Ana María Aragonés
Algunas de las amenazas lanzadas por
Donald Trump que afectarían directamente a México son la deportación de
millones de migrantes mexicanos, la construcción de un muro que deberá
pagar el país, la renegociación o cancelación del TLCAN y aplicar un
impuesto a las remesas de los mexicanos en Estados Unidos para financiar
el muro. Poco importa si el ahora presidente electo recompone sus
dichos y los suaviza cuando llegue a ser el mandatario. La realidad es
que el personaje ha puesto al gobierno
contra las cuerdas, y hasta ahora no se ha planteado ninguna estrategia para enfrentar algunas de esas amenazas. Sigue pensando que enviar mensajeros para hablar con Trump será suficiente para convencerlo de que México es un país maravilloso. Es una tragedia que este
terremotono sea aprovechado para restructurar la economía mexicana, buscar nuevos caminos para dejar de depender de un país receptor de las exportaciones, crear estímulos para que las remesas beneficien a aquellos que las generan y no servirse de ellas para equilibrar la balanza de pagos. El gobierno sólo lanza discursos anodinos tratando de convencer que el país está preparado y que las condiciones actuales son perfectas. Este gobierno vive en la completa negación, por eso insiste en que
hay que hablar bien de México, pues supone que esto es suficiente para tapar una realidad insostenible.
La mejor solución para enfrentar a Trump es la educación, la ciencia y la investigación en todas las áreas. Pero no la
reforma educativapropuesta por el gobierno, que es simple demagogia, además de estar en manos de un secretario que no tiene los recursos académicos para dirigir tan importante sector. De esta forma se está atrasando la generación de un verdadero proyecto educativo que convierta el país en actor del desarrollo y no simple receptor de lo que se genera en el exterior. Es un momento determinante, sobre todo cuando los temas internacionales tienen que ver con la llamada cuarta revolución industrial y la inteligencia artificial. Como señala Helmuth Ludwing,
la oportunidad para los países está en crear y apoyar más el conocimiento y el capital humano. México está muy alejado de esa posibilidad y los resultados de la prueba PISA demuestran que, como señala Marco Antonio Fernández, el país vive una
tragedia mayúscula, pues desde hace 15 años no ha reportado ninguna mejoría y se encuentra en niveles básicos o con mal desempeño.
Es decir, para detonar el desarrollo y con ello convertir la
migración en una decisión libre y opción diferente a la migración
forzada actual y por ello vulnerable a embates como los de Trump es
necesario invertir en educación, ciencia e investigación. Pero México
hace exactamente lo contrario, pues el presupuesto para 2017 recortará a
la Secretaría de Educación Pública 10.6 por ciento en términos reales
respecto de lo aprobado en 2016. Por supuesto, el amigo del Presidente,
el secretario Aurelio Nuño, señaló que no había ningún problema, porque
¡se iba a hacer más con menos! El Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (Conacyt) también se verá afectado por una reducción de 23.3
por ciento respecto de lo autorizado en 2016, con efectos muy graves
para la investigación. En cambio, el Poder Legislativo no sólo no tendrá
ninguna disminución. Los legisladores pasarán unas muy felices fiestas
decembrinas, pues se han recetado gratificaciones extraordinarias y por
ello cada uno recibirá un monto de 150 mil pesos. Simplemente,
vergonzoso. Y los ocho ex gobernadores acusados de corrupción sumaron
una deuda de 186 mil 535.7 millones de pesos, cantidad superior al
recorte al gasto que hizo el gobierno federal para 2017 (Shaila
Rosagel).
Los países que apuestan por el futuro de su nación aumentan el gasto
destinado a investigación y desarrollo como porcentaje del PIB. Por
ejemplo, entre 2000 y 2013 Corea del Sur aumentó de 2.2 a 4.14 por
ciento, Estonia pasó de 0.60 a 1.4 por ciento, Singapur gastó 2 por
ciento del PIB, Turquía 0.94 por ciento y Egipto 0.67 por ciento. Sin
embargo, México pasó de 0.32 a 0.50 por ciento en 2013, por debajo de
todos los países mencionados.
Peña Nieto, en Davos, señaló:
Debemos proporcionar a nuestros ciudadanos y empresas las herramientas necesarias para que puedan aprovechar las oportunidades que la cuarta revolución industrial traerá consigo. Debemos hacer posible que futuras generaciones puedan alcanzar su máximo potencial en un mundo cambiante.
Palabras, palabras, que no se sostienen en acciones firmes y
concretas que permitan vislumbrar que el gobierno es consciente de la
gravedad del país. Se dirá que no hay presupuesto, pero está claro que
sí. El problema es la falta de racionalidad y los intereses políticos
con que se asignan las partidas.
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