Ya sin competencia socialista, pues el último bastión, China, se ha convertido en el renacimiento de ese sistema, al grado de que Beijín o Pekín le disputa a Nueva York, con sus polos de Hong Kong y Shanghái, el centro de gravedad del capitalismo mundial, este capitalismo constantemente ha recurrido al oro para afianzar sus monedas, como sistema de patrón (consultar de Keynes Tratado del dinero Tratado del dinero, su Breve tratado sobre la reforma monetaria, etcétera, y la siempre actual obra completa keynesiana). Este metal, por el que los alquimistas se devanaron los sesos para producirlo sin éxito, además de escaso por sobrexplotación de minas en todo el mundo y no obstante su supresión como sistema patrón, en las actuales crisis se requiere para su acumulación.
Desde la Conquista a la Colonia, los españoles lo robaron a manos llenas. Y hoy es extraído de las entrañas de minas sonorenses. Una de ellas es La Herradura, propiedad de las empresas Grupo Peñoles, supuestamente mexicana, de la Canadiense Newmont; de la Minera Penmont, entre Caborca y Puerto Peñasco, al Norte de Sonora (cuyos gobernadores, sobre todo Robinson-Bours y ahora Padrés, han consentido que se lleven el oro para Estados Unidos y Canadá, sin un estricto control fiscal); y de Fresnillo, PLC.
Esas compañías se roban el precioso metal, ya que, como saben y cuentan los sonorenses, constantemente vuelan helicópteros cargados de oro (no lo hacen por carretera, para evitar los otros robos a cargo de ladrones de pies a cabeza). Esa mina acaba de ser objeto de un asalto y le fueron sustraídos lingotes con valor de muchos millones de pesos. Un poco al estilo de “ladrón que roba a ladrón” en el contexto de la impunidad para unos y para otros. Las autoridades mexicanas ignoran cuánto oro sale de las minas sonorenses, como la mina Mulatos (una de las más grandes en el mundo), que se ubica en el municipio de Sahuaripa. Y de la mina Timins Gold, por Santa Anna.
Las empresas mineras, simplemente extraen el metal precioso con mineros a los que explotan con miserables sueldos y a los que tienen como esclavos casi secuestrados. Éstos, al ver el asalto por los ladrones, se escondieron (la nota informativa de Demian Duarte, en El Financiero, 27 de enero de 2011) en una especie de caja fuerte para esconder los lingotes. Este robo, la extracción y exportación sin control aduanal de las empresas están dejando a Sonora y al país sin oro. También porque empresas extranjeras están comprando todo el oro que pueden (pedacería, joyas empeñadas a la venta, etcétera) para ser llevado a depósitos estadunidenses y canadienses. El gobierno federal, con su política monetaria en dólares, ha dejado de lado la vigilancia de las minas y para nada se ocupa de tener oro para apuntalar una crisis, como lo hacen los países del capitalismo que saben que el dinero sin respaldo deja de tener valor cuando estallan los problemas monetarios y financieros.
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