Pedro Echeverría V.
1. La noticia de hoy: El rector de la UNAM, José Narro Robles –quien siempre trata de aparecer como progresista- declara que está de salida y no puede dar lugar en Radio-UNAM a la periodista conductora Carmen Aristegui, cesada fulminantemente por el gobierno por no acatar disposiciones y sí meterse en investigaciones “peligrosas” . Causa risa el pretexto del rector porque este no es un problema de legalidad institucional –como ninguno lo es en México y en el mundo capitalista- sino un problema de conciencia y de fuerza. ¿Cuántos días, semanas o meses le queda al rector? ¿Será acaso que el futuro rector sea un fascista o un sumiso que tampoco “quiera meterse en problemas” con el presidente Peña? Obviamente quien debe mandar en la UNAM son los 500 mil estudiantes más o menos libres y no un rector al servicio del Estado; pero también podría pensarse que en el país son los 120 millones de habitantes los que deben estar por encima del presidente, del Estado y sus partidos políticos. Pero no es así.
2. Si el rector no quiere es porque sabe que el movimiento estudiantil está casi muerto; si por el contrario, el movimiento estuviera en las calles como en 1999, como el Soy 132 o el del POLI, el rector no pondría ningún pretexto y el futuro rector tendría que ser menos reaccionario que los otros. En el periodismo no hemos ganado espacios. La TV en 100 por ciento está el servicio del sector privado; la radio en 99 por ciento y la prensa escrita en un 90 por ciento. Si también cierran La Jornada, Proceso y persiguen a los pequeños periódicos izquierdistas y anarquistas de 2 mil ejemplares, no quedaría nada que nos ayude a agruparnos alrededor de nuestros intereses colectivos. Los mexicanos –con la cabeza llena de imbecilidades individualistas, egocéntricas y competitivas- nos dedicaríamos a competir, a enfrentarnos y a matarnos unos a otros. ¿No entienden acaso estos funestos capitalistas el papel de las ideologías y de los medios de información libres para que un pueblo descanse de las represiones que sufre?
3. El “presidencialismo” en México es una institución que sigue “vivito y coleando” aunque pensemos una minoría de izquierdistas que se ha debilitado y a punto de ser enterrado. Parece que la subordinación de los mexicanos al rey azteca, el virrey español, a don Porfirio y a los presidentes de la República, son desde hace mucho parte de la cultura y las costumbres imborrables. Los priístas y los partidos aliados del “Pacto por México”, los empresarios, los medios de información, el clero, lo siguen respetando. El cese de Aristegui fue fulminante y ningún empresario (ni Slim) o servidor público (algún ministro de la Corte o un rector) meterá la mano en defensa de la periodista. ¿Alguien podrá olvidar que en México la suerte de cualquier negocio, cargo o empleo dependen de las decisiones del “señor presidente”, aunque se piense que está débil?
4. La pregunta puede ser: ¿Puede un periódico empresarial, en un sistema capitalista, defender los intereses de los explotados y oprimidos? o, ¿Puede la izquierda radical elaborar un periódico contrapoder que sirva a la gente, al pueblo, a las masas? La realidad es que los términos gente, pueblo, masas, aunque sean muy usados en la izquierda, no son precisos porque en ellos no solo hay trabajadores, sino también burgueses, clases medias acomodadas y negociantes. A no ser que esos tres términos sean ya sinónimos de trabajadores. La realidad que de cada 100 periódicos diarios, de los que editan de 20 a 100 mil ejemplares, más del 99 por ciento son propiedad de ricos empresarios que los dirigen con su ideología o nombran a directivos que respondan de manera obligada a sus intereses. Ninguno de esos periódicos –con rarísimas excepciones- puede informas bien a los trabajadores porque están al servicio del capital y los impulsan para hacer más riquezas en beneficio propio.
5. Ningún periódico grande en el mundo ha vivido con el dinero de la venta de sus ejemplares porque el periodismo, para ser un gran negocio, debe vender del 30 a 70 por ciento de sus espacios en publicidad a los gobiernos, a grandes comerciantes, industriales, banqueros y secretarías de Estado y, si no lo hace, en dos o tres meses se desploma. Tiene gastos fijos en papel, tinta, máquinas, trabajadores, agencias noticiosas, periodistas, transporte, etcétera, pero siempre el más importante es el enorme capital (ganancias) que debe obtener el capitalista o grupo de capitalistas que se enriquecen con el negocio. ¿Cómo entonces un periódico puede golpear o criticar a fondo a los sectores que le entregan millones de pesos en publicidad, le entregan papel y le brindan las mayores facilidades para desenvolverse? Conforme las sociedades han avanzado los periódicos se han modernizado aceptando opiniones de la oposición no radical como compromisos de minoría.
6. Más aún, ya una gran cantidad de periódicos se regalan porque lo que reciben en publicidad y los llamados “challotazos” o “mochadas”, es ampliamente suficiente para que el capitalista obtenga las ganancias necesarias. Pero lo que no pueden hacer es dejar libre al periódico sin imprimirle una ideología capitalista que responda a los intereses de quienes pagan. Entonces, ¿cómo van a propagar o hablar bien de una huelga de trabajadores si este movimiento es anticapitalista en sí? o ¿cómo los políticos del PRI o del PAN –que dependen de grandes empresarios y medios de información- van a poyar una lucha social de los trabajadores? Obviamente dentro de la clase burguesa dominante suelen haber contradicciones porque un capitalista le gana un mercado o un negocio a otro y por eso se dividen; pero cuando ven que los trabajadores se unen para luchar ellos hacen lo mismo para darle palo a los explotados y oprimidos.
7. ¿Por qué los trabajadores nunca hemos contado con un gran periódico clasista, de masas, que distribuya en el México de 120 millones de habitantes, aunque sea de 50 mil ejemplares diarios? ¿Por qué nuestros periódicos de grupo marxista, maoísta, trotskista, anarquista, sólo editan mil, 2 mil o 3 mil copias quincenales o mensuales como prensa testimonial y sólo nos anclamos en la lucha ideológica? La realidad es que el problema básico es que en México apenas comienza a aparecer un gran movimiento de masas en el que se pudieran agotar los ejemplares; apenas comienza a registrarse un gran movimiento anticultural que enseñe la podredumbre de los valores burgueses y que despierte el pensamiento crítico contra la sociedad capitalista. Por eso la población, entre ésta los trabajadores, prefieren periódicos basura o enajenantes de deportes, sexo, nota roja o policíaca y de espectáculo. Y en México son los que van en la cabeza de las ventas.
8. Durante los años del dominio total del PRI -que fue hasta mediados de los años 80- la mayoría de los medios de información eran soldados del PRI y los periódicos críticos de la derecha se centraban en el antiPRI.; sin embargo ambos defendían el capitalismo, la explotación, la opresión de los trabajadores. A partir de 1985, después del poderoso terremoto en la ciudad de México, de las enormes devaluaciones monetarias, de la crisis en el gobierno de De la Madrid, de las elecciones de 1988, pero sobretodo con la implantación del neoliberalismo, la prensa y los medios empezaron a adoptar algunas posiciones críticas pero sin dejar de responder plenamente a sus empresarios dueños ni tampoco de desligarse del gobierno. La oposición derechista fue antiPRI, pero por propia ideología empresarial fue siempre enemiga de los trabajadores. Si el Jefe famoso Fernández de Cevallos dice que participó en 1968 lo hizo en el antiPRI no a favor de los estudiantes y mucho menos de los trabajadores.
9. Nadie puede confundirnos y es necesario tener mucha claridad. El papel que cumplen los medios de información, que antes eran cuarto poder y hoy son primero, es esencial para seguir manteniendo el sistema capitalista de explotación. Si algunos de nosotros tuvimos oportunidad de participar como articulistas de la gran prensa fue porque nos necesitaban para demostrar cierto “pluralismo” que en los hechos desaparecía por aquello de que “una golondrina no hace verano”. Necesitamos una prensa revolucionaria de 30 a 50 ejemplares, pero para ello necesitamos muchos recursos que nadie está dispuesto a dárnoslo porque los que lo tienen son negociantes capitalistas. Pero hay que esperar mejores coyunturas que seguramente podrán surgir cuando los movimientos de masas sean grandes. Lo importante es inyectar mayor energía a lo que hacemos, pero sobre todo tratando de comprender mejor el mundo que nos rodea. (26/III/15)
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