REPORTAJE
CAMPAÑA DSyR JUVENTUD
Con hospitales alejados de comunidades, mujeres paren en casas
Por: Citlalli López, corresponsal
Cimacnoticias | Santa Catarina Ocotlán, Oaxaca.- Una veladora alumbraba el interior de la casa de madera cimentada en una loma. Antonia se tendió en el piso de tierra, colocó unos trapos como haciendo un nido.
“Mi Nancy nació de patitas. Así cayó en los trapitos”. Madre e hija libraron la muerte. Aquella noche, recuerda, estaba en casa con dos de sus hijos. En la calle sólo se oía el silbar del viento entre la espesa neblina que todos los días cae sobre esta comunidad indígena ubicada en la Mixteca Alta de Oaxaca.
Antonia Gaytán López tiene 45 años y cinco hijos. Envuelta en la pobreza, en las cinco ocasiones tuvo que parir a ras del suelo.
Y es que en esta zona de Oaxaca, la marginación coloca a las indígenas chocholtecas a merced del destino. Sabiéndose en riesgo, las mujeres no tienen más opción que parir sin la asistencia médica porque el hospital más cercano está a hora y media sobre camino de terracería.
En el último embarazo de Antonia, por la edad (40 años) y posición del producto, corrió el riesgo de morir. El nacimiento sería por cesárea.
Un mes antes de la fecha probable del parto, el médico de la clínica expidió su pase al hospital de Nochixtlán. Sin dinero para trasladarse, se jugó la vida en un volado que con mucha fortuna, ganó.
“Con mis cuatro hijos anteriores nunca fui a revisión, así nada más los tuve. Con esta última sí fui porque me dijeron que era embarazo de alto riesgo. Aún así, no me quedó de otra más que naciera en la casa, el parto se adelantó y yo no tenía dinero para ir al hospital”, relata.
La mujer vive del tejido de sombreros, productos que utiliza para el trueque de cebolla, sal, chile o tortilla en la tienda del pueblo. Todos los días se sienta a “rajar palma” mientras realiza el pastoreo de su yunta. Al día realiza unos dos sombreros y a veces logra vender uno en cuatro pesos.
Con esa actividad, Antonia lograba juntar en un mes 70 pesos para poder ir a sus citas en el hospital de Nochixtlán, el más cercano a Santa Catarina.
Los días de cita, la mujer tenía que salir en el único transporte de la población: una camioneta de redilas. El traslado en el día le costaba 30 pesos. Pero entre las montañas, en un camino maltrecho y en medio de la noche, un viaje especial tiene un valor de hasta 2 mil pesos.
POBREZA Y MARGINACIÓN
Santa Catarina Ocotlán, del municipio de San Juan Bautista Coixtlahuaca, es un pueblo en la Mixteca Alta con habla chocholteca. A la comunidad se accede por un intrincado camino que hoy, con las lluvias, es prácticamente intransitable. Llegar a la comunidad obliga a realizar una caminata de una hora al punto más próximo en automóvil ligero.
Aquí habitan menos de 200 personas, 45.41 por ciento hombres y 54.59 por ciento mujeres. Sólo cuenta con 53 casas, la mayoría de una pieza y levantadas de madera y lámina. Los habitantes carecen de servicios básicos. A excepción del centro de salud y la agencia municipal, las casas no cuentan con agua entubada y energía eléctrica.
El 56.67 por ciento de la población no percibe ingresos, mientras que el 3.3 por ciento vive con menos de un salario mínimo, el resto percibe entre dos y cinco salarios mínimos, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Victoria López y su esposo, Apolinar Francisco, forman parte del grueso de la población sin ingresos. Ella y él son campesinos, sobreviven con los alimentos que les da la tierra y con lo poco que ganan con el tejido de palma.
Es martes. Victoria deambula en la clínica de la comunidad. Su esposo está en consulta por deshidratación.
Envuelto en un rebozo, la mujer carga en su espalda a su último hijo, un niño de un año de edad que debió haber nacido en el hospital de Nochixtlán, pero, al igual que Nancy, hija de Antonia, nació en casa con el riesgo de morir.
El matrimonio vive en una ranchería de Santa Catarina Ocotlán, ubicada a hora y media del centro de salud y a dos horas y media del hospital. A su casa sólo se llega en burro o a pie abriéndose paso entre el pedregoso cerro en donde acechan los coyotes.
“A mí me dieron pase para Nochixtlán porque mi primer embarazo fue cesárea; en el segundo también fuimos a Oaxaca al hospital porque decían que era igual con riesgo, y de éste me mandaron porque el tiempo entre un embarazo y otro fue de ocho años”, recuerda.
Para pagar el traslado al hospital de sus dos primeros hijos, Apolinar tuvo que irse a trabajar a la Ciudad de México durante tres años. Sin dinero para viajar, Victoria se arriesgó a parir en casa con la ayuda de una de sus tías.
Después del parto, las mujeres cortan el cordón umbilical con sotol, una especie de planta cuyas hojas van formando rosetas extendidas en forma de cuchillas largas.
Para sacar la placenta toman tés de hoja de aguacate y penca de maguey papalomé para “desinfectar”. Luego se fajan para expulsar la placenta por completo. Posterior al parto algunas mujeres acuden a consulta y otras simplemente regresan a su clínica con un nuevo embarazo.
RIESGOS POR MATERNIDAD
Para evitar la muerte materna, los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) establecieron criterios de clasificación de riesgo para determinar cuándo es necesario remitir un parto a hospital y cuándo puede ser atendido en la clínica de salud. Éstos se dividen en factores socioeconómicos, biológicos y ginecoobstétricos.
Liliana Martínez Zárate, encargada del Centro de Salud en Santa Catarina, detalló que algunos de estos factores son: edad menor a 15 años y mayor de 35; talla menor de 1.45 metros; peso previo del embarazo de 45 kilos; nuliparidad (que no haya tenido ningún hijo), o más de cinco hijos; periodo intergenésico menor de dos años; muerte fetal previa; así como la pobreza; embarazo no deseado; madre con analfabetismo o primaria incompleta; aborto; bajo peso al nacer, y desnutrición.
Más del 90 por ciento de las mujeres en edad reproductiva de esta comunidad tienen todas estas características que vuelven sus embarazos de alto riesgo, según el criterio de la institución de salud, precisó Martínez Zárate.
La médica añade que lo anterior no implica que las mujeres puedan ser asistidas en la clínica en caso de un imprevisto.
De acuerdo con los registros del centro de salud, en los últimos dos años ocurrieron cinco nacimientos en Santa Catarina Ocotlán, pero ninguno fue asistido en la clínica o en el hospital.
SIN MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS
En Santa Catarina Ocotlán las mujeres tienen hasta 10 hijos y un mínimo de cinco. Ellas comienzan su ciclo reproductivo entre los 13 y 19 años de edad, con una diferencia de uno y dos años entre cada embarazo.
Muy pocas, sólo 24 de 120 mujeres en edad reproductiva, tienen algún método de planificación familiar, pero desde mayo pasado ninguna clínica de la jurisdicción sanitaria de la Mixteca tiene métodos anticonceptivos.
De 12 contemplados en inventario para ofertar a las y los usuarios, la clínica de Santa Catarina sólo cuenta con uno: el condón masculino.
Martínez Zárate explica que muchas mujeres no llevan un control de planificación familiar o método anticonceptivo por prohibición del esposo o de la suegra.
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