9/12/2015

Indígenas guatemaltecas desconfían del Estado



   En medio de comicios y crisis política, se autoorganizan

En medio del escándalo de corrupción que derivó en la renuncia y encarcelamiento del ex presidente Otto Pérez Molina, la jornada electoral del pasado domingo en este país centroamericano tuvo una nutrida participación de mujeres.

 
Los resultados preliminares favorecen a la candidata de la Unidad Nacional por la Esperanza (UNE), la empresaria Sandra Torres, para participar en la segunda vuelta presidencial contra Jimmy Morales, del Frente Convergencia Nacional (FCN), quien triunfó en los comicios del domingo.
 
En esta coyuntura, en la que además se eligieron alcaldes y diputados locales y nacionales, las voces de mujeres indígenas se hicieron escuchar, compartieron sus reflexiones, y relataron la importancia de que sus decisiones vitales no dependan de un partido político o de un proceso electoral.
 
“SOMOS LAS QUE SOSTENEMOS EL PAÍS”
 
Durante la jornada, Irma Gutiérrez Hernández, indígena maya de la Asociación para el Desarrollo Integral Grandeza Corazón de Mujer (ADIURI), hizo trabajo comunitario como locutora en la radio bilingüe “La Niña”, que transmite en FM desde las montañas occidentales del departamento (estado) de Totonicapán, población mayormente de la etnia quiché.
 
Irma habló con Cimacnoticias sobre el camino recorrido para llegar a este día: “Capacitamos a muchas compañeras en el voto consciente; decidir por sí mismas; así como luchamos por la autonomía también estamos luchando para que las mujeres no dependamos de un partido político”.
 
Como periodista comunitaria reconoció que el trabajo de las mujeres ha sido vital para transformar el entorno: “Somos las que hemos sostenido este país; en la economía hemos dado nuestro pensamiento, nuestra creatividad; (...) lo que no se ha dado en todo Guatemala porque primero tuvimos un gobierno militar y segundo no se da el valor que tiene nuestro pensamiento; nos han utilizado para la estrategia de su desarrollo, para los megaproyectos, para sus tratados internacionales que están bien, pero muchas veces no benefician a las mujeres”.
 
Irma Gutiérrez detalló que en las movilizaciones nacionales del pasado 27 de agosto que propiciaron la renuncia del ex militar Otto Pérez Molina, las comunidades quichés de los 48 cantones (municipios) de Totonicapán –población de unos 80 mil habitantes– estuvieron presentes.
 
“La población de Toto siempre pedimos que se quitara la inmunidad al presidente”, señaló la locutora. Recordó que desde hace tres años exigían juicio contra el gobernante, a quien se le atribuye responsabilidad en la masacre de seis campesinos en el kilómetro 169 en la Cumbre de Alaska –situada entre Totonicapán y Sololá–, en 2012.
 
“PARTICIPAMOS, PERO NO DECIDIMOS
 
De los cerca de 14 millones 500 mil personas que habitan Guatemala, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística (INE), la población femenina representa el 51 por ciento de la población total, de la cual las indígenas suman cerca de 3.1 millones, siendo la etnia maya la más numerosa.
 
Tras la firma de los Acuerdos de Paz de 1996 –que pusieron fin a 36 años de guerra civil–, el gobierno guatemalteco de transición impulsó una agenda paritaria a favor de las mujeres, tarea que se realizó principalmente a través de organizaciones de la Cooperación Internacional.
 
Sin embargo, a decir de la socióloga maya quiché Gladys Tzul Tzul, tales medidas erosionaron la decisión política que los pueblos indígenas han ejercido históricamente por medio de los gobiernos comunales.
 
Tzul Tzul, maestra en Estudios Latinoamericanos por la chilena Universidad Alberto Hurtado y estudiosa de los sistemas de gobierno comunal en Totonicapán, afirmó: “Después de la firma de los Acuerdos de Paz se establecieron una serie de compromisos pensados en clave ciudadana, acuerdos de participación, pero no de decisión; la gente en las elecciones no decide nada, participa, pero no decide”.
 
La indígena maya reconoció la participación de las mujeres en la vida política, sin embargo es crítica del discurso que ensalza el número de mujeres votantes.
 
“Las señoras como mis tías comenzaron a votar apenas hace dos períodos, todavía las mujeres no tenían su DPI (Documento Particular de Identificación); no estaban empadronadas. Con las políticas de género se establece una participación liberal, vía individual; probablemente varias mujeres tuvieron acceso a una política de transferencia condicionada donde se recibe plata (dinero) a cambio de mucho trabajo de trámites, de registrarse, de pesar a sus niños, la mercantilización del tiempo y energía de las mujeres a través del voto”.
 
Durante la jornada electoral en redes sociales circulaban fotografías de probables “acarreos” de votantes. Los partidos ofrecieron el transporte desde las aldeas a los centros de votación.
 
Tzul Tzul descalificó la idea de que a las comunidades indígenas se les pueda manipular fácilmente: “En el imaginario de las elecciones siempre se dice que a las sociedades indígenas se les puede ‘acarrear’, y no es así; no creo que las comunidades indígenas no calculen o sean engañadas por desconocimiento, sino ellas devuelven la misma estrategia que los partidos han ejercido”.
 
Al conocerse los resultados de la primera vuelta presidencial, y con el 98.92 por ciento de las mesas escrutadas por las autoridades electorales, Sandra Torres alcanzaba 19.74 por ciento de los votos, por lo que participaría en la segunda vuelta frente al comediante Jimmy Morales, del FCN.
 
En este escenario, la indígena quiché dejó en claro que el “gesto de género” no garantiza autonomía para las mujeres indígenas: “Mientras el Estado pueda decidir más sobre la vida de las mujeres es una pérdida para nosotras; hay una agenda programada desde el  Estado, ser mujer en este caso bajo la dirección de un Estado incluso puede meter más agresivamente la agenda estatal y del mercado en la vida de nosotras”. 

Fotos: Itandehui Reyes Díaz
Por: Itandehui Reyes Díaz, enviada
Cimacnoticias | Totonicapán, Guate.- 
  

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