Santiago Igartúa
Marcha conmemorativa a 45 años de la masacre de Tlatelolco.
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO,
D.F. (apro).- Policías encañonando personas con escopetas Arwen
diseñadas para lanzar gases lacrimógenos y balas de goma, granaderos
golpeando con toletes y cascos a los manifestantes encapsulados,
hombres vestidos de civil golpeando y deteniendo manifestantes; jóvenes
encapuchados lanzando cohetones, bombas molotov y piedras contra
autoridades, edificios y comercios vandalizados, grupos golpeando y
pateando uniformados caídos… Imágenes de los enfrentamientos de la
marcha conmemorativa por los 45 años de la matanza del 2 de Octubre.
El operativo policiaco comenzaba a la salida de la estación del
Metro Tlatelolco. Cientos de elementos oficiales vigilaban y cateaban a
las miles de personas que se daban cita en la Plaza de las Tres
Culturas, convocados a las tres de la tarde.
Una hora más tarde, encabezados por integrantes del Comité 68,
inició la marcha de estudiantes, maestros, trabajadores sindicalizados,
campesinos, organizaciones sociales, indignados. Reflejada en las
consignas, las similitudes del gobierno priista que encabeza Enrique
Peña Nieto con el régimen represor de Gustavo Díaz Ordaz, se conformó
la marcha alusiva más nutrida en no menos de 20 años.
Por momentos festiva, entre música con tambores y demás expresiones
artísticas, entre globos blancos y rosas negras, la protesta de tantos
avanzó pacífica por el Eje Central Lázaro Cárdenas hasta el cruce con
Avenida Hidalgo.
Sitiado el Zócalo capitalino por corporaciones federales y del
Gobierno del Distrito Federal (GDF), donde tradicionalmente concluye
esta marcha, los contingentes fueron desviados por grupos de
organizadores para dirigirse al Ángel de la Independencia, al toparse
con las calle bloqueada con camiones de la agrupación de granaderos, al
frente de un imponente operativo oficial a unos metros del Palacio de
Bellas Artes, que se multiplicaba en cada cuadra.
La calma se rompió en punto de las cinco de la tarde. Con banderas
anarquistas como estandartes, un grupo de jóvenes, cubiertos los
rostros, rompió las filas para confrontar a los uniformados. Volaron
apenas unas cuantas piedras y cohetones. Pero el conflicto fue
extendiéndose por avenida Hidalgo, frente a la Alameda Central, donde
se incorporaron los maestros de la CNTE y los grandes contingentes
pedían no caer en provocaciones y evitar la violencia.
Con los minutos aumentaron las detonaciones, ensordecedores los
proyectiles que volaban entre las decenas de encapuchados y la policía,
que inició el disparo de gases lacrimógenos a cualquier sitio,
inundadas las calles por miles que rehuían la confrontación.
Los jóvenes encubiertos lanzaron ráfagas de fuego y bombas molotov.
El operativo policiaco intentó tomar el control partiendo con sus armas
la marcha, embistiendo personas al azar para encapsularlas y
golpearlas. El descontrol, al que se sumó la Policía Montada, terminó
en una persecución hasta el cruce de Juárez y Reforma, frente a la
Torre del Caballito, donde reiniciaron los enfrentamientos. Una
explosión tras otra.
Desproporcionadas las fuerzas, intercambiaron palos entre los bandos de jóvenes y oficiales.
En la llamada “esquina de la información”, algunos jóvenes, en su
mayoría encapuchados, rompieron banquetas para desprender las piedras
con que violentaron la fachada del periódico Excélsior, entre cánticos
contra la “prensa vendida”. Ahí, frente a un banco a la altura de
Reforma 93, hombres con intercomunicadores vestidos de civil golpearon
jóvenes, participaran de la trifulca o no, para después subirlos a
patrullas y ambulancias en las que quedaron detenidos.
Las persecuciones se intensificaron, orillando a los contingentes
que no lograron escapar a los enfrentamientos hacia el plantón que
mantiene la CNTE en el Monumento a la Revolución. Ahí se refugiaron
también los autoproclamados anarquistas.
Pero los niños y mujeres que permanecen en el plantón magisterial no
detuvieron la ofensiva oficial. A la entrada del campamento detonaron
granadas con gases lacrimógenos. Llorando, las mujeres del plantón
magisterial pedían a los oficiales que se detuvieran. Los hombres,
exigían a los que así entraban descubrirse el rostro y no comprometer
la integridad del plantón y sus familias.
Decenas de personas, periodistas y ciudadanos que registraban los
hechos fueron agredidos. Algunos detenidos y golpeados por la policía.
Otros, lesionados y despojados de sus equipos de trabajo por los
supuestos anarquistas.
Al cierre de esta edición, organizaciones sociales daban cuenta de
más de un centenar de detenidos. Los datos oficiales, proporcionados
por el secretario de Gobierno capitalino, Héctor Serrano, sólo daban
cuenta de 22 personas remitidas al Ministerio Público y 32 agentes
lesionados.
La jornada terminó con un mitin multitudinario en el Ángel de la
Independencia. Ahí se pidió un minuto de silencio por los muertos,
desaparecidos y detenidos del gobierno, que se rompió con un
estruendoso grito: “Fuera Peña”, retumbó en el Paseo de la Reforma.
Marcha conmemorativa a 45 años de la masacre de Tlatelolco. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO,
D.F. (apro).- Policías encañonando personas con escopetas Arwen
diseñadas para lanzar gases lacrimógenos y balas de goma, granaderos
golpeando con toletes y cascos a los manifestantes encapsulados,
hombres vestidos de civil golpeando y deteniendo manifestantes; jóvenes
encapuchados lanzando cohetones, bombas molotov y piedras contra
autoridades, edificios y comercios vandalizados, grupos golpeando y
pateando uniformados caídos… Imágenes de los enfrentamientos de la
marcha conmemorativa por los 45 años de la matanza del 2 de Octubre.
El operativo policiaco comenzaba a la salida de la estación del Metro Tlatelolco. Cientos de elementos oficiales vigilaban y cateaban a las miles de personas que se daban cita en la Plaza de las Tres Culturas, convocados a las tres de la tarde.
Una hora más tarde, encabezados por integrantes del Comité 68, inició la marcha de estudiantes, maestros, trabajadores sindicalizados, campesinos, organizaciones sociales, indignados. Reflejada en las consignas, las similitudes del gobierno priista que encabeza Enrique Peña Nieto con el régimen represor de Gustavo Díaz Ordaz, se conformó la marcha alusiva más nutrida en no menos de 20 años.
Por momentos festiva, entre música con tambores y demás expresiones artísticas, entre globos blancos y rosas negras, la protesta de tantos avanzó pacífica por el Eje Central Lázaro Cárdenas hasta el cruce con Avenida Hidalgo.
Sitiado el Zócalo capitalino por corporaciones federales y del Gobierno del Distrito Federal (GDF), donde tradicionalmente concluye esta marcha, los contingentes fueron desviados por grupos de organizadores para dirigirse al Ángel de la Independencia, al toparse con las calle bloqueada con camiones de la agrupación de granaderos, al frente de un imponente operativo oficial a unos metros del Palacio de Bellas Artes, que se multiplicaba en cada cuadra.
La calma se rompió en punto de las cinco de la tarde. Con banderas anarquistas como estandartes, un grupo de jóvenes, cubiertos los rostros, rompió las filas para confrontar a los uniformados. Volaron apenas unas cuantas piedras y cohetones. Pero el conflicto fue extendiéndose por avenida Hidalgo, frente a la Alameda Central, donde se incorporaron los maestros de la CNTE y los grandes contingentes pedían no caer en provocaciones y evitar la violencia.
Con los minutos aumentaron las detonaciones, ensordecedores los proyectiles que volaban entre las decenas de encapuchados y la policía, que inició el disparo de gases lacrimógenos a cualquier sitio, inundadas las calles por miles que rehuían la confrontación.
Los jóvenes encubiertos lanzaron ráfagas de fuego y bombas molotov. El operativo policiaco intentó tomar el control partiendo con sus armas la marcha, embistiendo personas al azar para encapsularlas y golpearlas. El descontrol, al que se sumó la Policía Montada, terminó en una persecución hasta el cruce de Juárez y Reforma, frente a la Torre del Caballito, donde reiniciaron los enfrentamientos. Una explosión tras otra.
Desproporcionadas las fuerzas, intercambiaron palos entre los bandos de jóvenes y oficiales.
En la llamada “esquina de la información”, algunos jóvenes, en su mayoría encapuchados, rompieron banquetas para desprender las piedras con que violentaron la fachada del periódico Excélsior, entre cánticos contra la “prensa vendida”. Ahí, frente a un banco a la altura de Reforma 93, hombres con intercomunicadores vestidos de civil golpearon jóvenes, participaran de la trifulca o no, para después subirlos a patrullas y ambulancias en las que quedaron detenidos.
Las persecuciones se intensificaron, orillando a los contingentes que no lograron escapar a los enfrentamientos hacia el plantón que mantiene la CNTE en el Monumento a la Revolución. Ahí se refugiaron también los autoproclamados anarquistas.
Pero los niños y mujeres que permanecen en el plantón magisterial no detuvieron la ofensiva oficial. A la entrada del campamento detonaron granadas con gases lacrimógenos. Llorando, las mujeres del plantón magisterial pedían a los oficiales que se detuvieran. Los hombres, exigían a los que así entraban descubrirse el rostro y no comprometer la integridad del plantón y sus familias.
Decenas de personas, periodistas y ciudadanos que registraban los hechos fueron agredidos. Algunos detenidos y golpeados por la policía. Otros, lesionados y despojados de sus equipos de trabajo por los supuestos anarquistas.
Al cierre de esta edición, organizaciones sociales daban cuenta de más de un centenar de detenidos. Los datos oficiales, proporcionados por el secretario de Gobierno capitalino, Héctor Serrano, sólo daban cuenta de 22 personas remitidas al Ministerio Público y 32 agentes lesionados.
La jornada terminó con un mitin multitudinario en el Ángel de la Independencia. Ahí se pidió un minuto de silencio por los muertos, desaparecidos y detenidos del gobierno, que se rompió con un estruendoso grito: “Fuera Peña”, retumbó en el Paseo de la Reforma.
El operativo policiaco comenzaba a la salida de la estación del Metro Tlatelolco. Cientos de elementos oficiales vigilaban y cateaban a las miles de personas que se daban cita en la Plaza de las Tres Culturas, convocados a las tres de la tarde.
Una hora más tarde, encabezados por integrantes del Comité 68, inició la marcha de estudiantes, maestros, trabajadores sindicalizados, campesinos, organizaciones sociales, indignados. Reflejada en las consignas, las similitudes del gobierno priista que encabeza Enrique Peña Nieto con el régimen represor de Gustavo Díaz Ordaz, se conformó la marcha alusiva más nutrida en no menos de 20 años.
Por momentos festiva, entre música con tambores y demás expresiones artísticas, entre globos blancos y rosas negras, la protesta de tantos avanzó pacífica por el Eje Central Lázaro Cárdenas hasta el cruce con Avenida Hidalgo.
Sitiado el Zócalo capitalino por corporaciones federales y del Gobierno del Distrito Federal (GDF), donde tradicionalmente concluye esta marcha, los contingentes fueron desviados por grupos de organizadores para dirigirse al Ángel de la Independencia, al toparse con las calle bloqueada con camiones de la agrupación de granaderos, al frente de un imponente operativo oficial a unos metros del Palacio de Bellas Artes, que se multiplicaba en cada cuadra.
La calma se rompió en punto de las cinco de la tarde. Con banderas anarquistas como estandartes, un grupo de jóvenes, cubiertos los rostros, rompió las filas para confrontar a los uniformados. Volaron apenas unas cuantas piedras y cohetones. Pero el conflicto fue extendiéndose por avenida Hidalgo, frente a la Alameda Central, donde se incorporaron los maestros de la CNTE y los grandes contingentes pedían no caer en provocaciones y evitar la violencia.
Con los minutos aumentaron las detonaciones, ensordecedores los proyectiles que volaban entre las decenas de encapuchados y la policía, que inició el disparo de gases lacrimógenos a cualquier sitio, inundadas las calles por miles que rehuían la confrontación.
Los jóvenes encubiertos lanzaron ráfagas de fuego y bombas molotov. El operativo policiaco intentó tomar el control partiendo con sus armas la marcha, embistiendo personas al azar para encapsularlas y golpearlas. El descontrol, al que se sumó la Policía Montada, terminó en una persecución hasta el cruce de Juárez y Reforma, frente a la Torre del Caballito, donde reiniciaron los enfrentamientos. Una explosión tras otra.
Desproporcionadas las fuerzas, intercambiaron palos entre los bandos de jóvenes y oficiales.
En la llamada “esquina de la información”, algunos jóvenes, en su mayoría encapuchados, rompieron banquetas para desprender las piedras con que violentaron la fachada del periódico Excélsior, entre cánticos contra la “prensa vendida”. Ahí, frente a un banco a la altura de Reforma 93, hombres con intercomunicadores vestidos de civil golpearon jóvenes, participaran de la trifulca o no, para después subirlos a patrullas y ambulancias en las que quedaron detenidos.
Las persecuciones se intensificaron, orillando a los contingentes que no lograron escapar a los enfrentamientos hacia el plantón que mantiene la CNTE en el Monumento a la Revolución. Ahí se refugiaron también los autoproclamados anarquistas.
Pero los niños y mujeres que permanecen en el plantón magisterial no detuvieron la ofensiva oficial. A la entrada del campamento detonaron granadas con gases lacrimógenos. Llorando, las mujeres del plantón magisterial pedían a los oficiales que se detuvieran. Los hombres, exigían a los que así entraban descubrirse el rostro y no comprometer la integridad del plantón y sus familias.
Decenas de personas, periodistas y ciudadanos que registraban los hechos fueron agredidos. Algunos detenidos y golpeados por la policía. Otros, lesionados y despojados de sus equipos de trabajo por los supuestos anarquistas.
Al cierre de esta edición, organizaciones sociales daban cuenta de más de un centenar de detenidos. Los datos oficiales, proporcionados por el secretario de Gobierno capitalino, Héctor Serrano, sólo daban cuenta de 22 personas remitidas al Ministerio Público y 32 agentes lesionados.
La jornada terminó con un mitin multitudinario en el Ángel de la Independencia. Ahí se pidió un minuto de silencio por los muertos, desaparecidos y detenidos del gobierno, que se rompió con un estruendoso grito: “Fuera Peña”, retumbó en el Paseo de la Reforma.
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