Detrás de la Noticia | Ricardo Rocha
Los hombres las humillamos, las chantajeamos, las degradamos, las intimidamos, las amenazamos, las golpeamos y las matamos. La violencia contra las mujeres se da igual en pobres que en ricos, entre letrados y entre ignorantes. Y es hoy el más grave problema de salud pública en México. Las cifras son contundentes: hay violencia en seis de cada diez hogares; una de cada cinco mujeres que utiliza servicios de emergencia en hospitales llega golpeada por su pareja; lo peor es que el temor lleva a que sólo una de cada 100 mujeres denuncie a sus golpeadores. En suma, la impunidad origina que en México una mujer sea agredida cada 20 segundos. Según la Comisión de Feminicidios de la Cámara de Diputados, cada seis horas una mujer o una niña son asesinadas en algún lugar de nuestro territorio.
Así que si alguien cree que exagero al afirmar que en este país les damos un trato subhumano a las mujeres, que le piense dos veces. Porque no hay en este planeta ninguna nación en desarrollo donde las mujeres sean más mal tratadas, salvo en aquellos enclaves fanáticos donde las apedrean hasta matarlas o les arrancan el clítoris para que no manchen su vida con el horrendo pecado del placer sexual.
Aquí no llegamos a esos extremos. Aquí sólo las violamos y asesinamos como a las 500 muertas de Juárez o a las 900 del Estado de México. Aquí nomás las torturamos y mancillamos como a las de Atenco, luego de madrearlas por revoltosas. O las encerramos y les arrancamos grandes pedazos de vida como a Jacinta, Alberta y Teresa por andárseles poniendo al brinco a los judiciales, y tengan su reparación del daño.
Y ni qué decir de todas aquellas que todavía se atreven a pedir y a veces hasta exigir justicia. A esas las ejecutamos a la vista de todos para que quede como escarmiento. Así hicimos hace poco con Marisela Escobedo por necia; a ver, ¿qué es eso de andar jodiendo con que agarraran al asesino de su hija y, peor aún, protestando en las calles contra los gobiernos legítimos del estado y el país?; por eso tuvimos que ejecutarla. Igual que a Josefina Reyes, quien no se estuvo quieta ni porque le desaparecimos y asesinamos a sus hijos, y luego la ajusticiamos a ella misma y luego al hermano y luego a los otros hermanos y a la cuñada y le quemamos la casa a la madre porque a la familia se les contagió lo alebrestado.
No más para que vean cómo andan aquí las cosas en esto de las mujeres, ahí les van algunos otros datos: en el interior de los hogares, en una de cada cuatro parejas la violencia se produce al menos una vez por semana; uno de cada cinco asesinatos en nuestro país es de una mujer dentro de su casa y en más de la mitad de los casos son maridos matando a sus esposas; por eso una de cada cuatro mujeres que se suicidan lo hacen como fuga de la violencia. En el ámbito nacional, de enero de 2009 a enero de 2011 fueron asesinadas dos mil 300 mujeres y 240 mil más violadas. A pesar de eso, uno de cada tres hogares es sostenido por una mujer, aunque les paguen 30% menos que a los hombres por los mismos trabajos.
Por eso, si ya éramos una vergüenza nacional, ahora ya somos una vergüenza internacional: la mismísima ONU ha urgido al Estado mexicano a tipificar el feminicidio como un delito grave en todas las entidades de la República. Actualmente, sólo en Guerrero se ha hecho; en la mayoría de los estados es mucho mayor la pena por robar una vaca que por matar a una mujer. Mientras que Amnistía Internacional y diversas ONG piden a la Unión Europea frenar los feminicidios y proteger a los y las activistas en pro de los derechos humanos.
La violencia contra las mujeres es también un gran problema económico en México. Según los expertos, cada año perdemos más de mil millones de pesos en licencias por enfermedad y baja en la productividad por mujeres golpeadas. Una de cada cinco días de ausencias femeninas en el trabajo es a causa de vejaciones en casa. Según el INEGI, 46 de cada 100 mexicanas padece algún tipo de violencia emocional, sexual, física o económica.
Lo único claro en esta zona de oscuridades es que la violencia vergonzante se origina en factores múltiples como educación, cultura, legalidad y economía, pero siempre vinculados a la desigualdad en las relaciones de poder entre hombres y mujeres en todos los ámbitos. Y que ha faltado voluntad social y de Estado para acabar con esta infamia que nos degrada a todos.
Así que, en este Día Internacional de la Mujer y a todas las mujeres mexicanas: cierto, hay poco que festejar, pero se vale celebrar que son lo mejor de la vida.
ddn_rocha @hotmail.com
Twitter: @RicardoRocha_MX
Facebook: Ricardo Rocha-Detrás de la Noticia
Los hombres las humillamos, las chantajeamos, las degradamos, las intimidamos, las amenazamos, las golpeamos y las matamos. La violencia contra las mujeres se da igual en pobres que en ricos, entre letrados y entre ignorantes. Y es hoy el más grave problema de salud pública en México. Las cifras son contundentes: hay violencia en seis de cada diez hogares; una de cada cinco mujeres que utiliza servicios de emergencia en hospitales llega golpeada por su pareja; lo peor es que el temor lleva a que sólo una de cada 100 mujeres denuncie a sus golpeadores. En suma, la impunidad origina que en México una mujer sea agredida cada 20 segundos. Según la Comisión de Feminicidios de la Cámara de Diputados, cada seis horas una mujer o una niña son asesinadas en algún lugar de nuestro territorio.
Así que si alguien cree que exagero al afirmar que en este país les damos un trato subhumano a las mujeres, que le piense dos veces. Porque no hay en este planeta ninguna nación en desarrollo donde las mujeres sean más mal tratadas, salvo en aquellos enclaves fanáticos donde las apedrean hasta matarlas o les arrancan el clítoris para que no manchen su vida con el horrendo pecado del placer sexual.
Aquí no llegamos a esos extremos. Aquí sólo las violamos y asesinamos como a las 500 muertas de Juárez o a las 900 del Estado de México. Aquí nomás las torturamos y mancillamos como a las de Atenco, luego de madrearlas por revoltosas. O las encerramos y les arrancamos grandes pedazos de vida como a Jacinta, Alberta y Teresa por andárseles poniendo al brinco a los judiciales, y tengan su reparación del daño.
Y ni qué decir de todas aquellas que todavía se atreven a pedir y a veces hasta exigir justicia. A esas las ejecutamos a la vista de todos para que quede como escarmiento. Así hicimos hace poco con Marisela Escobedo por necia; a ver, ¿qué es eso de andar jodiendo con que agarraran al asesino de su hija y, peor aún, protestando en las calles contra los gobiernos legítimos del estado y el país?; por eso tuvimos que ejecutarla. Igual que a Josefina Reyes, quien no se estuvo quieta ni porque le desaparecimos y asesinamos a sus hijos, y luego la ajusticiamos a ella misma y luego al hermano y luego a los otros hermanos y a la cuñada y le quemamos la casa a la madre porque a la familia se les contagió lo alebrestado.
No más para que vean cómo andan aquí las cosas en esto de las mujeres, ahí les van algunos otros datos: en el interior de los hogares, en una de cada cuatro parejas la violencia se produce al menos una vez por semana; uno de cada cinco asesinatos en nuestro país es de una mujer dentro de su casa y en más de la mitad de los casos son maridos matando a sus esposas; por eso una de cada cuatro mujeres que se suicidan lo hacen como fuga de la violencia. En el ámbito nacional, de enero de 2009 a enero de 2011 fueron asesinadas dos mil 300 mujeres y 240 mil más violadas. A pesar de eso, uno de cada tres hogares es sostenido por una mujer, aunque les paguen 30% menos que a los hombres por los mismos trabajos.
Por eso, si ya éramos una vergüenza nacional, ahora ya somos una vergüenza internacional: la mismísima ONU ha urgido al Estado mexicano a tipificar el feminicidio como un delito grave en todas las entidades de la República. Actualmente, sólo en Guerrero se ha hecho; en la mayoría de los estados es mucho mayor la pena por robar una vaca que por matar a una mujer. Mientras que Amnistía Internacional y diversas ONG piden a la Unión Europea frenar los feminicidios y proteger a los y las activistas en pro de los derechos humanos.
La violencia contra las mujeres es también un gran problema económico en México. Según los expertos, cada año perdemos más de mil millones de pesos en licencias por enfermedad y baja en la productividad por mujeres golpeadas. Una de cada cinco días de ausencias femeninas en el trabajo es a causa de vejaciones en casa. Según el INEGI, 46 de cada 100 mexicanas padece algún tipo de violencia emocional, sexual, física o económica.
Lo único claro en esta zona de oscuridades es que la violencia vergonzante se origina en factores múltiples como educación, cultura, legalidad y economía, pero siempre vinculados a la desigualdad en las relaciones de poder entre hombres y mujeres en todos los ámbitos. Y que ha faltado voluntad social y de Estado para acabar con esta infamia que nos degrada a todos.
Así que, en este Día Internacional de la Mujer y a todas las mujeres mexicanas: cierto, hay poco que festejar, pero se vale celebrar que son lo mejor de la vida.
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