Lydia Cacho
Plan B*
Hay
una fuerte corriente de la sociedad civil que pretende rescatar a las
instituciones, incluso a veces de sí mismas y de algunos que las
conforman, que con su mera presencia aseguran mantenerlas anquilosadas,
ineficientes y plagadas de tráfico de influencias.
Sería ridículo afirmar que no existen funcionarias y funcionarios
públicos honestos en el Poder Judicial, sin duda hay, pero por desgracia
no siempre son quienes tienen la mayor fuerza y contrapeso en sus
determinaciones judiciales y sentencias.
La oscura mano de los operadores políticos es un lastre monumental que
impide que la justicia llegue en términos de la ley y la verdad
objetiva.
Es difícil demostrar que un juez se ha corrompido, o que defiende
intereses inconfesables de políticos o criminales; sin embargo en
ciertas ocasiones tenemos claras radiografías de aquellos que, por su
paso en las instituciones de administración e impartición de justicia,
demostraron ser dañinos para el Estado y las víctimas.
Durante su carrera en la Suprema Corte, el ahora ministro presidente,
Juan Silva Meza, ha demostrado una clara visión progresista en pro de la
integración de los Derechos Humanos en la jurisprudencia mexicana, sin
embargo no lo tiene fácil.
La nueva entrada de Eduardo Medina Mora en la Corte es una clara muestra
de cómo la Presidencia de la República está dispuesta a debilitar a esa
institución, con tal de tener a un mayor número de jueces supremos a
favor de las muy opacas causas que ha protegido y protege el PRI para
mantenerse en el poder.
Baste una anécdota para ilustrar la postura de Medina Mora respecto a
los derechos de las mujeres, las niñas y los niños violentados.
En 2007 Medina Mora era procurador general de la República, sus cinco
años en el espía Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) le
permitieron tener a mano información privilegiada sobre el
funcionamiento y alcance de redes de pornografía infantil y trata de
personas que operaban en México.
Meses antes fui arrestada con artimañas político-judiciales del ex
gobernador de Puebla Mario Marín y sus cómplices políticos y
empresariales.
Mi arresto, tortura, años de juicios fabricados en mi contra y la
persecución y amenazas tenían como finalidad forzarme a negar la
veracidad de mis investigaciones sobre redes criminales en la que
estaban involucrados, de diversas formas, políticos de alto nivel.
En esa época fui requerida por la PGR en diversas ocasiones; en una de
ellas Medina Mora me citó en audiencia privada, llegué con mi abogado.
En la sala de su despacho amablemente me preguntó qué era lo que en
realidad yo buscaba con la denuncia penal que había interpuesto en
contra de los tratantes, de mis torturadores y de los políticos
implicados.
Justicia, respondí sorprendida. Sí, pero ¿por qué hace todo esto?,
preguntó; porque soy periodista, entrevisté a niñas y niños víctimas, a
testigos y especialistas, conseguí videos probatorios de la producción
de pornografía infantil, de los vínculos políticos y lavado de dinero,
todo está en el expediente.
Medina insistió: Sí, pero qué es lo que USTED busca. Justicia, volví a
responder inquieta. Se acercó un poco y me explicó que sólo podría
asegurar que el líder pedófilo Jean Succar Kuri se mantuviera en
prisión y fuera sentenciado. Eso no le corresponde a usted, sino a un
juez, dije frente a mi nervioso abogado.
Medina, sin inmutarse, respondió que el juicio político a Marín y el
arresto de los políticos y empresarios involucrados no sucedería. Usted
es periodista, entiende las complejidades y peligros, dijo dando por
terminada la reunión.
Lo que en aquél entonces me pidió el procurador de la Nación y hoy
ministro de Justicia, fue que asumiera que había un pacto político, que
él estaba al tanto y que no perdiera el tiempo. No lo asumí.
Nueve años después seguimos dando batallas judiciales e investigando, y
ahora él está en la Corte para votar este 25 de marzo sobre uno de los
casos más claros de feminicidio impune sucedido en el Estado de México
cuando Enrique Peña Nieto era gobernador, y su procurador ocultaba
estratégicamente las cifras de violencia mortal contra las mujeres.
El caso de Mariana Lima Buendía llegó al máximo tribunal a fin de que
éste determine la urgencia de investigar y aplicar justicia con
perspectiva de género, tomando en cuenta los sucesos previos de
violencia feminicida.
El esposo de Mariana, policía judicial del Edomex sigue libre; el
expediente demuestra que de no ser por las fallas procedimentales el
agresor serial habría sido detenido para evitar que ultime la vida de
otras mujeres; el fallo positivo podría cambiar la forma en que se
investiga la violencia feminicida de acuerdo con la ley existente.
Habrá que mantener la mirada en este caso y en especial en la postura de
Medina Mora. Para conocer mejor estos casos le recomiendo leer “Las
muertas del Estado”, de Humberto Padgett.
Twitter: @lydiacachosi
*Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que
siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy
probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Lydia Cacho
Cimacnoticias | México, DF.-
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