Redacción Desinformémonos
Tlahuitoltepec,
Oaxaca. Me llamo Sofía Robles. Soy mixe zapoteca. Mixe por adscripción y
zapoteca de nacimiento. He vivido en Tlahuitoltepec por 32 años. Para
definir qué es ser indígena, parto del qué es ser mixe o ser zapoteca.
En mi caso es haber nacido en una comunidad zapoteca, y por otra parte
estar viviendo o ser parte de una comunidad mixe. “Ser parte” implica
estar en muchos espacios y muchos momentos de la comunidad.
El ser zapoteca no lo sentí desde niña, o
lo sentí pero no me daba cuenta. Me daba cuenta de que era de una
comunidad con fiestas, con su música, su lengua. Era el “yo soy de un
pueblo, mi pueblo”. La conciencia de pertenecer a un pueblo indígena
viene posterior. La conciencia de decir “yo no solamente soy de un
pueblo, sino soy de uno que tiene estas costumbres, una forma de
organización, que tiene fiestas y también muchos problemas”.
Ser de una comunidad implica tener
obligaciones más que derechos. Un derecho es a trabajar tu tierra y a
disfrutar de los servicios que la comunidad va logrando. Y ese derecho
te lleva a tener la obligación de dar servicio comunitario. Al momento
de convertirse alguien en ciudadano o comunero, se empieza a dar el
servicio de cargos desde abajo, hasta llegar arriba o no llegar. También
implica participar en los tequios, tanto para las construcciones o
actividades comunitarias para cuidar el territorio, y en las asambleas y
reuniones. Como parte de los cargos está también la organización de las
fiestas, tu comisión en ellas. Es toda una serie de cosas la que viene
al momento de adquirir esa consciencia indígena.
La mujer indígena
La mujer es el principal sostén para que
todo esto funcione. Generalmente, en la sociedad indígena y no indígena
es muy predominante el reconocimiento al varón. Él siempre es la
autoridad, pero al lado está el trabajo de las mujeres. Afortunadamente
poco a poco se está reconociendo, aunque esto varía de comunidad en
comunidad y de pueblo en pueblo. Yo tengo la fortuna, o desfortuna, de
poder mirar las dos culturas. En la cultura zapoteca las mujeres tienen
muchas restricciones en el acceso a la participación pública, en las
asambleas, para ser elegidas a un cargo. En algunas comunidades de la
cultura mixe esto es más libre.
Desde que llegué a Tlahuitoltepec, en
1984, me di cuenta de que era otro mundo. Mi sueño era trabajar con
mujeres, llegué aquí y vi que ellas ya estaban insertas en la asamblea,
en algunos cargos, en los comités, en los juegos con jóvenes
deportistas, en la música. Era otro mundo.
Participando directa e indirectamente
con el cuidado de la casa, de los hijos, en la atención al esposo, las
mujeres son fundamentales para que la comunidad avance. En los tequios y
en las fiestas su trabajo es muy fuerte para que todo se desarrolle.
Hay que decir también que la cuestión de
la perspectiva de género no es gratuita. El hecho de ser mujeres para
muchas personas implica que a fuerzas nos tenemos que dedicar al trabajo
doméstico. ¿Cómo cambiar esta cuestión? El chip lo traemos las mismas
mujeres, y cuesta mucho trabajo quitarlo. Casi es visto natural, pero
nos toca deshacerlo en la misma familia, en la educación. Incluso a las
mujeres profesionales les toca vivir eso.
El trabajo del hombre siempre es más
reconocido. Aquí nosotras tenemos derecho a la tierra y heredarla, pero
en muchos lados no es así. Se siguen impidiendo cargos a las mujeres
porque creen que sólo los hombres son quienes piensan, y lo peor es que
muchas mujeres lo creen.
El camino es muy largo todavía, por eso se hacen talleres y se abren espacios para la participación de las mujeres.
Comunalidad e individualidad, complementarias
En las comunidades indígenas existe una
fuerte pertenencia a la tierra, al cosmos, hay una relación constante,
desde el nacimiento. A los niños se les celebra desde que nacen con
ofrendas en los cerros, junto con la iglesia católica. El ritual está en
la muerte, en la siembra, en la cosecha, en la crianza de los animales,
en las fiestas. Todo esto implica compartir con la gente y cumplir con
las divinidades. En todos los momentos del ser humano el ritual es muy
importante.
La comunalidad tiene que ver con el
trabajo, el desarrollo de la comunidad, el que el pueblo se reproduzca,
con todo. En el momento en que se hacen las asambleas comunitarias, las
fiestas o los trabajos colectivos, ahí está lo comunal. Esa idea de lo
comunal y lo colectivo es muy fuerte. Nadie va a decir que cuando se
está haciendo un servicio se está haciendo un favor. No. Estás dando un
servicio. Es tu responsabilidad. La comunalidad, a partir de la
teorización que han hecho de la palabra, habla de lo común. La casa
común, el trabajo común. Es todo aspecto de la vida en la que vivimos.
La comunalidad y la individualidad son
cosas complementarias. Nosotros tenemos nuestra vida individual y
personal. La comunidad le asigna a cada uno de sus miembros un cargo y
se siente esa responsabilidad de cumplirle a mi comunidad para poder
sentirme parte de ella. Pude haber elegido lo contrario a lo que me
nombraron, pero el hecho de formar parte de la comunidad, además de
tener un pedazo de tierra en ese espacio, me obliga a cumplir.
En la cultura zapoteca, como en la
Guelaguetza, existe el “yo te doy ahora, tú me das después, cuando yo
también lo necesite”. Existe también la Gozona que es “tú me trabajas a
mí ahora, y yo te devolveré ese día”. Es una manera para procurar el
campo aunque se ha ido perdiendo.
En la cultura mixe se da más la ayuda en
la cuestión del trabajo. Por ejemplo, el que va a hacer la fiesta tiene
que buscar a sus ayudantes. Diez, quince, veinte familias que le ayuden
a su organización. Tiene que ser con mucha anticipación. Si se va a
hacer en mayo, en agosto ya hay que buscar a los ayudantes. Desde el
momento que asegura el cargo de capitán inmediatamente busca quien le
ayude por ocho o diez días, de forma gratuita.
El maíz
El maíz es central en la vida del
indígena, sobre todo de los campesinos. Mi suegra es campesina y para
ella el maíz es sagrado. Hay que cuidarlo mucho, porque es como la vida.
Es “el sentir” desde el cuidado de la siembra a la cosecha. Por eso se
hacen ofrendas desde el inicio. También cuando está eloteando el maíz se
hace una pequeña fiesta y en la cosecha se agradece. Todos los ciclos
tienen su ritual.
La preparación del equipaje
Con los muertos también tenemos nuestros
rituales. Cuando alguien muere hay que preparar muy bien su equipaje:
sus tortillas, su agua, todo lo que necesite para que no le falte en el
camino. Cambia de mundo. Se hace también la ofrenda en el cerro, a las
mujeres se les reza siete días y a los hombres nueve. Los restos se
ponen en el panteón, en la iglesia. Se mezcla el ritual con lo católico.
La presencia de los muertos siempre está y en su día se les espera con
el altar muy bien preparado, pues llegan los hijos, compadres, esposos.
Cuando hay problemas fuertes en la
comunidad las autoridades recurren a los ancianos, a la gente que ya
tiene la experiencia y el conocimiento. Dentro de la familia se les
respeta mucho. A veces los jóvenes pierden ese sentido incluso con el
saludo a los más grandes. Todo depende de la educación en la casa.
La educación es necesaria. En el caso de
Tlahuitoltepec ha habido propuestas educativas que insisten en que la
escuela debe incluir los saberes de la comunidad, del servicio, las
costumbres, la alimentación, para que no se pierda la vinculación de los
muchachos con su pueblo. En la secundaria no se ha podido incidir
mucho. No hay un fortalecimiento de las lenguas, ni nada por el estilo.
La política educativa viene de arriba y no profundiza.
La educación comunitaria que se recibe
en cuanto a la comunidad misma se vive y se reproduce dentro de ella.
Aquí los niños juegan a las asambleas o a los capitanes o a la
costumbre, como a la ofrenda. Estas cuestiones se reproducen en la
comunidad, no en la escuela. Es una herencia.
Vive la lengua
Desafortunadamente muchas familias están
dejando de enseñar la lengua, pero sigue viva. Es decir, está viva pero
se está perdiendo. En mi familia, por ejemplo, el zapoteco llegó hasta
mi generación. Mis hijos ya no van a hablar zapoteco, aunque,
afortunadamente, mixe sí.
El pensamiento indígena es muy profundo,
igual las reflexiones, y todo eso se expresa a través de la lengua. No
se pueden realmente traducir. Incluso lo indígena o la comunalidad, es
muy difícil que quien no es hablante lo comprenda en su esencia. Aunque
se hable español, si no está vinculada la expresión no se le entiende,
porque nosotros lo vivimos, no lo definimos.
Todo lo que se practica, el hecho de
nombrar a las autoridades, que ya no queremos partidos sino elegirnos
entre nosotros mismos, son pequeños avances para esa traducción. Pero
finalmente tenemos que usar esas palabras como indígena, autonomía,
comunalidad, para seguir exigiendo nuestros derechos.
Tenemos ideas que en castellano no
existen como palabras o no significan lo mismo. Es difícil hacer la
traducción. Nosotros no decimos, por ejemplo, “los pueblos indígenas”,
decimos “los dueños de la tierra o del entorno”.
Cuando se empezó a traducir la cuestión
de los derechos fue un gran trabajo. Si tradujéramos literalmente el
derecho sería como “damos seguimiento” o “exigimos algo”. Se ha
trabajado en decir “¿y aquí cómo lo nombro?”. Cuando trabajamos con
mujeres que no hablan español o lo hablan poco, decimos “lo que nos
corresponde” u otros términos que nos permitan adecuar la lengua. Para
nombrar la justicia, por ejemplo, en realidad decimos “lo correcto”, “lo
que debe ser”.
Los cargos, de abajo hacia arriba
Tienes que empezar abajo hasta llegar a
los cargos de toma de decisiones. Alguien que no conozca la comunidad es
difícil que pueda desenvolverse bien en un cargo. En la práctica de los
partidos políticos y las tribus familiares, si no eres familiar o amigo
no llegas.
No sé cuál sería la fórmula para un buen
gobierno, pero al menos aquí es posible hacer la asamblea, que es como
la parte fundamental porque se toman las decisiones, y si se avalan por
la comunidad, serán reconocidas por ella. Además son servicios
gratuitos, mientras que si yo quiero estar en la política, tengo que
meterme a ella con un partido o de forma independiente.
En Oaxaca, en nuestra experiencia con el
próximo gobernador, es una persona totalmente ajena al estado. Dices
cómo es posible, pero son ya acuerdos de partidos, aunque para muchos
sea inconcebible.
Elegimos a nuestras propias autoridades
de manera independiente, y hemos logrado que nos respeten en algunas
comunidades. En otros pueblos se han filtrado los partidos políticos, y
aunque son sistemas y usos y costumbres, funcionan como eso, como
partidos.
Aquí en Tlahuitoltepec hay una
particularidad. Hayas estudiado o no, seas de la profesión que seas, si
te ponen en el cargo más bajo tienes que hacerlo. Hay ingenieros,
médicos, arquitectos que son vocales o secretarios municipales.
En el caso de las mujeres, con el cambio
de leyes se está dando el cambio en las comunidades. Aquí desde 1982
empezó a haber mujeres en el cabildo, secretarias suplentes, secretaria
titular, tesorera, y así diferentes cargos. No es forzado para nosotros,
no es una novedad que ellas estén incluidas, aunque hay años en que no
haya mujeres.
Los partidos políticos no son la
principal amenaza. Las amenazas ahora son las leyes, los proyectos
energéticos, las minas, todo lo que están planeando para los territorios
indígenas. Los partidos pasan y pasan y aquí no cambia nada. Todo lo
que estamos haciendo para proteger los territorios indígenas o su forma
de organización se viene abajo por las reformas que hace el gobierno
federal. Y sin territorio no hay nada. Hay proyectos como presas, minas,
proyectos eólicos. Los partidos tienen las manos amarradas y los
Congresos también. Todo ya está dado.
La resistencia
Nosotros como pueblos resistimos con el
trabajo. Realmente la vida de la comunidad es muy intensa porque siempre
está. Hay reuniones, asambleas, tequios, servicios. A quien le toque
estar en un año en el servicio, tiene que dedicarse a él. Ésa es la
manera de resistir. Estando, viviendo, cumpliendo las obligaciones
comunitarias.
Lo que nos falta es la organización
regional o la vinculación entre pueblos a nivel región, estado y país.
La necesitamos fortalecer, y eso requiere mucho esfuerzo.
Yo empecé a reflexionar lo indígena
cuando regresé a trabajar a mi región después del bachillerato. La
reflexión sobre la mujer también fue en ese tiempo. Cuando llegué aquí
las mujeres trabajaron conmigo. Aprendí a participar, a opinar. En las
asambleas de hombres me quedaba callada; aunque me revolotearan las
ideas, no salían. Me costaba mucho trabajo hablar.
Texto publicado originalmente en http://ojarasca.jornada.com.mx/2016/12/09/la-intensa-vida-comunitaria-6017.html
Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está
financiado por Nestlé ni por Monsanto.
Desinformémonos no depende de
ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo
independiente. Es tuyo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario