John Saxe-Fernández
La Jornada
Es cierto que, como
advierten altos cargos de las Fuerzas Armadas de México, al ser
utilizadas en tareas policiales propias del Ministerior Público, se
degrada la vital función de Defensa Nacional. Esto se da en un contexto
doméstico e internacional complejo y riesgoso como se sintomatiza en el
enfoque negacionista (Exxon) del calentamiento global antropogénico que
lleva Donald Trump a la Casa Blanca y las graves contingencias de
seguridad que de ahí se anidan para México, tanto en materia agrícola
como energética por la dependencia en estos rubros gestada por programas
promovidos por Estados Unidos para alentar importaciones mexicanas de
alimentos y gasolinas. Ese desvío de la función de Defensa Nacional se
realiza al margen de la Constitucion y de la Convención de Palermo y ha
sido eje de la
guerra al narcotráficodeclarada en 2006 durante el atroz sexenio de Felipe Calderón (FC), cuando se abrió, a través de la Iniciativa Mérida (IM) un capítulo en la relación bilateral con Estados Unidos signado por un desplome de la soberanía nacional, gestándose un cataclismo humanitario.
Los neoliberales son insensibles al hecho de que somos una población
conmocionada por la violencia que emerge de los efectos acumulados de
una política económica que por más de 30 años debilita la base del
aparato productivo nacional, impulsa pobreza, desigualdad extrema y
descomposición del tejido social centrada como está en la explotación y
exportación vía maquilas de fuerza de trabajo barata y precarizada. Aún
más, el neoliberalismo es una agresión de clase de alta explosividad,
incapaz de generar empleo y bienestar, que acicatea los precipitantes de
un Estado fallido aplicando reformas estructurales desde préstamos de
diseño FMI-BM-BID, que profundizan la extracción de riqueza de lo
público a favor del uno por ciento en materia de educación, transporte,
agricultura, salud, infraestructura, reserva minera, forestal, de
biodiversidad etcétera, incluido el temerario reingreso del big oil
(Exxon, Chevron, Gulf, etcétera) al estratégico sector energético luego
de su desarticulación/privatización y desindustrialización (veda a más
refinerías, que empezamos a padecer) en cuyo funcionamiento están
incluidos vastos complejos económico-territoriales.
A la gran tragedia humana que legó FC y sigue sufriendo la nación con
EPN, se agrega que vivimos en una jurisdicción territorial fragilizada
por la vulnerabilidad ante Estados Unidos gestada por la IM.
PorqiInternacional. Tampoco es un acuerdo (agreement), sino que, como dijo al Congreso Espinoza Villarreal, es “un arreglo de facto”
entre poderes ejecutivos, con dineros de Estados Unidos, que no pasa
por el Congreso mexicano, por lo que, como dice Alba León Hernández (Amsterdam Law Forum,
Vol 3 n. 4), se rige por medio de leyes del Congreso de Estados Unidos
que asignan recursos a las agencias mexicanas, vía Ejecutivo, en línea
con instancias varias como el Departamento de Estado, de Defensa o el Department of Homeland Security (DHS), creado en 2002, con un título evocativo:
Departamento de Seguridad del Suelo Patrio. Quizá por ese tono nazi y territorial la traducción oficial es Departamento de Seguridad Interior. Esto no es asunto menor. Por estos días se baraja en México una controvertida Ley de Seguridad Interior (LSI), calca de la Homeland Security Act (http://911research.wtc7.net/) que rige con leyes paralelas al DHS, limitando derechos y libertades civiles e institucionalizando el estado de excepción, afectando allá y acá los equilibrios civiles-militares.
Fue una salvajada antinacional endosar la IM cuando ya Bush
había dicho que en su diseño de seguridad priorizaría la doctrina de
autodefensa anticipatoria (preemption), que encubre brutales guerras de agresión (Irak, Libia, Siria) y el golpismo (regime change)
–Honduras, Venezuela, Brasil–. Ahora Gil Zuarth, ex secretario personal
de FC, va por legalizar entreguismo y represión con la LSI, cuya
aprobación, advierte el senador Manuel Bartlett,
sería un golpe de Estado(El Universal,15/12/16). Los riesgos de esa ley se captan porque Bush/Obama aplican el regime change en la periferia bajo la noción, con sesgo de intervención/ocupación territorial funcional al imperialismo extractivista, de que
EU está menos amenazado por estados agresivos que por estados fallidos.
Para León Hernández, en lugar de soberanía lo que hay en la IM es
aquiescencia tácita del gobierno mexicano de que es incapaz de enfrentar (al crimen organizado), por lo que requiere recursos de EU. En 2012 Alan Bersin, subsecretario del
Departamento de Seguridad del Suelo Patriocelebró la fusión energética con Estados Unidos y agregó ante la Cámara de Comercio de Washington DC que ahora (textual):
la frontera sur de EU está, en efecto, en la frontera de México con Guatemala.
Por
esoles urge frenar a AMLO, perpetuar el estado de excepción y proseguir con la masacre entre mexicanos, sin función de la Defensa Nacional.
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