Cecilia Lavalle*
No
hay igualdad para las mujeres en ninguna parte del mundo. Dijeron. Y
pensé: ¿cuál es la novedad? A los gobiernos les falta voluntad
política. Y pensé: ¿cuál es la novedad? Las feministas debemos
fortalecer alianzas y seguir impulsando cambios. Y pensé: ¿cuál es la
novedad?
Pocas novedades hubo en la 59 sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU; ahora mejor conocida como Beiging+20 porque se hizo el balance de la Plataforma de Acción firmada en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, China, en 1995.
Fue un acuerdo histórico que comprometió esfuerzos para mejorar la condición social de las mujeres y su posición en los espacios de toma de decisión, desde el hogar hasta los espacios de poder público.
Transcurridos 20 años había distancia suficiente para mirar los avances y los retrocesos, para precisar los obstáculos y los retos.
Así, del 9 al 20 de marzo miles de personas, la mayoría mujeres (se calcula que 9 mil), la mayoría feministas, se reunieron en Nueva York, para participar en más de 400 foros.
Lo mismo fueron las delegadas oficiales, representando a los gobiernos de sus países, con el informe oficial de los avances, que miles de integrantes de organizaciones civiles con reportes alternos, participando en 188 eventos paralelos de la ONU.
Ahí estuvo Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU-Mujeres, quien dijo: “Hemos cambiado dentro del patriarcado, pero no hemos desmontado el patriarcado; no queremos capacitar a las mujeres para que se adapten al paradigma, queremos transformarlo (…). El mundo tiene que cambiar, no las mujeres”.
Ahí estuvo Ruchira Gupta, periodista hindú ganadora de un Emmy por su documental “La venta de los inocentes”, precisando que no puede verse como una simple transacción comercial la venta de una mujer. “Cuando se normaliza la explotación de un grupo de mujeres, se normaliza la explotación de todas”, afirmó.
Ahí estuvo Hillary Clinton, política norteamericana. “Si se cierra la brecha de desigualdad entre mujeres y hombres, las naciones crecerán en 10 por ciento en sus negocios”, dijo, y llamó a empresarios y líderes políticos a fortalecer su compromiso a favor de la igualdad de género porque “es la manera inteligente de hacer las cosas”.
Ahí estuvo Lorena Cruz, presidenta de Instituto Nacional de las Mujeres, reconociendo que “no hay igualdad si no logramos erradicar la violencia contra las mujeres”.
Ahí estuvo Sara García, activista de El Salvador, afirmando que “intereses vinculados a corporaciones trasnacionales, grupos del crimen organizado, cacicazgos locales, monopolios de la comunicación y jerarquías religiosas, han provocado mayor riesgo para las activistas, quienes viven las agresiones frente a la pasividad gubernamental”.
Ahí estuvieron periodistas de 36 países integradas en la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, urgiendo a los gobiernos, a las industrias de comunicación y periodismo, a la ONU, a emprender mecanismos adecuados para impulsar un periodismo no sexista.
Y ahí estuvo también Lydia Alpizar Durán, directora ejecutiva de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID, por sus siglas en inglés), criticando a nombre de todas las organizaciones feministas del mundo la “tibieza” de la declaración oficial sobre el balance de Beijing+20.
“Los gobiernos nos están diciendo que no están listos para hacer el compromiso que se requiere y acuerdan un texto retórico (…); los intereses económicos, ideológicos y la fuerte presencia de los fundamentalismos religiosos en las delegaciones gubernamentales, en los pasillos de la ONU, han excluido el lenguaje de los derechos”, afirmó Alpizar.
En efecto, no hubo novedad. La desigualdad sigue siendo la constante, la falta de voluntad política el alicate, los fundamentalismos parte del cimiento, y el patriarcado adecuándose a los tiempos, como siempre.
No hubo novedad. Poderosos discursos de mujeres sabias. Como en el siglo XVIII. Posturas irreductibles si se trata de los derechos de las mujeres. Como en el XIX. Feministas de todo el mundo forjando acuerdos y alianzas. Como en el XX. Como hasta ahora.
No, no hubo novedad. Si el patriarcado está ahí, las feministas también. Si el fundamentalismo amarra cimientos, las feministas construyen libertades. Si la voluntad política es escurridiza, las feministas encuentran caminos. Si la desigualdad se construye, las feministas renuevan alianzas para construir igualdad.
No hubo novedad. Y, acaso, por ahora, ésa sea la mejor noticia.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
Pocas novedades hubo en la 59 sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU; ahora mejor conocida como Beiging+20 porque se hizo el balance de la Plataforma de Acción firmada en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, China, en 1995.
Fue un acuerdo histórico que comprometió esfuerzos para mejorar la condición social de las mujeres y su posición en los espacios de toma de decisión, desde el hogar hasta los espacios de poder público.
Transcurridos 20 años había distancia suficiente para mirar los avances y los retrocesos, para precisar los obstáculos y los retos.
Así, del 9 al 20 de marzo miles de personas, la mayoría mujeres (se calcula que 9 mil), la mayoría feministas, se reunieron en Nueva York, para participar en más de 400 foros.
Lo mismo fueron las delegadas oficiales, representando a los gobiernos de sus países, con el informe oficial de los avances, que miles de integrantes de organizaciones civiles con reportes alternos, participando en 188 eventos paralelos de la ONU.
Ahí estuvo Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU-Mujeres, quien dijo: “Hemos cambiado dentro del patriarcado, pero no hemos desmontado el patriarcado; no queremos capacitar a las mujeres para que se adapten al paradigma, queremos transformarlo (…). El mundo tiene que cambiar, no las mujeres”.
Ahí estuvo Ruchira Gupta, periodista hindú ganadora de un Emmy por su documental “La venta de los inocentes”, precisando que no puede verse como una simple transacción comercial la venta de una mujer. “Cuando se normaliza la explotación de un grupo de mujeres, se normaliza la explotación de todas”, afirmó.
Ahí estuvo Hillary Clinton, política norteamericana. “Si se cierra la brecha de desigualdad entre mujeres y hombres, las naciones crecerán en 10 por ciento en sus negocios”, dijo, y llamó a empresarios y líderes políticos a fortalecer su compromiso a favor de la igualdad de género porque “es la manera inteligente de hacer las cosas”.
Ahí estuvo Lorena Cruz, presidenta de Instituto Nacional de las Mujeres, reconociendo que “no hay igualdad si no logramos erradicar la violencia contra las mujeres”.
Ahí estuvo Sara García, activista de El Salvador, afirmando que “intereses vinculados a corporaciones trasnacionales, grupos del crimen organizado, cacicazgos locales, monopolios de la comunicación y jerarquías religiosas, han provocado mayor riesgo para las activistas, quienes viven las agresiones frente a la pasividad gubernamental”.
Ahí estuvieron periodistas de 36 países integradas en la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, urgiendo a los gobiernos, a las industrias de comunicación y periodismo, a la ONU, a emprender mecanismos adecuados para impulsar un periodismo no sexista.
Y ahí estuvo también Lydia Alpizar Durán, directora ejecutiva de la Asociación para los Derechos de las Mujeres y el Desarrollo (AWID, por sus siglas en inglés), criticando a nombre de todas las organizaciones feministas del mundo la “tibieza” de la declaración oficial sobre el balance de Beijing+20.
“Los gobiernos nos están diciendo que no están listos para hacer el compromiso que se requiere y acuerdan un texto retórico (…); los intereses económicos, ideológicos y la fuerte presencia de los fundamentalismos religiosos en las delegaciones gubernamentales, en los pasillos de la ONU, han excluido el lenguaje de los derechos”, afirmó Alpizar.
En efecto, no hubo novedad. La desigualdad sigue siendo la constante, la falta de voluntad política el alicate, los fundamentalismos parte del cimiento, y el patriarcado adecuándose a los tiempos, como siempre.
No hubo novedad. Poderosos discursos de mujeres sabias. Como en el siglo XVIII. Posturas irreductibles si se trata de los derechos de las mujeres. Como en el XIX. Feministas de todo el mundo forjando acuerdos y alianzas. Como en el XX. Como hasta ahora.
No, no hubo novedad. Si el patriarcado está ahí, las feministas también. Si el fundamentalismo amarra cimientos, las feministas construyen libertades. Si la voluntad política es escurridiza, las feministas encuentran caminos. Si la desigualdad se construye, las feministas renuevan alianzas para construir igualdad.
No hubo novedad. Y, acaso, por ahora, ésa sea la mejor noticia.
Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com.
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
CIMACFoto: Yunuhen Rangel Medina/Red Nacional de Periodistas
Cimacnoticias | México, DF.-
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