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Sobre
el feminismo existen mitos y estereotipos extendidos en la sociedad que denotan
las resistencias a incorporar este enfoque de justicia. Para identificarlos y
poder superarlos proponemos aquí esta revisión de la especialista española
Montserrat Barba Pan:
El
feminismo no busca que la mujer sea superior al hombre, sino la igualdad de
derechos respecto a él y el reconocimiento de derechos propios de la mujer, como
los relacionados con la maternidad. Precisamente, quiere acabar con un sistema
de dominación, el patriarcado, perpetuado durante siglos, no trata de imponer
uno propio.
2. Es
contrario a lo femenino
El
feminismo apuesta por la diversidad femenina, más allá de los estereotipos
impuestos por la sociedad acerca de lo que es o no es una mujer. Pero sí ataca
un modelo de feminidad predominante que se basa en convertir a la mujer en
objeto y en condicionar su identidad.
Ejemplos
de ello son: la obsesión por el cuerpo y la juventud, o una educación enfocada
a ser "cuidadora". Algunas corrientes, como el feminismo cultural
estadounidense, exaltan el "principio femenino" (que para ellas defiende
valores como la ternura y orientada hacia las relaciones interpersonales),
frente al masculino, asociado con la agresividad. Otras teorías abogan por la
superación de los géneros y apuestan por las múltiples diversidades. (Fuente:
Ana de Miguel. Los feminismos a través de la historia).
3. El
feminismo es de izquierdas
El
feminismo va más allá de las ideologías políticas de izquierda o derecha, de
hecho, la igualdad de la mujer se ha manipulado políticamente por regímenes de
distinto signo. Algunas organizaciones de izquierdas, como los sindicatos o los
partidos políticos, mantienen todavía estructuras muy patriarcales y ni
siquiera aplican la paridad en sus órganos de dirección.
Muchos
partidos conservadores o instituciones como la Iglesia han manipulado
igualmente el concepto de "feminismo" e incluso hablan de un "feminismo
cristiano", que considera a la Virgen María como el referente de la plena
realización de la mujer.
Si con
alguna ideología puede asociarse el feminismo es con el pacifismo. Muchos de
los avances que se han logrado hasta la fecha, derechos esenciales como el
voto, la educación, el divorcio, las legislaciones contra violencia
machista..., han sido impulsados o apoyados mayoritariamente desde partidos
progresistas, pero los han conseguido mujeres de diferentes clases sociales e
ideologías de forma pacífica.
4. Solo
las mujeres pueden ser feministas
Desde
el origen del movimiento, ha habido hombres profeministas. Y algunos
intelectuales, como José Luis Sampedro, han defendido el feminismo durante toda
su vida.
Sin
embargo, la mayoría de corrientes feministas defienden que sea un movimiento
liderado y protagonizado por mujeres, para garantizar que el debate se centre
en los problemas y los puntos de vista de la mujer.
5.
Muchas denuncias por violencia machista son falsas
Hay dos
falsos mitos especialmente dolorosos en torno a la violencia machista. Uno de
ellos es insistir en que las agresiones también se producen de mujeres contra
hombres. Esta violencia, absolutamente condenable e injustificada, no llega a
un 4%, mientras que el 70% de las mujeres que mueren en el mundo lo hacen en
manos de sus parejas, exparejas o hombres de su círculo familiar. (Fuente:
Especialista en Igualdad).
Respecto
a la frase: "Muchas de las denuncias son falsas", común también en el
discurso popular, en España, según recoge la Memoria de la Fiscalía General del
Estado, las denuncias falsas en violencia de género supusieron el 0.024% del
total de las 128.543 presentadas.
6. El
feminismo no tiene sentido porque la mujer ya es igual al hombre
Basta
con leer algunos informes recientes para saber que la igualdad está todavía
lejos de ser alcanzada. Y que los avances logrados se han hecho gracias a los
movimientos feministas, algunos de ellos ya asentados en las instituciones,
como en los países nórdicos.
7.
Presenta a la mujer como una víctima
El
feminismo defiende el liderazgo femenino y la total independencia de las
mujeres a la hora de tomar sus decisiones y emprender su propia vida. Nada más
lejos del victimismo.
Pero
los movimientos feministas articulan la mayoría de reivindicaciones y protestas
contra la violencia machista, en la que sí hay víctimas: mujeres, niños y
niñas.
Muchas
de las mujeres que rechazan el feminismo y lo consideran "superado y
victimista" responden al mito de la superwoman (madre perfecta, mujer
hermosa, trabajadora ejemplar) que se generalizó a partir de los años ochenta, pero
que actualmente ha entrado en crisis al suponer una sobrecarga de funciones y
presión social sobre la mujer, sin que se compensen las funciones familiares
con el hombre.
8. Las
feministas no se preocupan por su imagen
Todo lo
contrario. El cuerpo es uno de los principales focos del feminismo actual. Se
ataca la llamada 'talla 0' o la excesiva sexualización del cuerpo femenino y se
trabaja la autoestima femenina, ya desde la educación, para reforzar la
seguridad de la mujer en el cuerpo, el placer y la salud. De ahí que se apoye
una publicidad responsable para evitar enfermedades como la bulimia o la
anorexia. Ser feminista no está reñido con cuidar la estética y la imagen sino
que anima a sentirse libre para construir tus propios códigos.
9.
Todas las feministas son proabortistas
El
feminismo defiende la libertad de la mujer para tomar decisiones sobre
sexualidad y sobre su maternidad, es decir, la libertad reproductiva. Defiende
que se proteja a las mujeres embarazadas o que deseen ser madres, que se
oriente bien la educación sexual y reproductiva, que se facilite el acceso a
los anticonceptivos y se informe sobre los pros y contras de algunos métodos
así como que no se legisle sobre decisiones que pertenecen a la mujer, como la
lactancia o el aborto. En este último caso, se trata de garantizar que la
decisión de interrumpir o no el embarazo se haga con total libertad,
información y seguridad para la mujer.
10. La
paridad perjudica a las buenas profesionales
La
paridad, las cuotas del 60%-40% (ningún sexo debe superar el 60% ni estar
representado menos de un 40%) no son defendidas por todas las feministas,
aunque sí por una mayoría. Se trata de reequilibrar un sistema de acceso a los
puestos directivos en empresas, instituciones judiciales, organismos... que
históricamente ha favorecido a los hombres. Pero la paridad no discrimina a un
hombre profesionalmente más válido que una mujer, ni le quita mérito a ésta.
Propone favorecer que se escoja a la mujer siempre ante dos profesionales
igualmente capacitados.
De ahí
la importancia de trabajar la no discriminación ya desde los procesos de
selección, con varias personas evaluando al candidato o candidata, y técnicas como
realizar la selección del currículo sin ver el nombre, edad y nacionalidad del
aspirante.
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