las resistencias de los
pueblos indígenas y además está desarrollando la Guardia Nacional que
continuará el proceso de militarización en el país y que podrá ser usada
en contra de las resistencias a los megaproyectos, como ha señalado el
profesor Carlos Fazio (https://goo.gl/ZBqzTw).
Por tanto, asumir que la Cuarta Transformación tendrá el mismo calado
que la Independencia, la Reforma y la Revolución, tal vez sea albergar
demasiadas esperanzas en un proyecto continuista, aunque
socialdemócrata.
Las y los zapatistas irrumpieron hace 25 años en un Chiapas en pleno
proceso de colonización, donde las niñas y niños se morían y se siguen
muriendo de desnutrición y por falta de medicamentos. Basta recordar que
mientras leemos este artículo, mil 237 personas del poblado de
Chalchihuitán se encuentran desplazados de sus comunidades por
conflictos armados por tierras (https://goo.gl/LCFNky). Aunque el proyecto zapatista ha ido madurando y afinándose con el tiempo, desde el principio lucha por
crear un mundo nuevo,
abajo y a la izquierda, y es eso lo que han venido haciendo desde entonces. Se trata de una apuesta firme por la defensa del territorio. Plantea ante todo, un proyecto de democracia radical y de respeto a la madre tierra, un
mundo donde quepan muchos mundos.
No se trata sólo de que AMLO, incluyera a Esteban Moctezuma como
secretario de Educación, quien realizó labores de contrainsurgencia y
persecución a la comandancia zapatista durante el proceso de los
acuerdos de San Andrés en 1998. Las diferencias de proyecto son
insalvables. El zapatismo forma parte de un proceso mucho más amplio de
transformación. Se trata de una apuesta clara de defensa de un modelo
alternativo ante la crisis civilizatoria por la que atravesamos. Es un
proyecto culturalmente crítico con la modernidad occidental, de corte
capitalista, colonial y patriarcal. El EZLN forma parte de los
movimientos sociales y políticos del México profundo, como el Congreso
Nacional Indígena, que busca poner nuestra matriz mesoamericana en el
centro. De ver a Occidente desde nuestras comunidades, de continuar con
el proceso de descolonización y de ejercer los principios del mandar
obedeciendo.
Con más de 525 años de resistencia, el México de abajo, el México
profundo continúa la misma lucha de descolonización. El primero de enero
de 1994 inició la verdadera transformación, el cambio de era, de
paradigma; lamentablemente, la ceguera de la izquierda institucional es
tan profunda que difícilmente se sumará a ella.
* Sociólogo especialista en migración
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