Empuje de Marcelina Bautista se cristaliza en sindicato nacional
El
Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) cumple
hoy 15 años de trabajo en la promoción y fortalecimiento de los Derechos
Humanos (DH) y laborales para las más de 2 millones 300 mil
trabajadoras del hogar en todo el país.
CACEH y el Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar, que se conformó
el pasado fin de semana, fueron un sueño de largo aliento de Marcelina
Bautista Bautista –ahora una de las más importantes activistas en
América Latina en la lucha y el reconocimiento de las garantías para
estas trabajadoras– que mientras hacía limpieza en casas se organizaba
junto a otras mujeres para conocer sus derechos laborales.
Desde que se fundó en esta capital, CACEH también se convirtió en el
proyecto de vida de varias trabajadoras del hogar –algunas que incluso
ya son profesionistas–, para continuar en la defensa de los DH y
laborales del gremio, integrado en su inmensa mayoría por mujeres,
muchas indígenas y migrantes, y hasta menores de edad.
A fin de documentar el desarrollo de CACEH en estos tres lustros,
Cimacnoticias visitó sus nuevas instalaciones en el Sindicato de
Telefonistas de la República Mexicana, en la céntrica delegación
Cuauhtémoc.
En la puerta de entrada luce una hoja blanca que presume la creación del
nuevo sindicato. Adentro, un equipo de cinco personas trabaja a marchas
forzadas en un salón de unos 15 metros cuadrados –dos veces más grande
que el espacio anterior que tenían las trabajadoras en el Centro
Nacional de Comunicación Social (Cencos)–, para finiquitar los últimos
pendientes antes de que este viernes 11 de septiembre entreguen la
solicitud de registro sindical ante la Junta Local de Conciliación y
Arbitraje.
EL EQUIPO
Aunque
por muchos años Marcelina Bautista trabajó sola para mantener a su
organización, ahora que su lucha se ha hecho más visible gracias a sus
esfuerzos de incidencia, ya cuenta con un equipo de mujeres y hombres
solidarios que la respaldan.
Y es que durante estos 15 años, CACEH –como se lo propuso Marcelina
desde el primer momento– ha sido encabezado e integrado por trabajadoras
del hogar que imprimen su visión y su experiencia en cada nuevo
proyecto.
Por ejemplo, Sofía Pablo López, de 24 años, es la joven de cabello largo
que en cada evento sobre los derechos de estas trabajadoras acompaña a
Marcelina. Se sienta a escuchar en alguna de las primeras filas, toma
fotografías y hace apuntes.
En CACEH ella se encarga de apoyar el área de capacitación y formación, y
–entre otras tareas– acude cada 15 días a las plazas públicas de la
Ciudad de México para enseñar a 50 o 60 empleadas del hogar sus
derechos, e informarlas sobre la violencia de género y el
empoderamiento.
Es socióloga de profesión y de oficio trabajadora del hogar desde que
tenía 18 años, cuando decidió apoyar a su mamá –también empleada del
hogar– con los gastos de su educación en una universidad pública.
La joven asegura que así como se profesionalizó para tener un trabajo
que fuera más reconocido socialmente, también en la labor de las
trabajadoras del hogar hay formas de especializarse, por ejemplo en el
aseo general, lavado, planchado, cocina o cuidados, un aprendizaje que
ella buscó perfeccionar con el paso del tiempo.
Su tesis de licenciatura, sobre identidad y vida de este gremio, está
dedicada a todas sus vecinas que son empleadas del hogar en el norte del
DF (muy cerca del Estado de México), y que –como su madre– batallan
durante muchos años en traslados de hasta tres horas y ganar menos de
200 pesos diarios.
Los proyectos profesionales y personales de Sofía están puestos en
CACEH, donde ahora busca impulsar el nuevo sindicato de la mano de
Marcelina.
Otra integrante del equipo es Marta Leal Morales Esperanza, de 45 años
de edad, quien se encarga del área de colocación para quienes solicitan
trabajo.
Antes de estar en CACEH, esta jefa de familia era parte del personal de
limpieza en los módulos de la extinta Mexicana de Aviación, cuya quiebra
tuvo un “efecto dominó” en otros sectores laborales. “Cuando un pilar
se cae, se caen varios”, dice Marta.
Llegó al Centro de Apoyo en 2012, y junto a Marcelina –que le ofreció
empleo–, fueron las únicas dos personas que echaron andar el proyecto.
Ahora, desde su puesto en la organización, Marta se preocupa porque
algunas empleadoras no quieren contratar a todas las trabajadoras que
buscan empleo, porque –comenta– no quieren asumir todas las
responsabilidades legales que les corresponden.
Para ayudarse con los gastos, Marta, Sofía y a veces Marcelina hacen
espacios en sus agendas de trabajo tan apretadas para seguir haciendo
labores del hogar remuneradas.
En la recepción de esta organización hay un varón, se trata de Fernando
Montejo, de 18 años de edad, y que apoya a CACEH mientras concluye sus
estudios, ya que su mamá, también trabajadora del hogar, percibe un
sueldo insuficiente para cubrir ella sola todos los gastos familiares.
A ellos se suman Claudia, Mauricio y muchas personas más que ayudan a la
organización con trabajos más especializados de manera externa y de
forma solidaria.
LOS INICIOS
Durante estos 15 años, el principal reto de CACEH ha sido conseguir
suficientes recursos económicos para mantenerse en pie, contar con un
espacio de trabajo, tener personal para ayudar en las diferentes
gestiones que realiza, y poder convocar en las plazas públicas los fines
de semana a todas las trabajadoras que quieran conocer sobre sus
derechos.
La
idea de conformar este Centro se le ocurrió a Marcelina hace más de 20
años durante una de las tardes en las que se reunía con una amiga suya
que era costurera.
Las ganas de defender a sus compañeras de los abusos fueron tan fuertes
que desde entonces se fijó la meta de formar un organismo.
Marcelina, que trabajó muchos años para Cencos –organización defensora
de la libertad de expresión y los DH–, cuenta que debía llegar a las 6
de la mañana a esas oficinas para tener las salas limpias; luego a las 9
se iba a las capacitaciones, y después regresaba por la tarde para
seguir limpiando.
El personal de Cencos no tenía idea de que para entonces Marcelina ya
era una líder a nivel internacional en la defensa de los derechos
laborales, y se dio cuenta hasta que ella tuvo que pedir un permiso para
viajar al sur del continente. “Recuerdo que incluso a los directivos de
la organización les costó trabajo creer la noticia”, rememora
Marcelina.
Finalmente, en el año 2000 Marcelina ganó una beca para seguirse
capacitando, pero en lugar de hacer sólo eso decidió solicitar un
espacio en Cencos para brindar capacitaciones, y ofrecer varias becas
para sus compañeras del sector, además de pagar sus comidas y pasajes a
cambio de que fueran a aprender sobre la defensa de sus derechos. Así
nació CACEH.
Siguió de beca en beca y luego de premio en premio hasta consolidar en
2015 un proyecto más sólido que también es fuente de empleo para
trabajadoras del hogar. Durante los primeros cinco años, Marcelina
escasamente tomó tres diplomados sobre liderazgo, lo demás lo aprendió
en el camino.
“Al principio no sabía si era mejor tomar un diplomado o dar las becas,
pero ahora (echa un vistazo a su lugar de trabajo) me doy cuenta que
tomé la mejor decisión”, concluye Marcelina, quien asegura que aunque
CACEH ya cumplió sus primeros objetivos, seguirá en la defensa de todos
los derechos de las trabajadoras del hogar y afrontará los desafíos que
se presenten en el porvenir.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.-
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