José Gil Olmos
MÉXICO, D.F. (apro).- Hace unos cuantos años, quizá un par de
décadas, una de las principales consignas que comenzaron a surgir en
las marchas de la ciudad de México era una cantaleta que se repetía una y
otra vez entre los cientos y miles de participantes: “prensa vendida,
cuéntanos bien” gritaban los manifestantes encarando a los reporteros
que cubrían la protesta quienes intentaban justificar, cuando podían,
que no eran ellos los responsables de mentir o falsear la información,
sino sus jefes o los dueños de las empresas.
Los reporteros de a pie, los que trabajan en la calle hablando con la
gente, tenían que contestar avergonzados a los manifestantes que lo que
en las direcciones de sus medios o en las páginas editoriales de sus
periódicos aparecía, boletines, comunicados o líneas editoriales, eran
ajenos a ellos y que eran enviados desde alguna oficina del gobierno o
incluso desde la casa presidencial.
De esta manera, mientras en las cúpulas los empresarios y los
gobiernos se juntan estableciendo alianzas económicas y políticas, en
las calles los reporteros siguen siendo agredidos sin tener una
protección. “Prensa vendida, cuéntanos bien” les gritan a los reporteros
agredidos también por las policías.
Según la organización Articulo 19, cada 26.7 horas se agrede a un
periodista en el país. En la actual administración de Enrique Peña Nieto
las agresiones contra la prensa casi se duplicaron. Este es el regreso
del PRI en los medios de comunicación: el control y el negocio con los
empresarios, la represión a los reporteros en la calles.
Hoy es evidente la mala fama que tenían los medios de información,
principalmente las televisoras y algunos periódicos con sus articulistas
y columnistas oficiosos, que tergiversaban la información de las
protestas, manifestaciones, actos de corrupción, impunidad, cochupos y
vicios de los grupos en el poder, sobre todo del PRI, con tal de seguir
en el negocio de la industria mediática.
Los medios de comunicación en México, en su mayoría, nacieron como
apéndices o extensiones de los grupos de poder. Durante los 71 años de
gobierno ininterrumpido del PRI, se hizo de la prensa una aliada y
cómplice de sus abusos sujetándola de los beneficios de publicidad o
concesiones en el uso del espectro público.
El PAN en sus 12 años de gobierno hizo lo mismo a través de jugosos
contratos millonarios de publicidad que en la era foxista manejó Marta
Sahagún, dejando pendiente el proceso de transición democrática en la
prensa mexicana, que había institucionalizado el famoso “chayote” o
sobres de dinero que les daban a los reporteros por escribir notas
favorables al gobierno.
Con el panismo los grandes empresarios de los medios de comunicación
cambiaron su papel de compinches a socios políticos. El fundador de
Televisa Emilio Azcárraga “El Tigre” dijo alguna vez que eran “los
soldados del PRI” y ahora su heredero Emilio Azcárraga Jean modernizó la
frase diciendo “la democracia es el mejor negocio”.
El año pasado, según cifras extraoficiales de organizaciones como
FUNDAR, el gobierno federal gasto 5 mil millones de pesos en publicidad y
propaganda en medios de comunicación y los gobiernos de los estados 7
mil millones. Es decir, se gastaron un total de 12 mil millones de pesos
sin regulación en propaganda en la prensa, lo que en los hechos
constituye una forma sutil de control.
Antes el viejo PRI marcaba las pautas de la información hablando por
teléfono a los dueños o directores de los medios, hoy ya no es
necesario. Como socios los empresarios saben hasta donde pueden llegar y
cuando sienten que les cierran las llaves de la publicidad, hacen los
ajustes internos para no molestar al gobierno. Eso fue lo que ocurrió
con Carmen Aristegui en MVS: la autocensura por intereses económicos.
Twitter: @GilOlmos
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