5/12/2010

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63 Festival de Cannes

La avanzada de cineastas mexicanos en Cannes

Leonardo García Tsao
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Parte de la suite del penthouse del hotel Majestic, ubicado enfrente del Palacio del Festival, principal sede del encuentro de Cannes. Tiene una superficie de 650 metros cuadrados y alberca privada y cuesta 48 mil 210 dólares por nocheFoto Reuters

Cannes, 11 de mayo. Según se ha anunciado en los medios, este año marca la más numerosa participación de cineastas mexicanos en la historia del festival de Cannes, con cinco largometrajes repartidos en las diferentes secciones.

Dentro de la pronunciada tendencia a programar material nacional –que encontró su anterior récord en dos directores mexicanos, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, en la competencia–, esta edición repite con una coproducción hispano-mexicana del segundo, Biutiful, y añade la proyección especial de Abel, de Diego Luna (antes estrenada en Sundance), la exhibición de Año bisiesto, de Michael Rowe, y Somos lo que hay, de Jorge Michel Grau, en la Quincena de Realizadores, más una exhibición especial en La Semana de la Crítica, como parte de la presencia del festival de Morelia, de la película de episodios Revolución, que tuvo su premier en la Berlinale.

Para aumentar la estadística, Gael García Bernal (director también de uno de los episodios de Revolución) fungirá como presidente del jurado que otorgará la Cámara de Oro a la mejor opera prima del festival.

Por otro lado, la selección de la competencia se antoja algo atípica, en la medida en que no abunda en prestigios, como de costumbre. No se trata de otro desfile de autores probados como lo fue el año pasado. Es más bien la apuesta por nombres que ya compitieron una vez y ahora buscan la confirmación de sus talentos. Ése es el caso del francés de origen argelino Rachid Bouchareb, el también galo Xavier Beauvois, el italiano Daniele Lucheti, el húngaro Kornel Mundruczó, el coreano Lee Changdong, el chino Wang Xiaoshuai, el tailandés Apichatpong Weerasethakul y, claro, el propio González Iñárritu. (Curiosamente, otros cineastas establecidos –Jean-Luc Godard, el chino Jia Xiangke, el estadunidense Lodge Kerrigan– se vieron relegados a Una Cierta Mirada, la sección oficial considerada de consolación).

Por su parte, los veteranos de Cannes están representados por el iraní Abbas Kiarostami, el japonés Takeshi Kitano, los británicos Mike Leigh y Ken Loach, el ruso Nikita Mijalkov y el francés Bertrand Tavernier (ausente desde hace tiempo de la sección oficial). También sorprendió que no se seleccionaran las realizaciones más recientes de anteriores competidores como Terrence Malick, Julian Schnabel y Bela Tarr.

Lo más raro es la escasa presencia hollywoodense en el festival. La única producción de Estados Unidos en competencia es Fair Game, de Doug Liman, que nunca había estado en la Croisette. Los pesos completos Woody Allen (You Will Meet a Tall Dark Stranger), Ridley Scott (Robin Hood, película inaugural) y Oliver Stone (Wall Street, Money Never Sleeps) prefirieron no arriesgarse y participar fuera de concurso. Eso traerá consecuencias a la hora de la alfombra roja y las conferencias de prensa. Los tumultos que siempre ocasionan las estrellas hollywoodenses se verán en esta ocasión reducidos a contadas ocasiones.

Ausentes están, pues, los prestrenos a veces poco justificados de blockbusters, previos a su lanzamiento a recaudar millones en la temporada veraniega. Tal vez eso se deba a que ésta no se vea muy promisoria, dado el predominio de secuelas, terceras y cuartas partes. Esa falta de imaginación pudo haber influido en que la directiva de Cannes haya preferido optar por una aparente seriedad. Los paparazzi son quienes salieron perdiendo.

Hasta el momento los augurios de la naturaleza no parecen buenos. La semana pasada olas de tamaño tsunami causaron destrozos en la Costa Azul, afectando varias playas de Cannes, mientras el volcán islandés de nombre impronunciable reinició el fin de semana sus fumarolas, contrarias a los vuelos de avión. Ya veremos si Gilles Jacob y Thierry Frémaux, presidente y director del festival, respectivamente, se procuraron sendos amuletos de la buena suerte.

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